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Una larga experiencia en el campo de la glaciología nos permite proponer algunas medidas orientadas a la concreción de una Ley de Glaciares justa y que apunte a nuestro desarrollo como nación. Entre ellas, una definición objetiva de los glaciares de acuerdo con la comunidad científica glaciológica internacional; normar adecuadamente lo que se quiere proteger; apoyar la investigación científica; apoyar y mejorar tecnologías ya probadas -incluso en Chile- que los preserva. De lo contrario, si no los intervenimos seremos testigos pasivos de su lenta extinción.

Porque ¿quién podría, en su sano juicio, pensar que afectar glaciares no importa? Por lo mismo, es preciso establecer normas y procedimientos para regular la forma de relacionarnos con esas grandes masas de hielo que, a su vez, están directamente relacionadas con recursos tan fundamentales para nuestra economía como el agua, la  minería, la energía, el turismo y otros; es decir, con la necesidad de desarrollo que tenemos como sociedad y como país.

Soy un convencido de que es posible avanzar hacia una Ley de Glaciares -he sido invitado en más de una oportunidad a exponer sobre ello en el Congreso- y creo imprescindible reconocer que importan por una variedad de razones. Entre ellas la más reconocida, el aporte de recursos hídricos que hacen a las cuencas de montaña que los cobijan, que si bien es poco comparado con el que proviene de la fusión del manto de nieve invernal, es importante porque sustenta humedales y la biota de su entorno inmediato.

Sin embargo debo advertir que si el proyecto de ley se asemeja a los que hoy se discuten en las Comisiones del  Senado y de la Cámara de Diputados, tendrá serias consecuencias para el desarrollo del país; y lo afirmo con la misma convicción con que creo que es posible realizar proyectos de desarrollo de manera sustentable con respecto a los glaciares.

De no reconsiderarse dichas propuestas se verán afectadas actividades como la investigación científica en glaciares, en el cambio climático y en recursos hídricos e hidrogeológicos;  los avances en proyectos de exploración y explotación de los recursos mineros metálicos y no-metálicos; el turismo; el desarrollo de las energías hidroeléctrica y geotérmica; el avance en obras de infraestructura, y bloqueará el desarrollo de gran parte de la media y alta montaña, una enorme área geográfica que los chilenos aún debemos aprender a ocupar para nuestro bienestar.

¿Por dónde empezar? Por una correcta  y cuidadosa definición de lo que queremos proteger, es decir qué es un glaciar; excluyendo geoformas que no lo son; ponernos de acuerdo en qué vamos a entender por ambiente periglaciar que también se propone proteger (y que tal como está establecido en uno de los proyectos de ley obligaría a paralizar regiones completas); evitando confundir el manto de nieve invernal, o los suelos helados, con glaciares; mitigando los efectos sobre los glaciares de obras de desarrollo con tecnologías ya existentes, y  con otras en evolución, para protegerlos y para crear  nuevos glaciares autosustentables…

Una Ley de Glaciares debe considerar también que quién pretende afectar un glaciar debe ser capaz de reponerlo en un plazo determinado, una suerte de “rompe/paga”, pues existen las tecnologías que permiten salvar al menos a los glaciares de montaña, que, en general, apuntan a reducir la tasa de fusión en la superficie del hielo o la nieve de los glaciares, o bien a incrementar la acumulación de nieve.

Entre tales tecnologías se cuenta cubrir una parte menor de la superficie de un glaciar con un material local, o con una manta de geotextil, con lo que se reduce la ablación (término que incluye fusión, evaporación, erosión y otras formas de pérdida de masa) desde la superficie del glaciar. También, existen tecnologías para incrementar la acumulación local de nieve sobre los glaciares empleando vallas para nieve, o con máquinas de fabricar nieve, o bien re-direccionando avalanchas de nieve, o mediante la siembra de nubes a nivel regional. Y otras más, como la que apunta a reducir algunos grados la temperatura del aire en pequeñas cuencas de montaña, o la de conservar hielo en depósitos de agua en la alta montaña.  

Conozco muy de cerca más de alguna experiencia; y las hay muy importantes en países de la Unión Europea, China, India, Norte América, Perú y desde luego las que hemos desarrollado en Chile con buenos resultados.
 

Crear nuevos Glaciares

Las tecnologías que se basan en incrementar la acumulación de nieve permiten crear nuevos glaciares. En simple, los glaciares se formaron y existen porque en el sector de sus cabeceras durante  el invierno cae más nieve de la que se derrite en verano en la parte del glaciar a menor cota. De manera que todo lo que se requiere para originar un nuevo glaciar es simular el proceso natural, vale decir que la acumulación invernal sea mayor que la fusión veraniega. Y esto no es difícil de lograr; lo importante es hacerlo al costo mínimo y de manera ambientalmente sustentable.

Sabemos que los glaciares se están reduciendo por causas naturales desde hace miles de años, causas a las que se agregan -desde hace 2 siglos- efectos del desarrollo humano, tales como  el incremento de la temperatura del aire y el polvo que se origina en diversas actividades como la construcción de caminos, proyectos mineros u otros. El control del polvo originado en proyectos de desarrollo, aunque costoso, es relativamente simple. Pero el smog de los grandes centros urbanos afecta a muchos más glaciares y es difícil de controlar, y eso nos preocupa tanto como los grandes incendios forestales cuyas nubes de humo también les llegan.

Para revertir estos efectos se requiere, en primera instancia, educación y cultura, además de importantes inversiones en sistemas de abatimiento de smog y de protección y lucha contra los incendios forestales.

Pero aún más, aunque se tuviera la voluntad de suprimir los efectos antrópicos en el cambio climático, y se lograra realizar, esto no evitará que los glaciares continúen  reduciéndose por causas naturales, de manera que medidas de protección del tipo “se mira pero no se toca”, como las que propician los proyectos de ley de protección de glaciares, son insuficientes para asegurar la persistencia de estas masas de hielo.

Es necesario hacer algo que permita que los glaciares subsistan, vale decir estudiarlos e intervenir aquellos que sea posible salvar… Afortunadamente hoy son varios los científicos en el mundo que están trabajando en el desarrollo de tecnologías que lo hagan posible, incluyéndonos a varios en Chile.

Debemos buscar un sano equilibrio entre nuestra natural inclinación por proteger glaciares y  cuidar de los recursos hídricos que los glaciares proveen, versus los beneficios sociales que podrían producir proyectos de desarrollo que los afectan. Más aun sabiendo que es posible regenerar aquellos que fueron afectados. En Chile ya existe la tecnología para extraer de forma económica agua de los glaciares para ser empleada en épocas de extrema escasez, y sería absurdo no utilizarla si, al mismo tiempo, contamos con la tecnología para rellenar de hielo los glaciares en años de altas precipitaciones o, incluso, de precipitaciones normales.

Preocupa que las propuestas de ley que conozco contengan solamente castigos para quienes afectan glaciares, pero nada dicen respecto de lograr que persistan en el tiempo, o que se reduzcan de manera menos violenta…
 
Y cabe una pregunta más: ¿castigará la ley a enormes emisores de polvo que afectan a los glaciares, como la ciudad de Santiago y otras? ¿Sancionará a quienes permiten la ocurrencia de los grandes incendios forestales, o solo se aplicará a infractores menores?

La ley, si no es pareja, es penosa y finalmente muchos terminan desconociéndola. 

Dr. Cedomir Marangunic, Glaciólogo. Director de Geoestudios

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