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Chile

La única mina productora de la piedra semipreciosa en Chile detuvo su producción y acusa que existen grupos organizados para robarles el mineral, que luego venden a artesanos y tiendas. Hoy también se importa desde Afganistán.

Viernes 30 de Agosto de 2013.- La puerta del palacio del rey Nabucodonosor de Babilonia estaba pintada con su tono azul y el faraón Tutankamón de Egipto poseía ataúdes fabricados con él. Así de larga es la historia del lapislázuli, mineral semiprecioso que siglos más tarde fue declarado como la piedra nacional de Chile... pero que hoy vive un oscuro presente.

De acuerdo con cifras del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), desde el 2010 a la fecha no existe producción de lapislázuli en el país. En la última década, 2006 marcó el peak de extracción con 400 toneladas, seguido por 2009, último año de actividad, con 215 toneladas.

La producción nacional de la piedra -único país con alguna mina de lapislázuli junto a Afganistán- está en manos de Flores de Los Andes, compañía que cuenta con un depósito en las cercanías de Ovalle, a 3.600 metros de altura y a unos 200 metros de la frontera con Argentina.

El mineral ya era conocido por los pueblos precolombinos del área andina que extraían de este yacimiento el lapislázuli usado para sus joyas, atraídos por la lazurita, componente que le otorga a la piedra un intenso color azul.

El paso a la producción industrial

A fines de los años 80 el estadounidense Herman Warmbold compró las pertenencias en la zona de Ovalle buscando industrializar la producción del lapislázuli. Fundó Flores de los Andes, la compañía que explotaría uno de los dos grandes yacimientos de la piedra en el mundo.

Uno de los asesores de Warmbold en la creación de la empresa fue el ejecutivo eléctrico Rudolf Araneda, quien se apasionó por el lapislázuli y, hoy, es el mayor accionista de la compañía.

¿Cómo pasó? Araneda cuenta que en ese período fue vendida una compañía en la que él participó en sus inicios y las ganancias obtenidas fueron invertidas en la minera.

Con armas y mulas, el modus operandi de las bandas que roban lapislázuli

Pese a tener gran parte de su patrimonio personal invertido en la mina, Araneda, actual gerente general de la central GasAtacama, reconoce que no puede dedicarle mucho tiempo al desarrollo del proyecto, una de las razones que explica la paralización de la producción.

La empresa hoy sólo está vendiendo los stocks que maneja en bodega.

Si bien Araneda apunta que en las campañas de extracción de la piedra, que sólo pueden ser en verano, se sacaba la mayor cantidad posible de lapislázuli, lo que podría generar el "sobrestock", hay otra razón que desmotiva a los socios: el robo del mineral.

"Grupos organizados han establecido un proceso para extraer lapislázuli del yacimiento de manera ilegal y en forma sistemática. Usando explosivos sacan algo de mineral el que bajan en mulas y camionetas para luego venderlo a artesanos y tiendas", acusa Araneda.

Actualmente, la firma opera vendiendo lapislázuli a artesanos en bodegas que mantienen en la comuna de Quilicura. La venta es por kilo y, según orfebres, su valor varía entre los $8 mil y $15 mil por kilo, dependiendo de la calidad de la pieza.

El principal accionista de la mina dice que lo vendido en sus galpones abastece marginalmente la demanda existente en Chile. "Un porcentaje importante de las ventas de lapislázuli en el país proviene de este mercado ilegal. Lamentablemente se ha profundizado este esquema informal e indebido", dice.

Añade que "esta red informal de extracción y venta de lapislázuli incluso utiliza nuestro campamento e infraestructura, logrando una extracción más barata a cambio de un tremendo daño al yacimiento".

Inversión, lejos de ser rentable

El ideal de la compañía es poder explotar el yacimiento en forma de cantera de mármol, pero los explosivos utilizados por los grupos que roban la piedra hacen más compleja la ejecución del plan. De esta manera, la empresa podría exportar bloques de lapislázuli enfocados en revestimiento arquitectónico o fabricación de baldosas naturales.

Por si fuera poco, y pese a ser el mayor productor del mineral, en los últimos años ingresó producción de Afganistán. "Además de esta fuente informal de abastecimiento de artesanos y las tiendas, hay una pequeña parte de objetos y joyas de lapislázuli que es importado y cuyo origen del lapislázuli es afgano", detalla Araneda.

"Todo esto genera un desincentivo económico para el plan de desarrollo de la mina, el que requiere un capital importante para abordar un mercado internacional más grande. El negocio, de efectuarse los planes, puede orientarse a los revestimientos arquitectónicos pigmentos y objetos elaborados, además de abastecer ampliamente el mercado formal en Chile", agrega.

Araneda relata que su inversión en la mina está lejos de ser rentable y que en los últimos años la empresa sistemáticamente ha tenido pérdidas. Para solventarlas, los socios tuvieron que participar en aumentos de capital sucesivos. "Muchos se han cansado, pero algunos pocos continuamos aportando con la esperanza de revertir esta situación en el futuro", dice.

El mercado de la piedra: tiendas venden US$2 millones mensuales

El barrio Bellavista es un lugar de venta tradicional del lapislázuli, por lo que no están ajenos a lo que ocurre en el mercado. Según Mario Muñoz, que hace 28 años posee una tienda de venta de joyas en el sector, la poca disponibilidad se ha notado como también su disminución en la calidad.

"Ahora uno consigue el lapislázuli, por ejemplo, en las bodegas de Flores de los Andes, pero no es la misma calidad de antes, son pocas las piezas azul intensas", dice.

Reconoce que es común que personas acudan con bolsos a los locales a ofrecer piezas de lapislázuli para vender. "Antes nosotros íbamos a Ovalle a buscar, ahora no es necesario", comenta.

Para Luis Hernández, dueño de otro local de orfebrería en la zona, sigue existiendo la disponibilidad de la piedra aunque no conoce su procedencia.

"Según estimaciones de diversas fuentes, las ventas de objetos y joyas de lapislázuli en el país son relevantes, una cifra que superaría los US$2 millones al mes en las tiendas. Los turistas cuando vienen a Chile continúan comprando artesanía y joyas en lapislázuli, por ser un recuerdo característico de nuestro país y es muy importante que ello continúe, pero de forma correcta", cuenta Rudolf Araneda.

LSOL

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