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Chile

El presidente del directorio de Guacolda y ex ministro de Energía, ve necesario un acuerdo nacional y confía en que el Congreso será "racional"

08 de Junio de 2012.- La polémica por Hidroaysén la ha mirado desde lejos, bien lejos. Eso en términos geográficos, porque su trinchera en la discusión eléctrica está en la bahía de Huasco, donde se emplaza Guacolda, eléctrica de la cual preside el directorio. También está lejos del sector regulatorio, como cuando fue ministro de Economía y Energía y debió lidiar con el inicio de la crisis del gas argentino. Pero a Jorge Rodríguez Grossi, quien además es el decano de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado, le preocupa y mucho el tema. Lo toca de cerca. 

Más allá de que la empresa que encabeza sea termoeléctrica, cree que Chile no puede darse el lujo de desaprovechar los recursos de Aysén, que existe una campaña ecologista dura que no ha sido contrarrestada por nadie y que, pese a ciertas declaraciones altisonantes, el Congreso es racional y tendrá que asumir, al igual que el Ejecutivo, los costos de permitir el desarrollo de la electricidad en Chile en los niveles que se requiere y, además, a tarifas bajas.

¿Cómo tomó la decisión de Colbún sobre Hidroaysén?
Me sorprendió, porque nunca había sido testigo de una decisión de una empresa de tal magnitud. Pero, más allá de sorprenderme, también comprendo el contexto en el que se da. En el sector eléctrico las inversiones son gigantescas y la incertidumbre es muy grande. Hoy los proyectos se demoran muchísimo en ser aprobados y, además, se han judicializado. También se han sumado elementos como el respeto a territorios indígenas, y una suma de factores. A esto se agrega la oposición que ha tenido ese proyecto en particular, que ha sido gigantesca. Todo eso permite entender que el inversionista diga que prefiere parar hasta ver bien qué es lo que viene. Decir eso es una clara referencia a una eventual promesa de la carretera eléctrica, que es un muy buen concepto, pero que lamentablemente todavía no se expresa en un proyecto de ley.

¿Qué es lo que está en riesgo?
Ocurre que diseñar el trazado de la línea no es una tarea menor, porque requiere de mucho estudio geográfico. Pero tampoco basta con la aprobación ambiental, porque hay que negociar con cada uno de los dueños de terrenos desde Cochrane hasta Santiago. Me imagino que fue un tema estratégico para avanzar en esto, pero entiendo que acá hay una decisión económica de que lo que viene es incierto y no corresponde meter recursos cuantiosos en un proyecto que a lo mejor difícilmente se puede llevar adelante.

Si el marco jurídico no ha cambiado, ¿por qué la incertidumbre ha aumentado?
No nos habíamos enfrentado a proyectos tan grandes como Hidroaysén. De hecho, ninguna central hidroeléctrica se ha construido en Aysén. Nunca nos habíamos encontrado con este fenómeno. Por tanto, se trata de un tema legal nuevo.

¿Y a nivel general?
Tiene que ver con varias cosas. Hoy, tenemos un tipo de conciencia ambiental más grande y profunda que la que había hace 20 años. Otro punto es la oposición, porque esta obra encuentra opositores muy fuertes y que han puesto muchísimos recursos en contra de un proyecto eléctrico. Eso no lo habíamos visto antes. Y en tercer lugar, hay una incertidumbre grande sobre la extensión de la línea, que va a pasar por miles de propiedades con las cuales puede haber miles de contiendas respecto de precios, de negativa total a dejar pasar una línea, sin haber una ley como la que protege a ENAP o las carreteras, en el que tú pasas y expropias. Acá no es así. Y en ese caso, estamos con un problema que se multiplica varias veces. Todo eso es nuevo.

¿Hay una oposición a todo?
Efectivamente hay grupos que están en contra de todo, e incluso en contra del crecimiento de Chile, como lo manifestó en su momento la esposa de Douglas Tompkins, imaginándose que estaba en Suiza o un país muy desarrollado. Yo veo que detrás de eso está la idea de que hay zonas en Chile que no deben sufrir cambios porque son no sé, patrimonio del mundo. No lo comparto. Creo que todas las regiones de Chile tienen que cooperar con el desarrollo del país, salvo algunas zonas en las que el valor turístico amerite que no haya cambios. Y no es el caso de Hidroaysén. 

Esa visión es contraria al desarrollo y al combate a la pobreza y yo la rechazo. Eso lleva finalmente a no tener electricidad, porque se sustituyen o pretenden sustituir las fuentes tradicionales de generación por plantas que usan el viento o el sol que tampoco son neutrales respecto del medioambiente, pero que además son caras y de baja eficiencia. La gente común y corriente no sabe eso y sólo confronta las visiones de lo tradicional versus lo nuevo, bonito y moderno que es usar el sol o el viento, pero no ha tomado conciencia que eso significa un encarecimiento de la energía y, por lo mismo, de los productos, baja del empleo, empeoramiento de la pobreza, etc. Acá ha fallado la comunicación del problema integral a la comunidad chilena y, por lo tanto, todos opinan sin tener todos los elementos importantes en vista. Yo estoy seguro de que si uno contribuye a poner todos los elementos arriba de la mesa, la gente es súper racional.

¿Cree que lo ocurrido con la central Barrancones marcó un hito al respecto?
Efectivamente, porque colocó una cuota de nerviosismo que no estaba antes. No había ocurrido que se paralizara un proyecto por voluntad del gobierno. Eso ha sido una de las causas que ha agrandado la incertidumbre, a pesar de que el gobierno no había tenido esa actitud. Ha sido uno de los elementos. El otro es la judicialización, donde es importante recalcar que no han estado en dudas las variables ambientales, sino más bien de los procesos de obtención de permisos y los criterios que se usaron, pero no son temas ambientales,

¿La Estrategia Nacional Energética subsana esto?
Creo que la estrategia en general es bastante razonable, pero lo que se reclama en el sector eléctrico es que se concrete. En ella hubo un consenso importante, entonces, hagámosla. Ahí ha habido una falla que todo el mundo reconoce, que es tener varios ministros de energía en dos años. Cuando uno se hace cargo de un ministerio tiene que gastar una cantidad grande de tiempo para interiorizarse de los temas. En este caso, el tema no es menor, es un tema complicado y tener 4 ó 5 ministros produce un atraso fenomenal.

¿Qué factibilidad le ve usted al trámite en el Congreso de la carretera eléctrica, dado el clima político que existe?       
Hay que meter a más gente en el debate. Si uno ve el proyecto 20/20 que está siendo trabajado en el Congreso, da la sensación de que no se tomó en cuenta, por ejemplo, que en el SING es imposible llevar adelante un proyecto de este tipo. Entonces, uno piensa que se está legislando a la fuerza sin los debidos conocimientos y opiniones que tiene que tener un sector de cualquier tipo, no sólo el eléctrico. Todo el mundo político estará a favor de que el país tenga la suficiente energía eléctrica.

¿La opción es un acuerdo nacional?
Tenemos que tener un acuerdo nacional. Hay gente que no le gusta hablar de estos acuerdos nacionales, pero Chile tiene algunos temas que sin acuerdos nacionales serán un problema gigantesco de resolverlos, como la educación, el ferrocarril, el transporte y el tema eléctrico, sin duda. Este es un país con una geografía complicada, y resulta que el agua -para hacer hidroelectricidad- está en Aysén y el 70% de la población vive entre Valparaíso, Santiago y Rancagua. Entonces, si no hay acuerdos nacionales fuertes, de manera que gobiernos cortos puedan hacer políticas que son estables en el largo plazo, estamos en problemas.  

¿Cómo se contrarresta la campaña de las organizaciones ambientalistas?
Es que hay que preguntarse: ¿es Chile un violador de los temas ambientales a nivel mundial? No lo es. Chile tiene una producción eléctrica a carbón que es la mitad de lo que tiene el mundo; cuando uno mira la llamada producción eléctrica con energías renovables en el mundo, nosotros tenemos el doble de producción eléctrica con energías renovables  que el promedio mundial gracias al agua. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Chile es un país que dentro del mundo es súper amistoso con el medio ambiente y el tema del calentamiento global. Nadie le está pidiendo a Chile que haga mérito para que en este ámbito sea el mejor alumno del curso. La gran virtud que ha tenido el tema Colbún es justamente ésta.

¿Por qué?
Por primera vez sale mucha gente a plantear el tema tal como es y la idea es que lo podamos llevar al ámbito político y avanzar con consensos, pero sin extremismos. 

En su opinión. ¿No hay más alternativa que el aprovechamiento del agua en la región de Aysén?
Aysén tiene una capacidad para producir electricidad que la Endesa estatal evaluó en 9.000 MW. Entonces, ¿por qué no poder aprovechar eso? ¿Por el paisaje? ¡Por favor! Estamos hablando de obras que son chicas comparadas con lo que es el territorio nacional. No se está echando a perder el paisaje como es el de las Torres del Paine y han aparecido carteles con alambres pasando por arriba de las torres. Si no se está haciendo un daño que ha sido evaluado por las autoridades respectivas, ¿por qué no hacerlo?

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