Home   +562 2225 0164 info@portalminero.com

Síguenos

Skip to end of metadata
Go to start of metadata

Perú

Cualquier historia se puede contar desde diferentes puntos de vista. En la historia del proyecto minero El Tambor, al que se oponen las comunidades de San José del Golfo y San Pedro Ayampuc, la compañía Kappes, Cassidy y Asociados, dueña de la mina, puede pagar páginas enteras en medios de comunicación y asumir otros “gastos” de publicidad para difundir su versión. Poquísimo se conoce la versión de las comunidades que se oponen a la explotación metálica, pues depende de cómo alguien más la cuenta o reporta.

16 de Noviembre 2012.- En el campo pagado del martes 13, la minera se pintó como “el estereotipo exacto de desarrollo local que los grupos y organizaciones opositoras deberían promover”. “...hemos estado trabajando durante los últimos años con las comunidades del área para conocer a fondo las necesidades sociales y ambientales que les aquejan y además hemos organizado talleres comunales para dar a conocer los detalles y alcances de nuestro proyecto”.

Los vecinos no les creen, dicen que los mineros les han engañado desde el principio, cuando llegaron personas ajenas a sus comunidades diciendo que querían comprar tierras para un proyecto agrícola; fingiendo ser técnicos del Ministerio de Agricultura, hicieron los análisis de suelos y empezaron a comprar, por lo que ahora los mineros son “propietarios legítimos”. Dice el campo pagado “Nuestro proyecto no contaminará ni afectará el servicio de agua potable en comunidad alguna”.

Cualquier proyecto hidrometalúrgico —aquí, en Australia o Canadá— necesita usar muchos miles de galones de agua, todos los días de todos los años que dure la explotación. Y si lo que se explota es oro y plata, al agua se le agregará cianuro, entre otros tóxicos. Dicen los vecinos que hay miles de familias de agricultores en el área que se pretende minar. En una de las regiones más secas del país, decir que no contaminarán el “agua potable” no es aceptable. Campo pagado: “Deberían informarse y entender los alcances de los proyectos antes de pronunciarse y oponerse ciegamente a ellos”.

Es precisamente porque están informados y entienden demasiado bien los alcances de la minería de oro —sobre todo en el sistema político y de (in)justicia que impera en Guatemala— que llevan ocho larguísimos meses acampando por turnos frente a la entrada de la mina: para impedir pacíficamente que empiece la explotación. No es por deporte ni por aparecer en los periódicos que esta gente corre el enorme riesgo de enfrentarse al poderío minero. Ya hay personas heridas en esta historia que la prensa ha notado tan poco, a juzgar por las escuetas notitas publicadas para cubrir estos momentos de altísima tensión y peligro.

Los mineros tienen ya una orden de desalojo para forzar a la gente a quitarse. Los trabajadores de la mina han amenazado con pasarles la maquinaria encima si no se mueven. A pesar de muchas provocaciones, los vecinos han logrado mantener la calma mientras los helicópteros truenan sobre sus cabezas. La compañía propone “un diálogo sincero y permanente con cada uno de los grupos opositores”. Los vecinos saben que si ceden tendrán que vivir con los estallidos, el polvo, la contaminación, la violencia y la escasez de agua, porque la minera tiene todo el apoyo institucional del gobierno. El pueblo no.

Prensa Libre
Portal Minero