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Chile

Producto de un desarrollo ambientalmente más sostenible y de la baja en la ley del cobre, en los últimos años la minería ha tenido que buscar otras soluciones en su consumo de agua. Cada vez más la desalación del agua del mar gana terreno como la mejor opción costo-beneficio. Y Chile ya tiene una importante experiencia al respecto.

Miércoles 19 de Julio de 2017.- Hace 30 años nadie preguntaba ni fiscalizaba mucho de dónde sacaban el agua las mineras para el procesamiento de la materia prima. Hoy, eso ha cambiado radicalmente.

Las exigencias medioambientales, la importancia de las comunidades y una mayor conciencia por la sustentabilidad, están haciendo que la industria minera mire cada vez más hacia el mar para la extracción del agua que requiere para su funcionamiento.

Como referencia, el estudio “Consumo de Agua y Energía en la Minería del Cobre al año 2016”, que desarrolla anualmente la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) indicó que el consumo de agua de la minería del cobre durante el año pasado llegó a 59,31 m3/seg, lo que representa un alza de 6,4% respecto de 2015. Por otro lado, el consumo total de agua de origen continental fue de 13,61 m3/seg; la de agua de mar, de 2,45 m3/seg; y el agua recirculada, de 43,25 m3/seg.

Según Raymond Philippe, gerente de Desarrollo de Negocios y líder del Sector Agua de MWH Global Chile, muchas empresas mineras están teniendo problemas con su agua, debido a que tradicionalmente las toman de sectores donde ya se está impactando los niveles freáticos (napas subterráneas). “Hay muchos ejemplos de compañías que han tenido que bajar el consumo de las napas y buscar proyectos de desalación”, dice el ejecutivo de esta compañía de ingeniería en proyectos hidráulicos con sede en Canadá. “Desde 2012 la industria minera se ha estancado un poco, pero aún siguen necesitando agua y más que antes, para procesar un mineral que tiene menor ley”, agrega.

El año pasado, el consumo de agua en la industria minera representó sólo un 3% del uso total. Pero lo interesante sucede con el agua recirculada, que alcanzó un 74,3% el año pasado. Además, ya hay más de una docena de mineras que involucran la ejecución de plantas desaladoras.

Entre los proyectos más destacados, están por ejemplo EWS, la nueva desaladora de minera Escondida que ya inició su puesta en marcha y la Planta Desaladora para el Distrito Norte que Codelco quiere instalar con la ayuda de un privado. Incluso, en el ámbito no minero, destaca la Planta Desaladora para la región de Atacama, que corresponde a la industria sanitaria.

Una de las plantas desaladoras más importantes del desierto de Atacama está en la comuna de Caldera (Región de Atacama). De propiedad de Grupo CAP y con una capacidad para generar hasta 600 litros por segundo, comenzó a operar en 2014, con una inversión de USD395 millones, incluyendo dos acueductos (uno de 80 km y otro de 140 km).

De acuerdo a su último reporte de sustentabilidad, en 2016 la compañía produjo más de 7,3 millones de metros cúbicos de agua 100% desalada en la región de Atacama, gracias a la planta desalinizada que posee Grupo CAP en el norte. Asimismo, un gran porcentaje del agua utilizada en sus distintas empresas y operaciones fue reciclada o recirculada (72%).

Waldo López, gerente de Desarrollo de Negocios de Acciona Agua, compañía española con más de 40 años de experiencia en este rubro (y quienes desarrollaron el proyecto de CAP, explica que uno de los grandes desafíos de la desalación es que calidad del agua de mar es variable. “Está sujeta a fenómenos biológicos ocasionales conocido como mareas rojas o bloom de algas. Cuando esto sucede, aumenta la materia orgánica y facilita el crecimiento biológico, que es perjudicial para el proceso”, dice López.

Por eso, Acciona instaló un sistema que combina un proceso de flotación por aire disuelto y un proceso de filtración de arena denominado Actidaff. “La escasez de agua continental, el aumento de la demanda por agua y el cambio climático exigen que se desarrolle tecnología de tratamiento de agua que sea económica y sostenible”, indica el ejecutivo de Acciona.

La magia de la osmosis inversa

La tecnología Actidaff permite que las microalgas o materia orgánica, y en general todos los sólidos en suspensión y materia coloidal sean eliminados con mayor efectividad, permitiendo una mayor disponibilidad operacional de la planta.

Después del pretratamiento con el Actidaff, el agua atraviesa unos filtros de cartucho con tamaño de corte de partículas de 5 micras. Posteriormente el agua es enviada a un proceso de osmosis inversa, donde se separan las sales y sólidos disueltos que contiene el agua de mar, produciéndose en esta etapa agua desalada o desalinizada.

En cuanto al tratamiento del agua salada para el uso, esta es tratada de acuerdo a lo que se va a utilizar. “La instalación está equipada con un sistema de remineralización, así como un sistema de desinfección y con esta etapa del proceso el agua queda lista para ser distribuida”, indica Waldo López, de Acciona.

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