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Chile

Viernes 12 de Abril de 2013.- Es ampliamente reconocido el inmenso aporte que la minería del cobre ha hecho al desarrollo del país desde el comienzo del auge del precio del cobre, o superciclo, en 2004.

Ello ha llevado a los chilenos a percibir que el país es mucho más rico de lo que en realidad es. Porque este es un fenómeno temporal, ya que el precio del cobre no puede mantenerse en las alturas indefinidamente.

Que mejor expresión de la percepción de riqueza de parte de los chilenos que la demanda de los estudiantes en 2011 de educación gratuita y pública para todos.

En los últimos siete años el cobre proporcionó 53 mil millones de dólares al presupuesto fiscal, y se ahorraron unos 17 mil millones de dólares adicionales en el Fondo de Estabilización Económico y Social, FEES.

Desde 2010 la inversión minera por sí sola contribuyó a un quinto del crecimiento económico del país, creando 120 mil nuevos empleos. Algunos expertos, sin embargo, consideran probable que el precio se reduzca en el próximo periodo presidencial, debido a una menor demanda global y por aumento de los inventarios.

¿Qué significaría este escenario si no tomamos medida alguna? Unos seis mil millones de dólares menos para el Fisco anualmente, reducción de la inversión a niveles mínimos, elevación del precio del dólar a rangos de 650 a 700 pesos, reducción de las importaciones, déficit fiscal, perdida de varios cientos de miles de puestos de trabajo, y muchas otras consecuencias que ni siquiera conocemos.

¿Se puede hacer algo para paliar estos efectos? Por supuesto que sí, y eso es parte del debate que debe establecer el país en esta campaña presidencial. El primer gran desafío es que los chilenos y las elites políticas y empresariales conozcan las consecuencias que traerá la baja del precio del cobre, planificando con anticipación las acciones que tomarán cuando ello ocurra. El segundo gran desafío del país es aprovechar el superciclo de la mejor forma posible.

¿Qué significa esto? Avanzar en derribar las trabas al desarrollo, proporcionando mejores oportunidades de educación y trabajo a los chilenos que han quedado rezagados. Trabajar para que el mayor número de proyectos mineros se concreten ahora, manteniendo, de esta manera, empleo pleno y construyendo capacidad productiva para el futuro.

Recuperar la competitividad perdida educando a más chilenos en trabajos especializados, creando consenso sobre el desarrollo de la energía, acordando los balances adecuados que protejan el medio ambiente pero que a la vez permitan el crecimiento de las fuerzas productivas.

Permitir que todas las fuerzas que pueden reconstruir dicha competitividad se desplieguen sin exclusiones, el Estado, las empresas mineras y de servicios, públicas y privadas, y las universidades.

Ello no ha ocurrido hasta ahora. Finalmente, los recursos adicionales – impuestos- para financiar al país en el futuro deben provenir del conjunto de las industrias nacionales y no sólo de la minería, ya que esta no estará en condicione de aportar significativamente cuando baje el precio del cobre. Pero también porque la contribución del cobre al presupuesto fiscal en los últimos siete años ha subsidiado al resto de las industrias, restándoles la fortaleza interna que deben tener las actividades que se paran por sí solas.

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