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Chile

El ex presidente de la División de Metales Base de BHP Billiton afirma que el resultado del proceso de negociación colectiva de Escondida fue un fracaso. “Todos perdieron: compañía, trabajadores y gobierno”, dice. Plantea que las partes deberán reflexionar sobre lo que hicieron mal para sentarse en septiembre de 2018 con un espíritu de ganar-ganar.

Lunes 27 de Marzo de 2017.- Como un fracaso califica Diego Hernández, presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) y ex presidente de la División de Metales Base de BHP Billiton, entre 2004 y 2010, la negociación colectiva entre Escondida y su sindicato. Esto, luego de que el jueves pasado, en el día 43 de la huelga legal, los dirigentes de la mayor faena de cobre privada del mundo decidieran acogerse al Artículo 369 del Código Laboral, extendiendo la validez del contrato colectivo, que venció el 31 de enero pasado, por 18 meses más.

“El resultado de Escondida muestra el fracaso de esta negociación”, enfatiza el dirigente.

Hernández atribuye este resultado no sólo a los trabajadores, sino también a cómo la compañía condujo el proceso. “No se debe empezar una negociación colectiva midiendo fuerzas ni diciendo cuánto uno puede aguantar una huelga. Eso es un error (…). Esta fue una pésima negociación, muy mal llevada”, asevera.

El ex alto ejecutivo minero compara esta negociación con el proceso que lideró en 2006, cuando Escondida enfrentó una movilización de 26 días. “La huelga que hubo en Escondida es distinta a esta, porque en esa ocasión nunca se interrumpieron las conversaciones. Había reuniones tres o cuatro veces a la semana y había una intención al diálogo. Eso no se vio en este proceso de negociación colectiva”, comenta.

Pese a que no entiende la estrategia del sindicato de extender el contrato hasta septiembre de 2018, plantea que en el tiempo que se abre es necesario que las partes reflexionen y analicen qué hicieron mal. “Es necesario que la próxima negociación se enfrente con un espíritu distinto, de ganar-ganar, donde todos estén preocupados de sus intereses, pero también del futuro de la empresa”, enfatiza.

¿Qué opina de que al día 43 el sindicato se acogiera al Artículo 369?

El resultado de Escondida muestra el fracaso de esta negociación, porque finalmente y, luego de 43 días, no se llegó a un acuerdo. Se conversó poco, prácticamente no se negoció y los trabajadores y la empresa se mantuvieron mucho tiempo en sus posturas iniciales.

Entonces, ¿todos perdieron?

Perdieron todos: perdió la empresa, porque dejó de producir, lo que fue un perjuicio grande para la compañía. Perdieron los trabajadores, porque no ganaron nada después de 43 días de movilización, es decir, no recibirán sueldo y, además, comprometieron todos los bonos de desempeño del año, porque están conectados con indicadores anuales de desempeño y no mensuales, y esas metas no se van a recuperar. El gobierno también pierde, porque el 42% del costo que tuvo la huelga en Escondida -se calcula en US$ 883 millones- lo paga el Estado, porque son menos impuestos que recauda el Fisco, mientras que el 58% restante lo pagan los accionistas de Escondida.

¿A quién le quedó grande esta negociación: a Escondida o a su dirigencia sindical?

Les quedó grande a todos, porque fue un perder-perder para todos. Le quedó incluso grande al gobierno, que no fue capaz de controlar los actos de violencia. La señal que la empresa envió al detener proyectos que nada tienen que ver con la huelga, sencillamente porque no se podía trabajar, es un muy mal precedente.

¿Qué gana el sindicato al retrasar el tema hasta septiembre de 2018?

No gana nada, sólo mantener el contrato colectivo actual. Y por lo que hemos sabido, la propuesta de la empresa no es muy distinta al contrato colectivo actual. Tiene algunos matices, pero la esencia es la misma. Es difícil entender la estrategia de los trabajadores, de los dirigentes del sindicato y del asesor del sindicato. No lo entiendo.

Cuando se retome la negociación, ¿cree que los trabajadores podrán doblarle la mano a la empresa y obtener sus tres “puntos basales”?

Al contrario, estrechan ese espacio, porque no todos los trabajadores están de acuerdo con el resultado de esta negociación. Estoy seguro de que si se hace una votación secreta, la mayoría no estaría de acuerdo.

¿Qué deben hacer las partes para volver a negociar y sellar un acuerdo?

Ambas partes, empresa y trabajadores, tendrán 18 meses para reflexionar dónde se equivocaron, qué es lo que hicieron mal, de manera que la próxima negociación se enfrente con un espíritu distinto, un espíritu de ganar-ganar y donde todos estén preocupados de sus intereses, pero también del futuro de la empresa. En esta negociación no fue el caso, fue más bien como una guerra entre trabajadores y empresa y eso no se justifica, porque las condiciones que tienen los trabajadores son muy buenas. Ellos tienen el mejor contrato colectivo del país. Tampoco se justifica por el precio del cobre actual y por las condiciones que muestra el mercado. No tiene ninguna justificación.

¿Qué responsabilidad tiene la administración?

No se debe empezar una negociación colectiva midiendo fuerzas ni diciendo cuánto uno puede aguantar en la huelga. Creo que eso es un error, porque el objetivo de una negociación colectiva no es la huelga, el objetivo de la negociación colectiva es llegar a un acuerdo que sea ventajoso para ambas partes. Definitivamente, esta fue una pésima negociación colectiva, fue muy mal llevada.

¿La administración debió dar por finalizada la huelga cuando los trabajadores quemaron la carta?

La quema de la carta fue un acto irreflexivo, que buscó presionar a la empresa, pero no sirve, porque fue una declaración de guerra que no contribuye en nada. No sé si debió terminar ahí la negociación. Desde afuera es fácil dar opiniones, pero eso muestra que la dirigencia fue poco madura.

“Antes hubo disposición al diálogo”

Al comparar la negociación anterior (Escondida en 2006) con esta, ¿qué diferencias ve?

En esa oportunidad había voluntad de llegar a un acuerdo, pese a que la huelga duró 26 días. La huelga que hubo en Escondida es distinta a esta, porque en esa ocasión nunca se interrumpieron las conversaciones. Había reuniones tres o cuatro veces a la semana y había una intención al diálogo. Eso no se vio en este proceso de negociación colectiva. Acá hubo una postura completamente intransigente, suponiendo que le iban a doblar la mano a la empresa.

¿Y en la de Spence, en 2009?

Spence fue más parecida a esta huelga, porque el asesor es el mismo (el abogado Marcos López). En esa oportunidad, ellos fueron más intransigentes. Pero había una característica en Spence: ahí la edad promedio de los trabajadores era de 30 años, había mucha gente joven que no tenía experiencia en negociación colectiva, lo que hizo que los dirigentes manejaran mejor las bases. Incluso, se hizo una práctica antisindical de hacerlos firmar una letra por una cantidad apreciable de recursos para asegurar que no se produciría un descuelgue.

¿En esos procesos se planteó acogerse al Artículo 369?

Nunca. Eso nunca se planteó.

¿Conoce al abogado Marcos López? ¿Qué lo motiva a llegar a situaciones tan extremas…?

No lo conozco y nunca he conversado con él. Pero él era el asesor del sindicato en la huelga de Spence y usó tácticas parecidas a las que está utilizando ahora. El es un asesor importante, sobre todo en la Segunda Región, y quiere crearse esa reputación de que es el asesor de las huelgas más largas y más duras. Esa es la imagen que quiere crear.

¿Cree que se quiere convertir en el abogado laboral más temido por las empresas mineras?

Exactamente. Así como hoy existen abogados ambientalistas que son temidos, él es y lo seguirá siendo después de esta huelga, conocido como el duro entre los abogados que asesoran a los sindicatos.

“Mal precedente para la reforma laboral”

¿Escondida es hoy la avant premiere de la reforma laboral?

Es un mal precedente para la reforma laboral. Pero, por otro lado, esto hará que todos reflexionen. Tanto trabajadores, sindicatos y empresas verán la forma de evitar que esta situación se repita. Y me imagino que también esa reflexión la harán las autoridades, incluyendo la Dirección del Trabajo. Este es un mal resultado para todos, incluso para la futura reforma laboral.

¿Esto hace evidente que con la reforma habrá más conflictividad?

Claro. De partida, habrá mucha más judicialización y eso es un mal ingrediente para las negociaciones colectivas. La negociación colectiva tiene un ritmo distinto que un juicio y eso se mezcla ahora. La reforma laboral deja una serie de cabos sueltos y se usarán para ganar posiciones y presionar a la empresa. Por eso, ahora las negociaciones serán más complejas.

¿Y para las próximas negociaciones colectivas del sector? Vienen varios procesos en Codelco y la más grande será Collahuasi…

Es difícil de decir. Codelco es distinta, tiene dirigentes sindicales con más oficio y que entendieron cuál era la situación de la empresa. Codelco tiene una situación más compleja, por eso hicieron negociaciones con contratos colectivos con plazos menores (dos años en Chuquicamata), pero fue porque se entendió cuál era la coyuntura y eso parece que no se entendió en Escondida. Y en Collahuasi, hay que ver lo que pasará.

La Tercera

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