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Bolivia

Los conflictos que se producen en varios países dan cabal cuenta de la magnitud de un problema que ya no puede ser por más tiempo eludido

01 de Junio de 2012.- Hace casi un mes, las comunidades indígenas de Mallku Khota iniciaron una serie de movilizaciones en contra de la instalación en sus tierras de un proyecto minero de la empresa canadiense South American Silver. El pasado miércoles, un grupo de cooperativistas mineros tomó por la fuerza una mina arrendada por el Estado a la empresa Sinchy Wayra, filial de Glencore. Y esos son sólo dos de los muchos conflictos que alrededor de las concesiones mineras se han producido en nuestro país durante los últimos tiempos, y de los muchos que ya se ven venir. 

En Perú, la situación es muy similar. Según un reciente informe de la Defensoría del Pueblo del país vecino, hay 243 conflictos sociales en todo el territorio peruano, la mayoría de ellos vinculados a temas socioambientales en los que están involucradas empresas mineras. Las manifestaciones en Espinar y en Cajamarca son sólo dos de ellos. 

Casos muy parecidos están produciéndose en todos los países que tienen algún potencial minero. Según un informe del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina recientemente difundido, durante los últimos meses han estallado 162 conflictos mineros en toda la región por la oposición de comunidades locales a proyectos que son vistos como una amenaza para la preservación de sus condiciones de vida, principalmente por el alto consumo de agua y por la contaminación de los ríos que ocasionan las actividades mineras. 

Todos esos conflictos tienen algunos elementos en común. El principal de ellos es que a raíz del enorme aumento de los precios de los minerales durante los últimos años se ha desencadenado tanto entre las más grandes empresas mineras del mundo, como entre miles de pequeños mineros informales, una especie de euforia que ningún Estado está siendo capaz de controlar. 

El caso del oro, que de 270 dólares la onza llegó a cotizarse en 1.800, y según todas las previsiones muy pronto cruzará el umbral de los 2.000, es el más ilustrativo al respecto pero no el único. Una tendencia similar se ha visto en los precios de prácticamente todos los minerales. 

Quienes ven con ojos críticos ese fenómeno consideran que sus consecuencias son a cuál más negativa y los beneficios, en cambio, insignificantes o por lo menos tan pequeños, que no se justifica el alto costo que Latinoamérica debe pagar por obtenerlos. 

Según cálculos de las instituciones que analizan el asunto, la cantidad de muertes que se han producido con motivo de estos conflictos ya suman centenas en toda Latinoamérica y la cantidad de víctimas indirectas, ocasionadas por los daños ambientales, según los mismos estudios, ya se pueden calcular en términos de millones de personas.  

Lo que está ocurriendo estos días en Bolivia, Perú, Chile, Argentina, Colombia, Panamá, y aunque con menor intensidad en otros países de la región, da cabal cuenta de la magnitud del problema, de lo difícil que será resolverlo y, sobre todo, de lo urgente que es afrontarlo sin recurrir a simplificaciones que no guardan relación con su complejidad. Es de esperar que no haga falta que conflictos como los que están produciéndose en nuestro país y en Perú se hagan incontrolables para que se haga la pausa indispensable.

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