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Chile

Desde el 5 de agosto, cuando llegaron los objetos al recinto, las visitas aumentaron de 100 al mes a 1.200 en sólo 17 días. Dibam trabaja para ampliar el edificio.

23 de Agosto de 2011.- Hace un año, el papel "Estamos bien en el refugio los 33" que José Ojeda escribió en el fondo del yacimiento San José había llenado de alegría a rescatistas, familiares y a todos quienes esperaban encontrar vivos a los mineros. A un año del hallazgo, la nota junto a la cápsula Fénix 2, que rescató a "los 33", se han convertido en la mayor atracción del Museo Regional de Atacama.

Sólo en 17 días ­desde que el Gobierno entregó los objetos­ 1.200 personas han llegado a ver los recuerdos de la Operación San Lorenzo, diez veces más de lo que llega en todo un mes. "Antes teníamos unas 80 a 100 visitas al mes. El famoso papel y la cápsula revivieron el museo, y ya se nos está haciendo chico", cuenta el director del recinto, Guillermo Cortés.

Justamente, para enfrentar esta nueva realidad, la Dirección Nacional de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) ya elabora el proyecto de un nuevo edificio, que tendrá 4.000 m {+2} en tres modernas plantas.

Reunión suspendida

Con un asado sorpresa, ayer las esposas y familiares de "los 33" celebraron con los mineros el aniversario del día en que la sonda 10B los encontró vivos. "Nos organizamos para hacerles un asado acá en el parque El Pretil, porque queríamos celebrar que hace un año supimos que estaban vivos y que fue la mejor noticia que podíamos recibir", contó Lilianette Ramírez, esposa de Mario Gómez.

Los mineros estaban invitados a un encuentro con el Presidente Sebastián Piñera en La Moneda, pero contaron que hace tres días, desde Palacio postergaron la reunión. "Parece que los paros y la protestas hicieron desistir al Gobierno", dijo Esteban Rojas, mientras disfrutaba su asado.

La comida de ayer poco se parecía a las cinco raciones diarias que recibían por parte de los rescatistas cuando estaban encerrados. Pablo Maestri, gerente de operaciones de Aramark, empresa a cargo de las comidas, recordó la difícil misión de enviar las porciones en las "palomas" que viajaban hasta los 700 metros de profundidad. Dijo que debieron ingeniárselas para mantener los "platos" calientes tras el viaje de 8 minutos.

"La primera innovación fueron las empanadas rectangulares, y para fechas especiales también se trató de cambiar el menú", comentó Edmundo Ramírez, el chef que a diario se contactó con los mineros (Emol).

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