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Bolivia

Viernes 28 de Diciembre de 2012.- Como es tradicional cada fin de año, los sectores económicos tratan de medir sus resultados económicos; aunque con datos todavía parciales, trataremos de hacerlo ahora en el caso del sector minero que en la gestión 2012 parece no haber logrado ni crecimiento ni desarrollo de nuevos emprendimientos. El valor de la producción minera exportable del país —dato ya accesible— que había subido en los últimos años por los espectaculares precios de los metales en el mercado internacional, había alcanzado en la gestión 2011 un valor de $us 3.448 millones. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) al tercer trimestre de la gestión 2012 (III.3.12) estas exportaciones alcanzaron $us 1.507,60 millones frente a $us 1.886,39 millones de similar periodo de 2011. Una disminución en el valor de las exportaciones mineras de 20,08%, significativa y que al parecer se mantendrá hasta fin de gestión. Las exportaciones de otros sectores en cambio han aumentado, comportamiento que se refleja en el valor total de nuestras exportaciones que alcanzaron los $us 8.340,70 millones al III.3.12, frente a $us 6.822,80 millones del III.3.11; un aumento de 22,25%.

Este comportamiento del valor de las exportaciones mineras, con precios de metales aún en niveles históricamente altos de un “megaciclo” que ya supera los 5 años, se atribuye a una disminución de volúmenes de producción y de productividad de las operaciones mineras. La baja performance del sector minero se genera en la falta de exploración y desarrollo de nuevas minas como San Cristóbal, San Bartolomé, San Vicente, Bolívar y Porco, que en conjunto aportan más del 60% de la producción minera del país. No hay exploración porque no hay un clima adecuado para las inversiones y dependemos de la inversión estatal que es menor, burocrática, poco efectiva y dirigida a proyectos estatales.

En la gestión actual el Estado destinó un poco más de $us 100 millones a estos afanes, hay muy poco avance de los proyectos —salar de Uyuni, Corocoro, Mutún— y prácticamente nula exploración privada en el país. ¿Qué está sucediendo con el sector?

Se han intentado muchas hipótesis por empresarios y gente oficialista y de la oposición dedicada al rubro, corrientes de tinta y horas de entrevistas se gastaron tratando de explicar este atípico comportamiento, se atribuye a la falta de reglas claras y de una nueva Ley Minera los males del sector, algunos entre los que me incluyo, hablamos de lo que llamo una “camisa de fuerza” constitucional que evita el desarrollo de inversiones nuevas, privilegia el subsector de cooperativas que es el único que crece y los derechos de pueblos indígena originario campesinos que tienen el poder sobre tierra y territorio.

Todo esto configura un clima de anomia sectorial y de luchas internas por obtener mayores privilegios de la ley en trámite que no se completará mientras esta situación persista y mientras la “camisa de fuerza” no se modifique. ¿Podremos hacerlo? Todo parece indicar que será un largo y azaroso camino a seguir; llegaremos, sin duda, a un campo de debate político sobre estos asuntos entre posiciones dogmáticas que optarán por mantener la situación actual y posiciones pragmáticas que buscarán una apertura, mientras tanto no deberá sorprendernos performances sectoriales como la actual, pobres y a contracorriente con la dinámica del mundo actual.

La Razón

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