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Chile

Ad portas de lanzar un libro respecto de la importancia del cobre en la economía chilena, el economista sostiene que lejos de depender menos del metal rojo, nunca hemos dependido más que en la actualidad. Además, sostiene que el nivel del cobre de la última década no es repetible.

Lunes 29 de Abril de 2013.- El cobre enriqueció a Chile. Pero el futuro se ve precario". Así titula uno de sus últimos reportajes la revista The Economist respecto de la actualidad del commodity en nuestro país. Es una visión que comparte el economista y académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile Patricio Meller, que afina los últimos detalles de su libro dedicado al metal rojo y las implicancias éste ha tenido en la última década para el país en materia económica.

Al respecto, sostiene que nunca en la historia habíamos dependido más del cobre, considerando que los ingresos que se perciben por sus exportaciones repercuten directamente en los bolsillos de los chilenos (lo llama el "súper sueldo" de Chile), y se desmarca de la visión del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, quien ha afirmado que cada vez el país depende menos del metal rojo.

En su libro, usted plantea que el cobre "cambió a Chile". ¿Cómo explica esto?
Efectivamente ese es el planteamiento de entrada, que el Chile de hoy en gran parte se debe a lo que ha pasado con el cobre. El primer indicador que explica esto es el aumento de 11 veces en las exportaciones del metal rojo desde 1990 a 2011. Lo que aquí ocurrió en los últimos 20 años se dio por una combinación de incremento de la producción y del precio del cobre. Eso nos sacó del nivel de subdesarrollo en que estábamos y llevó a reducir notablemente nuestra deuda externa. Claramente el cobre incide directamente "a la vena" sobre la tasa de crecimiento económico del país, por lo que si bien siempre ha sido importante, ahora está pasando a ser aún más importante que nunca.

Sin embargo, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, ha dicho que en la actualidad nuestra economía cada vez depende menos del cobre...
En ese sentido el ministro está totalmente equivocado. Lo he escuchado y sé exactamente lo que dice en sus powerpoints. Hace un planteamiento donde explica que mientras en el resto del mundo la economía es magra, en Chile se crece y muestra que se ha reducido el déficit estructural desde 2009, y ahí es donde dice que esto se debe a los términos de intercambio y el precio del cobre, pero hace ver que el precio del cobre no ha crecido tanto y que los términos de intercambio incluso han bajado.

¿No es así?
Es que si no fuera porque el precio del cobre está donde está, (Larraín) no podría ni decir la cuarta parte de su discurso.

Entonces, ¿se equivoca cuando dice que dependemos menos del cobre?
Nunca hemos dependido más del cobre que hoy. Insisto, jamás hemos dependido tanto. El cobre ha llegado a ser lo más importante hoy que lo que ha sido jamás en la historia. Más que eso, la sociedad chilena se ha vuelto adicta al cobre por sobre los US$3 la libra.

¿A qué se refiere?
Esto quiere decir que nos acostumbramos a consumir bienes importados de los cuales el cobre financia casi el 60% de las importaciones. Nuestros salarios reales se han incrementado notablemente, que el cobre financia de manera importante, y es el segundo de los mecanismos más importantes a la hora de recaudación fiscal después del IVA.  Eso implica que pagamos menos impuestos gracias a que el cobre financia una mayor parte del gasto público. Tercero: permite financiar un gasto social más alto.

O sea estaría bien llamarlo "el sueldo de Chile".
Es el súper sueldo de Chile.


LA CAÍDA DEL METAL

En los últimos días el precio del cobre ha bajado considerablemente. ¿Le preocupa?

En esto hay que primero tener una perspectiva más macro de cómo funciona el mercado mundial; en ese sentido, China tiene que seguir comprando cobre para seguir con su estrategia de llegar a un nivel de desarrollo e incrementar su ingreso per capita. Ahora, yo no creo que el precio pueda caer a US$1 la libra, pero es bueno de todas formas hacerse esas preguntas. Hay que ponerse en escenarios distintos. Qué pasa si cae a US$1,5 o qué pasa si el cobre llega a US$10 la libra.

¿Usted suscribe la estimación que hizo el comité consultivo el año pasado para elaborar el presupuesto?
Yo suscribo lo que dicen las consultoras internacionales, que hacen proyecciones a diez años, y ellas no creo que están mirando lo que dicen los expertos. En ese sentido creo que ven un valor más alto para lo que viene, sin duda.

Entonces, ¿qué es lo preocupante?
Que el nivel de lo que ocurrió en los últimos 20 años no es repetible. O sea, las exportaciones no van a aumentar diez veces la próxima década, a pesar de que sí el cobre se mantendrá a niveles parecidos en cuanto a precio. Por eso hay que diversificar.

¿Falta esa discusión?
Claro, porque gracias al cobre podemos plantearnos los temas de largo plazo. Antes, cuando estábamos apretados, desde lo macro no se podía, pero ahora estamos equilibrados. El cobre siempre forzó a este país a plantearse esos desafíos, pero nunca lo hizo.

¿Puede ligarse este fenómeno con la llamada "enfermedad holandesa"?
Sí. La enfermedad holandesa es que si el precio de un commodity, en este caso el del cobre, sube mucho, el país recibe un gran flujo de dólares y eso aprecia el tipo de cambio. Sin embargo, a pesar que se debería ver afectada toda la producción de los "no cobre", en Chile las exportaciones no tradicionales no han caído, sino que han crecido. Ahí hay algo que está pasando, porque efectivamente ha habido apreciación cambiaria.

¿Cómo se puede explicar?
Una de las razones es que debe haber un incremento de productividad, que más que compensa la apreciación cambiaria. Lamentablemente con el sistema estadístico chileno, que está súper atrasado, no lo podemos medir.

¿Por qué?
Porque el Banco Central y el INE tienen todavía en la cabeza  cómo era la estructura productiva chilena a mediados del siglo pasado. Aquí lo que se necesita medir es la productividad de cada nivel de exportaciones por productos, para ver por qué se siguen expandiendo. No algo agregado, sino que focalizado. Eso no existe. No tenemos cómo medir qué paso con la productividad ni en el sector frutícola, ni en el de vino, ni de muebles o celulosa, porque los encargados de generar las estadísticas no las generan y no se dan cuenta de que el país cambió. Este país tiene otra estructura productiva hoy, en que las exportaciones son el motor del crecimiento. Si es así, hay que analizar cómo se mueve ese motor. No hay indicadores, sólo se habla de productividad a nivel global, lo que no interesa, porque hay cosas ahí que no se exportan.

¿Podría ocurrirnos algo parecido a lo que pasó con el salitre en Chile, que llevó al país a la quiebra?
No, ese es otro problema, porque ahí si bien también teníamos un producto de exportación estrella, de repente apareció un producto sintético que lo sustituyó y el precio se tuvo que reducir. En cambio el cobre tiene una súper ventaja respecto del salitre, que es un producto multiuso, no tiene sólo dos aplicaciones. Se usa para una tremenda variedad de cosas.

Además, a lo del salitre se le sumó la depresión del año 29, donde colapsó el mundo y  Chile no pudo seguir exportando. Al salitre le pegaron dos cosas.

Pero la baja del precio afecta de todas formas al ingreso del país...
Claro, y por eso el ministro debería ver cuánto ha empezado a incidir el cobre en los ingresos fiscales, que hoy está alcanzando un 20%. Entonces, cuando el precio del cobre cae un 10%, suponiendo que cae de US$4 la libra a US$3,6, el fisco recibe alrededor de US$800 millones menos. Si cae a US$3,2, el fisco deja de percibir del orden de US$3.500 millones. Entonces al ministro de Hacienda le hace una diferencia grande US$3.500 millones más o menos en el flujo del presupuesto de un año, por lo que el impacto es ahora.

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