Chile
El proyecto Gestión de Energía en Microrredes con Almacenamiento (GEMA) fue liderado por Rodrigo Carrasco, investigador y académico del Centro de Transición Energética (Centra) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez.
El proyecto fue liderado por Rodrigo Carrasco, investigador y académico del Centro de Transición Energética (Centra) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez.
El académico explica que la iniciativa «buscó, con éxito, mejorar los desarrollos que hemos estado haciendo en los últimos años, que combinan analítica predictiva y prescriptiva para la gestión inteligente de energía variable e intermitente cuando hay almacenamiento».
La energía solar ha sido identificada como una de las principales fuentes renovables para reducir la necesidad de combustibles fósiles. Su principal desventaja es que es variable (cambia a lo largo del día y es inexistente en las horas de oscuridad) e intermitente (puede desaparecer inadvertidamente), lo que limita su usabilidad.
Los sistemas de almacenamiento, como baterías, son una de las tecnologías principales que pueden reducir los efectos de estas desventajas, contando además con una reducción importante en su costo en la última década. Y ahí apunta la investigación.
«Si no existe almacenamiento energético, las decisiones en un sistema de generación solar son simples: si sobra energía se vende a la red de ser posible y si falta, se compra de la misma para suplir la demanda faltante. Al aparecer el almacenamiento ahora existe una gran cantidad de opciones nuevas, pues podemos almacenar el excedente y no venderlo, y luego decidir en qué momento consumir lo almacenado”, señala.
«Los sistemas de gestión de baterías actuales en general no aprovechan ninguna de las herramientas de ciencia de datos ni optimización para tomar sus decisiones, gestionando la energía con políticas básicas que no consideran datos históricos, pronósticos futuros ni costos de energía», agrega.
El proyecto GEMA se desarrolló en plena pandemia (2020-2021), con el objetivo de mejorar los modelos predictivos y conectarlos con modelos prescriptivos más sofisticados.
El trabajo además permitió demostrar los beneficios económicos y soluciones flexibles replicables en otros contextos, como sistemas de cobro por potencia, cobros de punta, entre otros. Además, dispone de una patente que permite proteger la propiedad intelectual desarrollada y que prontamente será licenciada a organizaciones interesadas.
«Creemos que lo desarrollado será un aporte para mejorar el funcionamiento de sistemas fotovoltaicos y, con ello, optimizaremos los incentivos para su penetración en diferentes tipos de clientes. El éxito del proyecto no habría sido posible sin una visión multidisciplinaria que se logró gracias a variedad de experiencias en el equipo», indica el investigador.
El proyecto
Contó con un total de $341 millones de financiamiento, de los cuales la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) financió 200 millones a través de su programa de fomento al desarrollo científico y tecnológico, y la UAI actuó como beneficiaria.
GEMA también contó con la participación de las empresas Metric Arts EY y MiroSolar, la primera de ellas dedicada a temas de ciencia de datos, mientras que la segunda es una de las empresas nacionales con más trayectoria en el campo de la energía solar térmica y fotovoltaica. Adicionalmente, durante el desarrollo del proyecto participaron las empresas Impacto Renovable, Victron Energy y Agrosuper, en diferentes aristas de la investigación.
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