Anglo puso a los chilenos en contra de mineras extranjeras

Chile

30 de Diciembre de 2011.- Es la temporada de regalar. Mientras las mineras se benefician de los altos precios de los commodities, las naciones anfitrionas naturalmente buscan una parte mayor de esas ganancias. Algunas naciones emergentes ricas en recursos tienen un incentivo particular para hacerlo, con la desaceleración mundial reduciendo la demanda de commodities. El número de países que dependen de los minerales para más de un cuarto de sus ingresos por exportaciones tangibles ha subido un tercio a 61 desde 1996, según la consultora Oxford Policy Management. Las compañías que no se involucren preferente y comprensivamente con sus anfitriones arriesgan tener que afrontar un fuerte nacionalismo. Acciones poco diplomáticas, después de todo, pueden contrariar a los gobiernos.

Un ejemplo es la venta preventiva que hizo Anglo American de sus activos de cobre en Chile para adelantarse a la opción de Codelco para comprar 49% de ellos. Anglo puede haber cumplido la ley, pero su trato parece arrogante e irrespetuoso para los chilenos, que ven la riqueza mineral como una forma de financiar el desarrollo social. La venta de Anglo también ha puesto a la opinión pública local en contra de todas las mineras extranjeras. Pero algunas naciones anfitrionas también pueden cometer errores. Los altos royalties impuestos en Australia, Perú y Zambia amenazan la viabilidad de las inversiones a largo plazo.

No se trata de quién pestañea primero. Los estados pueden promover inversión a largo plazo si respetan un régimen tributario para toda la vida de un proyecto y los directivos podrían ser más imaginativos. Pocos muestran el brío de Harry Oppenheimer, ex director de Anglo y De Beers. En 1969 inició una asociación pública-privada en Botswana que dio al gobierno una participación de 15% en De Beers. Su modelo sigue siendo uno de los acuerdos más convincentes en el debate sobre nacionalismo de los recursos (DF).

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