Hace unos días los Ministerios de Hacienda y Energía anunciaron que trabajarán conjuntamente para lanzar en las próximas semanas una nueva política nacional que reemplazará o modificará la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde de 2020 (“ENHV”). Esta información causa sorpresa dado que la ENHV, si bien fue impulsada por la administración anterior, fue preparada por reconocidos profesionales y políticos de distintos sectores.

La decisión pareciera obviar que actualmente existen más de cuarenta proyectos de hidrógeno verde en desarrollo, a cuyos inversionistas, financistas, trabajadores y comunidades aledañas, al menos, debiese preocupar este replanteamiento extemporáneo del gobierno, que agudiza la situación constatada a fines del año pasado cuando un interesado en desarrollar un proyecto de hidrógeno verde decidió retirar su evaluación ambiental arguyendo “exigencias excepcionales” por parte de la autoridad y la falta de lineamientos claros para el desarrollo de este tipo de proyectos.

Cabe tener presente que la producción de hidrógeno verde ya enfrenta otros importantes obstáculos que requieren de nuestra inmediata atención. Así por ejemplo, el suministro de energía limpia se ha complejizado en el último tiempo dada la falta de infraestructura energética (que siendo justos se ha convertido en un problema en varios países). Por otra parte, en materia regulatoria, aún hay flancos abiertos en materia ambiental y de seguridad para la obtención de este producto, sin contar con la ingente cantidad de permisos sectoriales que se solicitan para desarrollar, construir y operar estos proyectos. Por último, otro asunto pendiente, es educar y capacitar a nuestros profesionales y técnicos con la finalidad de prepararlos para trabajar en esta incipiente industria.

Si bien el hidrógeno verde puede ser tremendamente significativo para nuestro desarrollo, pudiendo posicionarnos como un actor relevante en el plano internacional, es imperativo avanzar con suma urgencia en una estrategia (sea la EHNV o la nueva política) y “entrar al área chica” de su implementación, dando de una buena vez señales claras e inequívocas, basadas en la técnica, que demuestren que estamos preparados desde un punto de vista político, regulatorio, laboral y de infraestructura para afrontar este desafío, el que preveo que estará indisolublemente unido a la ya consolidada industria fotovoltaica local.