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Chile

Miércoles 30 de Abril de 2014.- “Si se le pide a una persona que cierre los ojos y visualice un país exitoso, ¿qué vería? Posiblemente vería gente que se levantan todos los días y va a trabajar. Y que trabaja con amor a las cosas bien hechas. Vería fábricas, minas y campos en los que los trabajadores realizan su oficio con rigor y en un clima de armonía, oficinas en que la gente lleva a cabo sus labores estimulada, ejecutivos que emplean su tiempo en planificar nuevos proyectos. Una buena ley laboral contribuye a hacer posible un país exitoso. ¿Cómo visualizaría a un país en decadencia? Con personas que tienen dificultades para llegar a su trabajo porque está en huelga el transporte, oficinas en que la gente está más preocupada de la asamblea de la tarde que de sus tareas, ejecutivos que concentran su tiempo en negociar con los sindicatos, ministros maniatados por las grandes centrales. En ese país hay una mala ley laboral”.

El extracto pertenece al libro “La Revolución Laboral en Chile”, de José Piñera, ex ministro de Trabajo de Pinochet, hermano del ex presidente y principal impulsor del plan laboral de 1979, del sistema de AFP y de la Ley Minera. “Tres grandes revoluciones liberales”, como él mismo las llama.

El polémico Plan Laboral de 1979, sigue vigente 35 años después. Pero lejos de representar ese primer país exitoso donde se trabaja con clima de armonía, cada vez se hacen más patentes las precarias condiciones laborales que ha traído para los trabajadores dicho plan. El caso más ejemplar está en la subcontratación, figura que ha ido en constante aumento y se ha mantenido alejada de las discusiones gubernamentales.

Entre 2010 y 2014, el otro Piñera, el Presidente, cumplió con su promesa de crear un millón de empleos. Pero las cifras muestran que de estos, por ejemplo, el 40% se dio a través alguna de las formas de trabajo tercerizado, que representa una menor estabilidad y protección laboral, menores sueldos y casi nula capacidad de organización.

Las cifras del subcontrato y suministro
Si bien la Ley de Subcontratación es del año 2006, esta viene a regular lo que se ponía en práctica desde 1979, con el decreto de ley N°2579 que permitió la proliferación de empresas subcontratistas. La ley de 2006 establece que el subcontrato es ”aquél realizado en virtud de un contrato de trabajo por un trabajador para un empleador, denominado contratista o subcontratista, cuando éste, en razón de un acuerdo contractual, se encarga de ejecutar obras o servicios, por su cuenta y riesgo y con trabajadores bajo su dependencia, para una tercera persona natural o jurídica dueña de la obra, empresa o faena, denominada la empresa principal, en la que se desarrollan los servicios o ejecutan las obras contratadas”.

Aparte de esta figura clásica, también existe el suministro de trabajadores, que fue legalizado precisamente para la ley del 2006. Este consiste en que una empresa que se dedique al suministro de trabajadores dispone de sus servicios de sus empleados a otra empresa a cambio del pago de un precio determinado. Por ejemplo, ante la enfermedad de un trabajador, la empresa dispone de otro que lo reemplace y mantiene su rol de empleador. Esta figura está marcada por la temporalidad y, por consiguiente, con la poca estabilidad laboral.

Entre las características de la Ley, está la imposibilidad de los subcontratados de sindicalizarse junto a los trabajadores directos de la empresa principal, el que los beneficios colectivos no les lleguen y la facilidad de las empresas de poner fin a su relación. Esto último se ha traducido según expertos en la posibilidad de cambiar de lugar a los subcontratados cuando empiecen a organizarse. Además, están los trabajadores externalizados también están sujetos a las reglas del juego del libro IV del Código Laboral sobre negociación colectiva: Reemplazo en la huelga e imposibilidad de negociar por ramas.

La Fundación Sol, en base a la Nueva Encuesta Nacional del Empleo del INE, ha elaborado una serie de informes que ponen en cuestionamiento la calidad del millón de empleos creados en los últimos 4 años, principalmente por la alta cantidad de trabajo tercerizado -ya sea vía subcontrato o suministro- y la consiguiente precarización laboral que este conlleva.

“En los últimos 4 años, desde que se tiene la información para generar estos análisis, vemos que del casi millón de empleos que se ha creado, el 40% es trabajo tercerizado, ya sea subcontrato o por suministro. Es decir, con menos salario, menos protección laboral y casi ningún derecho sindical”, explica Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol.

Desde marzo de 2010 a marzo de 2014 el trabajo tercerizado o externo aumentó de un 11% a un 17%. Hay sectores donde el trabajo tercerizado es mayor que en otros. Por ejemplo en la Minería, la cifra se acerca al 60% del total de trabajadores, mientras que en servicios sociales y salud llega al 30%. Como el trabajo es externalizado, muchas veces también hay diferencias sustanciales en cuanto a los sueldos entre subcontratados y trabajadores de planta. El abogado laboral Sergio Gamonal explica que cuando se puso en trámite la ley del 2006, se rechazó el punto de que el trabajador suministrado tendría el mismo sueldo de la persona a la que reemplazaba. “Se aceptó figura pero poniéndole limites. La derecha no dio votos para que el trabajador suministrado tenga los beneficios del contrato colectivo de la empresa y que tuviera igualdad de trato. Hoy no gana lo mismo que la persona que está reemplazando, por lo que terminan siendo siempre trabajadores de segunda categoría“, señala.

Este punto explica, por ejemplo, la brecha salarial entre trabajadores externalizados y los a contrato. En actividades inmobiliarias, por ejemplo, estos últimos ganan 2,4 veces más que los tercerizados. En la minería la diferencia es de 1,6 veces el salario.

Llevado a regiones, hay casos que resaltan. En el Bío Bío, por ejemplo, el empleo asalariado externo aumentó en 68 mil personas y el empleo directo disminuyó en 19 mil. La variación de este tipo de empleo alcanza el 100%. Regiones de Tarapacá, Ohiggins y Magallanes también muestran un alto número de nuevo empleo tercerizado. Esta última región también es una caso particular: El desempleo según el INE alcanza solo el 2,4%, el más bajo de todo el país. Sin embargo, 7 de cada 10 nuevos empleos son externos.

Precarización laboral
Para Gonzalo Durán,  la subcontratación es un “mecanismo a través del cual las empresas aumentan el margen de ganancia disminuyendo los costos laborales”. Este mecanismo, para abogados expertos en Derecho Laboral, representa en sí mismo un sistema de precarización: en muchos casos el trabajador  realiza el mismo servicio que un contratado por menor sueldo, mayor inestabilidad y dificultad para articularse con otros trabajadores.

Eduardo Caamaño, profesor de la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso, explica que, por ejemplo, el artículo 305 del Código del Trabajo -herencia del Plan Laboral de 1979- establece que los trabajadores contratados por obra de servicio no tienen derecho a negociar colectivamente: “Si yo como empresa externalizo en minería, contrato al personal por obra. Entonces el empleador subcontratista sabe que solo tendrá que pagar remuneraciones a precio mercado y esa gente nunca va a negociar colectivamente. Por lo tanto, se transforman en trabajadores de segunda categoría, en comparación con los de la empresa principal”.

El abogado señala que la Ley de Subcontratación es buena en términos del derecho individual, pues da garantías del pago de remuneraciones, de cotizaciones y entrega pisos de higiene y seguridad a los trabajadores subcontratados. “Pero el tema de fondo es la negociación colectiva, a la que no da ninguna opción efectiva”.

En la práctica, los trabajadores subcontratados ven la dificultad de organizarse y buscar mejores condiciones laborales. Manuel Ahumada, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre -que agrupa a contratistas y subcontratistas de la minería- cuenta que ellos han logrado en los hechos mejorar sus condiciones mediante negociaciones más ramales, que han logrado gracias a la movilización. “Aunque de todas formas se producen trabajadores de primera, segunda y tercera categoría”, cuenta.

Por su parte, para Sergio Gamonal la figura realmente preocupante es la del suministro de trabajadores, que hasta antes de ser legalizado era considerado un “fraude laboral”. “Los contratos, teóricamente, nunca recaen en personas. Yo no puedo comprar una persona, lo que contrato es préstamo de dinero. En el suministro, ¿cuál es el objeto? Yo contrato una empresa de servicios transitorio, pero el objeto que me vas a pasar es una persona que es traspasada. Y eso está en el límite del pudor y legalidad. Y ahí todos hemos hecho la vista gorda. Si nos ponemos principistas, es medio inconstitucional”, explica Gamonal.

La demanda por el fin al subcontrato
El programa de gobierno de la Nueva Mayoría plantea claramente un mayor empoderamiento para los sindicatos, pero no se refiere al subcontrato ni al trabajo externalizado.

Paralelo al aumento de las cifras de subcontratación, también ha habido una mayor notoriedad de los movimientos sindicales que piden que se termine con esta figura. Los casos más conocidos fueron la movilización de los peonetas de Coca Cola y la realidad del dirigente sindical asesinado Juan Pablo Jiménez.

Organizaciones sindicales como la CTC y la CUT asumen el fin al subcontrato entre sus demandas centrales. Bárbara Figueroa aclara que para la Central es necesario avanzar en ese camino, pero reconocen que es uno de los temas más sensibles dado el impacto que puede llegar a tener. “Lo primero es revisar la ley actual y los vacíos que han permitido que la práctica se haya transformado en mecanismos de evasión de derechos para los trabajadores”, señala.

La presidenta de la CUT afirma que lo más efectivo es reformular directamente la Ley de Subcontratación, pues no basta solo con una nueva institucionalidad laboral: “Si tenemos un nuevo código del trabajo pero no resolvemos los vacíos de la ley de subcontratación, vamos a salir cojos”.

Figueroa reconoce que el programa de la Nueva Mayoría no habla ni de fin al subcontrato ni de un nuevo Código Laboral. “Pero hay un elemento sustantivo en reformas laborales, que es lo que el programa establece como fortalecimiento de la organización sindical. Si ese paso se consolida, no habrá excusa, no solo en las autoridades sino en el propio movimiento sindical de seguir avanzando en materia laboral”, afirma.

En materia parlamentaria, el debate del subcontrato ha estado ausente en los últimos años. La senadora DC Carolina Goic -miembro de la comisión de Trabajo- reconoce que la ley del 2007 fue un avance en términos de higiene y seguridad laboral, pero quedó pendiente la discusión sobre la precarización asociada a la figura. “Hay una apuesta interesante en el programa de gobierno a raíz de fortalecer los derechos colectivos. Yo no desmerecería eso a raíz de que no aparece el tema de la subcontratación, porque finalmente si fortaleces el sindicato, esa es una forma de generar una mejor condición laboral”, señala.

Por su parte, el diputado UDI Ramón Barros, miembro de la comisión Trabajo en la Cámara, comparte que el tema ha estado ausente y que existen situaciones preocupantes, como en Codelo y la diferencia de salario entre los subcontratados y los trabajadores de planta. “En el ámbito del trabajo hay, como en toda actividad humana y empresarial, prácticas que permiten ciertos abusos. En sectores como bancos y empresas del retail, hay situaciones que preocupan, pero en el ámbito agrícola se ha ido evolucionando. Hay de todo, en algunos aspectos hay precarización y en otros consolidación de empresas de servicios”.

Para el parlamentario gremialista el tema será tocado en la comisión a raíz de la discusión del Multirut en empresas del retail, que suelen ocupar la figura de la subcontratación. “Pero calificar a buenas y primeras que hay una precarización, me parece aventurado. Esto es algo que se tiene que clarificar, probablemente va a ser objeto de discusión, poniendo énfasis en corregir anomalías y reconociendo ciertos avances y emprendimientos. No podemos echar en el mismo saco todas las situaciones”, señala.

El debate de la desigualdad
La nueva conmemoración del 1 de mayo llega en medio del debate de la reforma tributaria propuesta por el gobierno de Michelle Bachelet como forma de combatir contra la desigualdad que existe hoy en Chile. Sin embargo, para muchos la verdadera pelea por la desigualdad se da en el trabajo. ”En el punto donde se genera la riqueza, que son las relaciones de producción, entre trabajadores y empleadores, esta coalición de gobierno no la enfrenta de manera directa. Eso hace que cualquier pretensión de cambio estructural quede corta. Lo que más les preocupa a las empresas es el tema laboral y ahí seguimos con reglas del juego que vienen de dictadura. Técnicamente, la reforma tributaria no ataca el corazón del problema de la desigualdad, que está en el trabajo”, señala Gonzalo Durán.

Esta posición contraviene directamente lo que José Piñera plantea  en su libro “Revolución Laboral”, donde explica que la negociación colectiva no es un mecanismo para distribuir riqueza. “Eso contraviene lo que dice la OIT”, afirma Durán.

“Cuando llegan los Chicago Boys y particularmente José Piñera, se toma la decisión política de desmantelar relación laboral y hacerla funcionar a economía de libre mercado. La legislación laboral clásica fue siempre para lograr el equilibrio relativo capital – trabajo. Pero llegan los Chicago y todo lo contrario: regulación laboral al menor costo posible”, señala Eduardo Caamaño. El abogado explica que las relaciones laborales naturalmente suponen un conflicto, que se entiende en que son dos partes en posiciones distintas en una relación de poder. Entonces en esa relación hay un desequilibrio que es natural. “La gracia de la negociación colectiva es que lo rompe, recoge la vieja premisa de la que la unión hace la fuerza. El trabajador solo está en posición de desequilibrio, pero unidos en sindicatos pueden aspirar al mejoramiento de sus condiciones”, afirma.

Este punto es compartido por la presidenta de la CUT Bárbara Figueroa: “Se pueden hacer muchas reformas tributarias, pero también se tienen que generar instrumentos de equidad. Y uno por excelencia es la negociación colectiva y para eso lo primero que necesitas el elemento negociador, por lo que tiene que haber un fortalecimiento del sindicato como gran contraparte”.

Sin embargo, todos comparten que la posición que ha predominado en los últimos años es precisamente la de Piñera. ”Aquí el capital ha ganado por goleada, producto de un aparato institucional impuesto en dictadura que ha beneficiado al empresario. Ni este gobierno ni los anteriores se han atrevido a enfrentar eso”, explica Gonzalo Durán.

El Dínamo

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