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Chile

13 de Febrero de 2012.- La escasez de agua en algunas regiones del norte de Chile se ha transformado en un tema estratégico para industrias como la minería. La búsqueda de opciones para enfrentar la estrechez hídrica ha llevado a las empresas a privilegiar, sobre todo, una de ellas: la construcción de plantas desalinizadoras.

Lo que comenzó en 2003 con la puesta en marcha del primer proyecto a gran escala para transformar el agua de mar en agua dulce, en el sector La Chimba, al norte de Antofagasta, a estas alturas ya es una tendencia. Actualmente, son 14 los proyectos sobre la mesa, 11 de ellos ligados al sector minero, con procesos de conversión de agua para usos industriales.

En operaciones hay cuatro: dos de Aguas Antofagasta, del grupo Luksic una en la capital regional y otra de menor tamaño en Taltal, destinadas al consumo humano; una de Minera Michilla, parte de Antofagasta Minerals, también de los Luksic, 110 kilómetros al norte de Antofagasta, y otra de Minera Escondida, en Puerto Coloso.

En construcción o por iniciar esa etapa hay otras cuatro unidades, mientras que en evaluación o proyecto hay seis adicionales.

Según datos recopilados por el Ministerio de Minería, sobre la base de estimaciones de proyectos con Resolución de Calificación Ambiental (RCA) aprobada, las inversiones en plantas desalinizadoras asociadas a la minería suman US$ 3.900 millones en los próximos años, afirma el titular de la cartera, Hernán de Solminihac.

Considerando el total de plantas operativas y por construir, el aporte conjunto de los proyectos se calcula en casi 3.000 litros por segundo (l/s), al norte del país, en 2014. La cifra equivale a tres metros cúbicos por segundo (3 m/s) y podría abastecer hipotéticamente, según un cálculo de la Asociación Nacional de Empresas Sanitarias (Andess), el consumo del 1,6 millón de habitantes de la Región de Valparaíso.

El autoabastecimiento podría tener un efecto positivo sistémico. "Al utilizar agua desalinizada o agua directa de mar se liberan recursos de agua fresca que puedan ser requeridos. El agua fresca proviene de fuentes subterráneas, por ejemplo, acuíferos (la mayor parte del norte es de esta fuente) y de fuentes superficiales, como puede ser un río", dice Rossana Brantes, analista de estrategias y políticas públicas de Cochilco.

El sector minero, que tiene un plan de inversiones por US$ 80 mil millones para los próximos ocho años, es el que más demanda este tipo de solución. "Dada la estrechez de disponibilidad de agua en el Norte Grande, la minería enfrenta el desafío de continuar desarrollando mejoras en el uso eficiente del recurso y, a la vez, explorando y desarrollando nuevas opciones y tecnologías", sostiene el ministro.

Coincide Roberto de Andraca Adriasola, gerente general de Aguas CAP. Las plantas desalinizadoras, afirma, son "una de las principales alternativas para abastecerse de agua en el Norte Grande".

En 2010, dice De Solminihac, la extracción de agua de las mineras llegó a un promedio anual de 12,4 m3/s, excluyendo compras a terceros y uso de agua de mar. Los proyectos actuales y futuros equivalen a un cuarto de esa demanda. Pero el consumo hacia 2017 subirá 48%, proyecta el gobierno.

Al igual que otras actividades productivas, la minería "enfrenta un desafío competitivo por el recurso en regiones del norte, como Atacama", explica De Solminihac.

La primera planta desalinizadora que comenzó a operar, ligada al sector minero, fue la de Minera Michilla, en 1991, en Mejillones, II Región. A mayor escala, pionera en la industria fue Minera Escondida, de BHP Billiton, que tiene la planta desalizadora más grande en operación en este rubro, con capacidad de 525 l/s. Ubicada en Puerto Coloso, al sur de Antofagasta, cubre el 15% de las necesidades de la productora. Su operación comenzó en septiembre de 2006.

Escondida lo hizo por razones estratégicas para su operación. El argumento es que si bien construir una planta demanda una gran inversión y el costo operacional es alto, provee de una fuente de agua confiable. En el caso de la firma, la energía significa cerca del 80% del costo operacional de la planta.

En construcción, en tanto, está la planta desalinizadora de Anglo American, cuya edificación comenzará en marzo y abastecerá el 100% de los requerimientos de su mina Mantoverde, en la Región de Atacama. La inversión bordea los US$ 100 millones y se emplazará en Bahía Corral de los Chanchos, al sur de Chañaral (ver mapa). Comenzará a operar hacia 2013.

En edificación, además, se encuentra la unidad de Minera Candelaria operada por la estadounidense Freeport McMoran Copper & Gold, que ya completó cerca de un 20% de las obras. Estará en Punta Padrones, Caldera, y contempla recursos por US$ 300 millones, incluyendo una línea de transmisión eléctrica y un acueducto. La puesta en marcha está contemplada para septiembre de este año, con una capacidad inicial de 300 l/s, que luego aumentará a 500 l/s.

La construcción de esta planta "reduce sustancialmente la extracción del acuífero del Río Copiapó, lo que debiera mejorar los suministros hídricos sustentables para la población y la región", afirma Francisco Costabal, vicepresidente de Desarrollo de Negocios y Administración de Sudamérica, Freeport-McMoRan Cooper & Gold.

El tercer proyecto en construcción es de CAP y la japonesa Mitsubishi, al norte de Caldera, en Totoralillo. Con una inversión inicial de US$ 180 millones, abastecerá su operación en el valle de Copiapó: la mina Cerro Negro Norte y la planta de Magnetita. Su funcionamiento comenzaría en 2013. Además, se ampliará a una segunda etapa, "probablemente, durante el próximo año, para abastecer otras operaciones nuestras y a terceros", adelanta De Andraca. Con ese objetivo, la compañía ya ha conversado con otras mineras de la zona. La ampliación demandará entre US$ 180 millones y US$ 200 millones adicionales y permitirá llegar a 400 l/s. A futuro, anticipa el ejecutivo, "están en estudio, súper preliminares, otros proyectos de plantas desaladoras".

También la canadiense Goldcorp tiene aprobada ambientalmente una planta para El Morro, que se ubicará en la costa de la III Región, a la altura de Punta Totoral.

Otras mineras evalúan plantas de este tipo. Collahuasi estudia una unidad para su Fase III de expansión, hoy en estudio de prefactibilidad, a 60 kilómetros al sur de Iquique, mientras Escondida está reevaluando su proyecto de una segunda planta desalinizadora en Coloso, para el cual cuenta con un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) aprobado en 2009. Michilla analiza ampliar su planta desaladora, de 12 l/s a 20 l/s.

"Todas las empresas están evaluando el consumo de agua de mar como alternativa para nuevos proyectos", explican en Codelco. La estatal tiene en etapa de prefactibilidad el uso de agua de mar en la fase II de Radomiro Tomic.

La tendencia no es privativa de mineras o sanitarias. El megaproyecto eléctrico Castilla, de MPX Energía, incluye una planta desalinizadora, con una capacidad de producción de 740 l/s, para fines industriales, la que podría ser usada por mineras y otros grandes consumidores. Con un costo de US$ 100 millones, su construcción tardará dos años.

Si bien la desalinización de agua de mar permite contar con suministro seguro, no es la solución definitiva. Un operador minero explica que es una alternativa tecnológicamente compleja y de alto costo. Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, detalla que el costo de inversión para los sistemas de desalinización depende de la distancia y altura en que se encuentran los yacimientos del lugar de captación del mar. "La construcción de ductos y estaciones de bombeo, en muchos casos, termina siendo una fracción mayoritaria de los costos", comenta. Y si bien el costo de inversión ha caído por el avance tecnológico, agrega Villarino, el costo de operación depende de la energía requerida para transportar el agua.

La alternativa de desalinizar "es mucho más cara que usar agua subterránea o de superficie (...). Depende del costo del agua, pero es entre 10 a 15 veces más", añade De Andraca. La ventaja, en su opinión, es que reduce el impacto ambiental en el acuífero que reemplace.

Según Codelco, si se llevan a cabo los proyectos desalinizadores en carpeta, a 2020 eso implicaría un consumo adicional de energía de 250 Mw por año; es decir, un incremento del 7,4% respecto de hoy. "Significa, en términos de impacto en los costos, un alza de seis centavos de dólar en el cash cost de las mineras", señalan en la empresa. Por ello, un proyecto minero "que use solamente agua de mar pierde competitividad", sostienen.

Incluso en un escenario energético favorable, la desalinización a gran escala tiene cuestionamientos ambiental, argumenta Villarino.

Visión del gobierno

"Al igual que otras actividades productivas, la minería enfrenta un escenario competitivo por el recurso en regiones del norte del país, como por ejemplo, Atacama".

"Las empresas ya iniciaron la búsqueda de nuevas tecnologías. Una es la construcción de plantas desaladoras" (LT).

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