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Chile

Viernes 09 de Agosto de 2013.- Terminada la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos tomó un camino económico: la "sustitución de importaciones" para reducir la influencia de los países desarrollados en crisis. Chile no fue la excepción y, a través de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), creó empresas estratégicas; una de ellas, la Compañía de Acero del Pacífico (CAP).

Era 1950 cuando la planta Siderúrgica Huachipato -emplazada en el sector San Vicente de Talcahuano- comenzaba sus actividades. Era una de las empresas industriales más grandes en Chile. En 1987, completó su privatización total, apareciendo el hasta ese entonces gerente general, Roberto de Andraca, como uno de los principales accionistas, posición que consolidó con los años.

De Andraca, ahora presidente del Grupo CAP, tiene un nuevo desafío: ya no liderar una boyante industria, sino que revivir a una empresa impactada por su competencia china.

Ejecutivos de la compañía comentan que el crecimiento "desenfrenado" de la industria siderúrgica china presionó al alza insumos de la elaboración del acero -como el hierro y carbón-, a lo que se sumaron excedentes de producción que explican una disminución en los precios.

Estos factores generan una "destrucción del margen operacional" como nunca antes vivió el negocio que golpea más a Huachipato por los elevados costos de la energía eléctrica en Chile y, debido al tamaño de la planta productiva, al poco espacio para alcanzar ahorros vía economías de escala.

El escenario no es nuevo. El 2007 fue el último año en el que Huachipato obtuvo ganancias. Desde entonces a la fecha suma pérdidas por US$240 millones. ¿Cambiará la tendencia? Difícilmente en 2013. Al primer semestre de este año la división aceros de CAP suma una pérdida de US$52,2 millones.

Eso sí, el Grupo CAP, a junio de este año, registró una utilidad de US$81,5 millones, menor a la de 2012 impulsado por el mal desempeño del negocio siderúrgico.

La transformación: De acerera a minera

Focalizar el negocio a la extracción de hierro entregó buenos resultados al holding. Pese a las pérdidas que trajo el acero, la firma suma importantes utilidades que hacen que su acción sea parte del Ipsa en la Bolsa de Santiago.

Según lo comunicado por la compañía en sus resultados al primer semestre, el área minera representó el 99% de su Ebitda, indicador que mide la caja de una empresa. En 2012 el hierro fue equivalente al 94% del Ebitda, un 8% al área de procesamiento de acero y un -2% a Huachipato.

Siete años antes, en 2005, la situación era muy diferente: el 54% del Ebitda lo explicaba la división acero, mientras que la minería sólo, 38% y el área de procesamiento, 8%.

Las fichas de la empresa están puestas en la minería, contando con un ambicioso plan de inversiones para alcanzar, en 2018, los 40 millones de toneladas.

Reestructuración profunda

Pese a la evidencia de los números, CAP está lejos de desprenderse de Huachipato. "Acá comenzó todo, es donde empezó el negocio, por lo que la siderúrgica tiene un valor sentimental", comenta un cercano al directorio del holding.

Por eso se inició un fuerte proceso de reestructuración de la empresa. Partió con la renuncia del por cinco años gerente general, Iván Flores. Asumió el 1 de agosto Ernesto Escobar.

La nueva administración ya entregó lineamientos, desechando la elaboración de los denominados "productos planos", optando por la fabricación de productos largos; es decir, barras para el suministro de la minería y la construcción, segmentos considerados como los de mayor proyección del mercado, dadas las características de la demanda local de acero.

El objetivo es claro. Según la última presentación a inversionistas realizada por la empresa, la meta para el área acero es mantener el liderazgo en Chile y, "al menos, que tenga un efecto neutral en su contribución al Ebitda para el Grupo CAP".

Asimismo, implementaron un plan de retiro voluntario de más de 200 trabajadores, además de la salida de 43 ejecutivos de Huachipato.

El presidente del Sindicato Nº 2 de la siderúrgica, Pedro Gutiérrez, comentó que 210 trabajadores se acogieron el plan, dejando en poco más de 1.500 trabajadores en la planta. En 2004 eran 2.447 empleados.

"El nuevo enfoque repercutirá en la disminución de la producción. Si antes se llegaba a 1,1 millón de toneladas, ahora debería llegarse a las 800 mil toneladas", comenta el dirigente.

Señala que también cambiaron las condiciones de gratificaciones. Hace un par de semanas acordaron un nuevo contrato colectivo. "Consideramos al convenio como futurista; por ejemplo, se establecieron bonos compensatorios por desempeño y resultados, nuevos dentro de este sistema", opina.

Eso sí, el cambio no convence a todos. El Sindicato Nº 1 de trabajadores de la compañía aprobó la censura de la mesa directiva al calificar a algunos de sus integrantes como "demasiado complacientes" con la empresa. La posición de los nuevos representantes -electos el miércoles- está por verse.

LSOL

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