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Chile

Miércoles 15 de Noviembre de 2017.- Es clara y enfática. “No puedo hablar por Colbún porque no soy la representante legal”, precisa la economista y ex ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, y también presidenta del Círculo Empresa y Sociedad de Icare, tras presidir un foro sobre las brechas y los avances en materia de institucionalidad regulatoria.

Sin embargo, la economista y ex ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, tiene los créditos para hacerlo. Desde hace 5 años que es miembro del directorio de Colbún y hoy es la segunda a bordo después de Juan Eduardo Correa.

En calidad de vicepresidenta de la generadora eléctrica del grupo Matte, la también directora de CMPC y Antofagasta Minerals ha estado presente en la mesa que discutió y decidió liquidar el proyecto hidroeléctrico de HidroAysén, que partió en 2006.

Tras el fracaso de sus alegatos ante el Comité de Ministros, Colbún y Enel, las empresas detrás de la iniciativa que llevaría electricidad desde el sur hasta el centro de Chile, resolvieron realizar los trámites para devolver los derechos de agua al Estado, en una clara señal de cierre de capítulo. Blanlot encuentra positiva la decisión tomada y entrega su visión sobre la posición de Colbún tras la última licitación eléctrica.

Mirando la contingencia, como directora de Colbún ¿qué le parece que la compañía haya decidido no avanzar con el proyecto de HidroAysén y devolver los derechos de agua al Estado?

-En términos generales, es evidente que cuando el mismo Estado determina que no se puede realizar una inversión, tiene todo el sentido del mundo devolver el derecho que se pidió específicamente para esa inversión y el Estado ha determinado fehacientemente que no va a permitir la realización de esa inversión y eso pasa para cualquier tipo de proyecto que haya pedido derechos de agua.

¿Es positiva la decisión?

– ¿De devolver los derechos de agua? Claro, no tiene sentido económico mantenerlos, aunque a veces, por ejemplo, algunos proyectos de quienes los proponen pueden ser reformulados sustantivamente y pueden querer conservar algunos de los derechos, lo cual al final es una decisión económica acerca de cuál es la probabilidad de reformular y ser exitoso en eso contra el estar pagando patentes por el no uso del derecho.

¿Cómo ve el futuro del mercado eléctrico, sobre todo después de que Colbún no se adjudicara contratos en la última licitación eléctrica?

-Hay que entender que las licitaciones para los consumos regulados son una parte del mercado. Está todo el mercado que tiene que ver con el consumo de los no regulados que es cada vez más amplio. En general las empresas lo que hacen es ofrecer precios en función del mix de energías que tienen contemplado para el período en el cual se están pidiendo contratos y eso es lo racional que hacer. Hay empresas que apuestan a una baja muy grande, muy fuerte de por ejemplo las energías renovables o como la energía solar y es una apuesta que pueden verificarse o no. Hay otras que actúan con el mix que tienen y son más conservadoras. Pero eso es parte del juego de mercado y hay que ver qué pasa en el futuro.

El mercado golpeó duro a Colbún, las acciones cayeron más de 8% desde que se supieron los resultados de la subasta eléctrica.

-El mercado accionario es un mercado que reacciona a mi juicio a veces muy emocionalmente y muchas veces se ve que al poco andar se revierte la tendencia. Entonces, no le doy mucha importancia a lo que pasa en el mercado accionario de inmediato, tampoco es un mercado profundo en Chile, es muy poco profundo. En general, como economista, veo las variables reales y no las variables que tienen esa volatilidad tan fuerte como la Bolsa.

¿Cuál es su proyección para el mercado eléctrico en términos de competitividad y regulación?

-En el sector eléctrico ha aumentado la competencia, eso es muy bueno y se ha diversificado el pool de las empresas que participan y que creo que están aquí para quedarse. El marco regulatorio, quedó razonablemente bien, se puso más o menos al día, pero hay cosas que están pendientes y que no son menos importantes. Una de ellas es cómo se van a pagar los servicios de respaldo que se le dan a las energías renovables que no son continuas, así como otros aspectos que están pendientes y esperamos que el regulador los resuelva bien.
En materia de regulación del sector eléctrico ¿qué rescata y en qué estamos al debe?

-El principal beneficio durante toda la reforma que se hizo durante este período es haber mejorado la regulación de la transmisión eléctrica. Ese mejoramiento tiene que ver con facilitar el financiamiento de las líneas troncales de la transmisión y, por lo tanto, también facilitar la interconexión. Lo que ocurre es que en el modelo antiguo estaba pensado para que los incentivos estuvieran en instalar las centrales eléctricas lo más cerca de los centros de consumo. Pero con el tiempo es claro que para efectos de aprovechar los recursos naturales y sobre todo las energías no contaminantes, hay que ubicar las centrales donde está el recurso y eso tiende a ser más alejado. Entonces había un incentivo a construir centrales por ejemplo de carbón y un desincentivo a construir centrales que usan recursos renovables. Era necesario cambiar la forma en que se financia el sistema de transmisión y eso para beneficio de todos los consumidores. El otro tema es facilitar la interconexión porque existen economías de integración entre los sistemas del norte, que pueden aprovechar la energía solar mucho más fuertemente, y los sistemas del sur que pueden aprovechar la hidráulica y así suma y sigue. Pero donde nos quedamos cortos en el sistema de la regulación de la distribución eléctrica que tiene 35 años sin modificación. Además de una serie de problemas que redundan al final de cuentas en la calidad que se le entrega a los consumidores y a la transparencia del sistema de tarificación. Eso la verdad le está quitando legitimidad a esa regulación.

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