Chile
Juan Ignacio Guzmán, CEO de GEM Mining Consulting.
Un ejemplo, son las conversaciones de un posible acuerdo entre Codelco y Arabia Saudita en el sector del cobre. A través de su empresa de metales, Arabia Saudita podría asociarse con Codelco para explorar áreas donde la minera chilena no tiene capacidad para hacerlo por sí sola. Este tipo de colaboración implica que, a cambio de ceder participación en eventuales descubrimientos, Codelco podría acelerar la búsqueda de nuevos yacimientos y mantener su competitividad en el mercado internacional.
Otro caso relevante es la asociación entre BHP y Lundin para el desarrollo del proyecto binacional Filo del Sol, ubicado entre Chile y Argentina. En este escenario, la colaboración permite a ambas empresas distribuir los riesgos inherentes a operar en dos jurisdicciones con marcos regulatorios y riesgos políticos diferentes. Además, Lundin, con una estructura operativa más ligera que la de BHP, puede optimizar la explotación del yacimiento, lo que beneficia a ambas partes.
La colaboración también está impulsando iniciativas para compartir infraestructura, como por ejemplo de plantas desaladoras. Aunque estos proyectos han avanzado lentamente, representan un enfoque claro hacia la reducción de costos. Al compartir el uso de una única planta, las empresas pueden evitar inversiones duplicadas y optimizar recursos, una medida importante en un contexto de escasez hídrica que afecta gravemente a la industria.
La industria minera chilena está adaptándose a un nuevo paradigma donde la colaboración no es solo una opción, sino una necesidad. Estos esfuerzos conjuntos están permitiendo aprovechar la infraestructura existente, explorar áreas inexploradas y distribuir los riesgos de manera más eficiente. La competitividad global actual es cada vez más exigente, por lo que estas alianzas no solo garantizan la sostenibilidad del sector, sino también su capacidad para seguir contribuyendo al desarrollo económico y social de Chile.
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