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Chile

Recién hace algunos días se distendieron las relaciones entre los trabajadores de Codelco y la administración. ¿La razón? Codelco comunicó oficialmente que desistía en su intención de reformar el sistema de salud en Chuquicamata, que incluye no sólo la administración del hospital de Calama, sino que también las Isapres que están a su cargo.

Viernes 21 de Junio de 2013.- Ni las críticas a la gestión de los proyectos estructurales, ni los problemas con los sindicatos. Lo que verdaderamente quebró la relación entre la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC) y la administración liderada por Thomas Keller fue la intención que tuvo la empresa de avanzar en la privatización del servicio de salud en Chuquicamata, concretamente el Hospital de Calama, además de otros servicios de como reformar las Isapres cerradas que están a su alero: Chuquicamata, San Lorenzo, Río Blanco y Fusat.

Pero todo eso quedó atrás en los últimos días. Codelco comunicó oficialmente, según plantean fuentes sindicales, que desistía de esta opción, lo que fue celebrado por los trabajadores como un triunfo.

“Hace menos de dos meses, veíamos con rabia y temor la posibilidad de que nos quitaran definitivamente nuestro Hospital del Cobre, vulnerando abiertamente nuestro contrato colectivo y anulando nuestra historia de derechos sindicales. Sin embargo, fuimos capaces de revertir esa decisión y hoy el Hospital del Cobre sigue siendo nuestro, recuperando la institucionalidad de la Isapre y generando los espacios de participación necesarios para poder solucionar todos los problemas que afectan su funcionamiento”, plantearon, en una carta abierta, las dirigencias de los sindicatos Uno, Dos, Tres, Cinco y Minero de Chuquicamata.

El tema ha sido una verdadera obsesión, en particular, para el presidente ejecutivo de la estatal, Thomas Keller, quien sostiene, en un diagnóstico que es compartido por gran parte del directorio, que Codelco es una empresa minera, y que por tanto no puede ni debe manejar un hospital, porque no es su foco de negocio.

“Es como que una ferretería venda remedios”, plantea un conocedor de la situación de la minera estatal.

Pero la actitud que tomó Keller y su equipo ejecutivo para revertir esta situación se desmoronó con una llamada del presidente Piñera que invitó a toda la directiva nacional y saltándose, se queja una fuente de Codelco, la tan alabada reforma al gobierno corporativo, que supuestamente daría independencia a la administración y al directorio de los gobiernos de turno.

Precisamente, tras los anuncios de paro y los desencuentros entre la administración y la FTC, la posibilidad de un paro nacional en Codelco ya estaba prácticamente asumida. De hecho, los trabajadores realizaron un paro de advertencia el 9 de abril, que le costó, según cálculos de Codelco, US$35 millones. Fue entonces cuando el gobierno decidió involucrarse, invitar a la FTC a La Moneda y desactivar nuevas amenazas. De paso, echar por tierra, definitivamente, la reforma al sistema de salud.

La imposibilidad de Codelco de reformar este ítem se suma también a las dificultades para desprenderse de su personal. Codelco no sólo paga indemnizaciones sin tope por servicio, sino que además no puede invocar necesidades de la empresa como causal de despido.

Por ello es que está obligada a negociar planes de retiro con sus trabajadores, tal como lo planteó recientemente en su división Chuquicamata. Allí, a pesar de que cada trabajador podía obtener hasta $200 millones en caso de acogerse, apenas 70 trabajadores se sumaron.

¿Llegó la hora de reformar estos temas? Difícil. Más en un año electoral. Por ahora, la principal empresa del país deberá seguir cargando con estas mochilas.

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