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Chile

Jueves 13 de Marzo de 2014.- La reforma tributaria es una oportunidad que hay que aprovechar para incorporar impuestos verdes que mejoren la posición de Chile en un comercio internacional condicionado por la necesidad de reducir las emisiones de CO2. De no actuar a tiempo, la competitividad de nuestro recurso natural más importante, el cobre, estará en riesgo.

La regulación internacional del CO2 en la era Post-Kioto será el gran tema de la próxima conferencia global sobre cambio climático a celebrarse en Lima en diciembre. Para ello Perú se está preparando para posicionarse como líder regional gracias al foco de atención mundial que significa ser anfitrión. Allí mostrarán que cuentan con una matriz energética menos intensiva en Carbono que la nuestra, lo que les permitirá competir mejor en un comercio internacional donde se grave al CO2. Las intenciones de gravar el CO2 parecen haber iniciado su marcha.

En una reciente publicación de la Universidad Tecnológica de Beijing expertos chinos calcularon el CO2 incorporado el comercio bilateral entre China y otros países. Esta publicación apunta a que la asignación de emisiones por país se debe estimar a partir de la demanda de bienes y productos. Se ha determinado que cerca del 14% de las emisiones de CO2 de China están asociadas a la producción de bienes, los cuales son consumidos en EEUU. Si las emisiones se calculan a partir de la producción, se está dando un incentivo a que países desarrollados transfieran sus industrias más intensivas en carbono a países en desarrollo. Además, el estudio aborda las importaciones de carbono, concluyendo que el CO2 incorporado en las importaciones varía dependiendo de la tecnología empleada y la eficiencia energética del país de origen. Este es exactamente el punto débil de nuestra producción de cobre, debido a la dependencia que tiene de la generación eléctrica con carbón. La Universidad Tecnológica de Beijing recomienda que la posición China en la negociación del cambio climático Post-Kioto se base en la asignación de emisiones por demanda. Esto llevará a los países más industrializados a equilibrar su balanza de importaciones y exportaciones de CO2, lo que hará más competitivos a los países proveedores de recursos naturales menos intensivos en CO2.

En dicho escenario la eventual incorporación de un impuesto adicional a nuestras exportaciones de cobre en razón de sus emisiones derivadas de sus fuentes de producción energética podría constituir un gran golpe a nuestra vocación exportadora de cobre y generar una compleja situación para nuestro país.

Una reforma tributaria que mire al futuro no puede circunscribirse a guarismos y mecanismos que disminuyan la elusión; sino que debe generar mejores condiciones para la competitividad del país. Así también lo ha entendido México, que el año pasado se convirtió en el primer país  latinoamericano  con un impuesto al CO2. Chile ahora tiene la oportunidad de dar este paso.

Pulso / Opinión

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