Chile
Osvaldo Rojas, Ingeniero Civil Estructural de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

No basta con extraer más cobre o litio. Lo que asegura productividad son plantas modernas, redes eléctricas robustas, soluciones hídricas sostenibles y sistemas logísticos eficientes. Si estas bases no se fortalecen, la minería nacional enfrentará costos más altos, mayores riesgos y menor atractivo internacional.
En 2024, la productividad laboral en Chile creció apenas un 1%, mientras que la Productividad Total de Factores registró variaciones de entre –0,2% y +0,3%, lo que refleja que el crecimiento económico se sostiene más en el aumento del capital y del empleo que en mejoras reales de eficiencia. En otras palabras, estamos produciendo más, pero sin ser más productivos.
La infraestructura crítica —energética, logística, hídrica o tecnológica— puede revertir esta tendencia. Cada inversión en infraestructura moderna y resiliente actúa como un multiplicador de productividad, al mejorar la eficiencia y aumentar la certeza operacional. Cuando estas inversiones se acompañan de una adopción decidida de tecnologías, como ya es tendencia en múltiples industrias globales, se habilita una transformación profunda en procesos, servicios y entornos laborales. Así se optimizan recursos y también se favorecen condiciones más seguras para las personas, tanto para quienes construyen estas obras como para quienes luego las operan.
La infraestructura es el cimiento invisible sobre el que se construye la competitividad de un país. Hacerla visible, planificada y tecnológica es apostar por el futuro de Chile.
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