Jorge Campos, consultor de remediación de Arcadis Chile
Como cualquier industria, la minería es un usuario temporal del territorio. Esto significa que su operación no es eterna y permanece en una determinada zona mientras ese proceso se mantenga vigente. Por eso, en Chile hay más de 200 planes de cierre para faenas extractivas de más de 10 mil toneladas mensuales (que debiera implementarse al término de la vida útil de los yacimientos).
El cierre de faenas mineras es un hecho ineludible para esta industria: tarde o temprano, los recursos se agotarán y las empresas deberán cumplir con los compromisos adoptados al inicio de sus operaciones. En Chile, la Ley de Cierre de Faenas e Instalaciones Mineras obliga a contar con planes que involucran a la totalidad de las instalaciones y los estándares internacionales (ESG) están exigiendo una visión de cierre y rehabilitación de minas a largo plazo.
De acuerdo al Sernageomin, un plan de cierre es un proyecto de ingeniería en el cual se presentan un conjunto de medidas y acciones destinadas a mitigar los efectos que se derivan del desarrollo de la industria extractiva minera, en los lugares en que esta se realice, de forma de asegurar la estabilidad física y química de las instalaciones, en conformidad a la normativa ambiental aplicable.
Este proceso adquiere crucial relevancia para nuestros suelos. Junto al agua, el suelo es probablemente el recurso más crítico de este siglo. El 95% de nuestros alimentos provienen de él; sin embargo, un 33% de los suelos del planeta están degradados, de acuerdo a estimaciones de Naciones Unidas.
La evidencia científica da cuenta que en una cucharada de suelo hay más organismos vivos que personas en el planeta. Y es que el espacio que se encuentra bajo nuestros pies es un mundo compuesto de organismos, minerales y materia orgánica que proporciona alimentos a humanos y animales a través del crecimiento de las plantas.
Se calcula, por ejemplo, que la producción agrícola deberá aumentar en un 60% para satisfacer la demanda mundial de alimentos en 2050, y dado que los suelos contienen químicos esenciales para el crecimiento nutritivo de las plantas -se considera que 15 de los 18 químicos esencial para las plantas se encuentran en los suelos -, si estos se gestionaran de manera sostenible, se estima que la producción de alimentos podría aumentar hasta en un 58%.
Este incalculable valor en biodiversidad, sumado a los enormes retos de la humanidad en este siglo, impone al mismo tiempo grandes desafíos de sustentabilidad para la industria minera, entre los cuales el manejo de los suelos es fundamental.
Por un lado, las compañías de este sector primordial de nuestra economía deben avanzar hacia mecanismos de cierre y rehabilitación que minimicen los riesgos para la salud y la seguridad de las personas y el medioambiente.
Y por otro, el uso futuro y recuperación del suelo en el período post operación, dos tareas que se vinculan íntimamente con el futuro de la industria y su relación con las comunidades y el entorno. De un manejo adecuado del cierre de operaciones dependerá que este territorio continúe manteniendo su riqueza ecológica, su relevancia socioeconómica y su contribución a la vida humana.
lunes 26 de diciembre del 2022
De un manejo adecuado del cierre de operaciones dependerá que este territorio continúe manteniendo su riqueza ecológica.
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