Chile
Esteban González, director de Asesoría Estratégica de AGS Visión Inmobiliaria.
lunes 22 de julio del 2024.- Vivimos tiempos contradictorios, un mundo líquido donde lo estratégico y lo táctico muchas veces no se relaciona. En este turbulento contexto, los Planes Reguladores que afectan las áreas industriales y portuarias a lo largo de todo Chile están enfrentando grandes dilemas.
Por un lado, hay una corriente obstruccionista – ambientalista que tiene como propósito frenar el desarrollo de estas zonas industriales y de complemento para la gran minería. Por otro lado, está la difícil posición de los sostenedores industriales, que ven amenazados sus proyectos actuales y posiciones futuras, mermando en muchos casos grandes planes de inversión y crecimiento.
Pero la actividad minera e industrial sigue avanzando bajo este paradójico escenario de riesgo latente. Hoy en día se están modificando los Planes Reguladores Comunales e Intercomunales de importantes áreas industriales del país, ya sea para frenar su crecimiento o definitivamente para expulsar la actividad. Son el caso del Plan Regulador de Mejillones, del Plan Intercomunal de Valparaíso, que afecta fuertemente el sector de Ventanas, el de Iquique, entre otros.
Uno de los principios coincidentes en todos estos procesos de modificación o de actualización es que la industria no es un valor estratégico para dichas comunas, y su existencia es evaluada generalmente en función de escuetos procesos de participación ciudadana no vinculantes, donde pocos definen el futuro de la industria nacional.
Por otro lado, está la visión estratégica país, donde se quiere promover el desarrollo de energías renovables, el uso del hidrogeno y el amoníaco verde; sin embargo, dicha visión de Estado se contradice fuertemente con los intereses municipales o intercomunales.
¿Es sostenible esta dicotomía entre diferentes cuerpos del estado? ¿Quién pagará los costos de esta visión cortoplacista y sesgada respecto al desarrollo y contribución al país de la industria nacional? Está claro que en el pasado los estándares ambientales de ciertas industrias han afectado los ecosistemas de los sectores colindantes; sin embargo, y a partir de la ley de bases medioambientales y del proceso de descarbonización que hoy vivimos, estamos muy distantes del panorama de hace dos o tres décadas atrás.
Hoy más que nunca la sustentabilidad ha pasado a ser uno de los pilares del desarrollo industrial y minero, por lo cual, para que cualquier proyecto sea viable es necesario que cumpla con los más altos estándares de impacto ambiental. En dicho contexto, vale la pena preguntarse si la actual planificación urbana y territorial que desarrollamos se lleva adelante con una visión de corto plazo y en un “modo castigo”, en función de las décadas pasadas con el propósito electoral de capturar votos (entendiendo que la aprobación de un instrumento de planificación tiene una arista técnica y otra política), o bien se planifica de forma estratégica, evaluando los beneficios y atributos de largo plazo.
Por otro lado, está la visión de país, de futuro, que nos permite entender que la actividad industrial se puede desarrollar en armonía con su contexto, y por ende contribuyendo no solo al desarrollo económico de las comunas y regiones, sino también mitigando sus impactos sobre el territorio. La invitación es a estudiar y evaluar las áreas industriales que se están desarrollando en grandes áreas logísticas alrededor del mundo. Sin duda, lo industrial y medioambiental pueden ir de la mano, y para ello es necesario contar con una planificación territorial que fije límites, pongan reglas claras y fomente el crecimiento que tanto necesitamos en nuestro país.
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