Sebastián Febres – gerente general SERPRAM, empresa SUEZ
miércoles 04 de noviembre del 2020.- A medida que avanza el desconfinamiento en varias comunas de nuestro país, son cada vez más las personas que han ido retornando al trabajo presencial en oficinas u otras dependencias laborales. Frente a esto, existe un aspecto que es importante tener en cuenta: la calidad de aire interior.
Este tema cobra especial relevancia ante la presencia de un virus tan complejo como el Covid-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y, recientemente, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), han ratificado que no solo las gotículas -pequeñas partículas de fluido- sino que también los aerosoles son una vía de contagio posible e importante.
Para entender mejor el concepto de aerosol, imaginemos una sala cuadrada y cerrada de 20 m2 con dos personas situadas en su interior en las esquinas opuestas. Si una de ellas enciende un cigarro, al cabo de un tiempo la persona ubicada en el extremo contrario sentirá el olor porque el aerosol se difunde a través de la habitación. Esto mismo ocurriría con las partículas virales.
Por lo tanto, en espacios cerrados, mantener una buena ventilación, usar adecuadamente los sistemas de aire acondicionado y monitorear la calidad de aire, van más allá de ser buenas prácticas y se convierten en requisitos importantes para mantener un lugar de trabajo seguro y saludable, sobre todo si tenemos en cuenta que, según se estima, pasamos un 90% del tiempo en espacios cerrados.
Si bien en el mercado existen muchas alternativas para medir la calidad del aire interior, hay algunas más efectivas. Lo más recomendable es el uso de dispositivos que cumplan con acreditaciones internacionales específicas para este fin (WELL, RESET, etc.) y que sean capaces de medir varios parámetros.
Habitualmente, en espacios cerrados, se mide humedad y temperatura, las que debiesen estar balanceadas. En cuanto a humedad relativa (HR), estudios han demostrado que el rango óptimo es entre 40 y 60%, para combatir la propagación de enfermedades respiratorias. En lo que respecta a temperatura, esta debiese estar entre 20 y 23 °C, para no producir estrés en el organismo.
Otro elemento importante de medir es la concentración de dióxido de carbono (CO2) que tiene relación directa con la cantidad de aerosoles liberados por las personas que utilizan un espacio físico. A mayor cantidad de CO2, aumenta el riesgo de infección porque significa que estamos respirando aire «viciado».
Por último, también se ha visto la relevancia de analizar la existencia de compuestos orgánicos volátiles (COVs), porque a causa de la pandemia, ha crecido la cantidad de limpiezas y productos químicos utilizados, y estos pueden ser irritantes y provocar cefaleas en un espacio cerrado.
¿Qué medidas se pueden tomar para mejorar la calidad del aire interior? Lo más importante es tener un diagnóstico acertado para que las soluciones sean coherentes. Una buena medida es mantener una ventilación adecuada.
En los recintos sin ventilación natural, se debe tener mucho cuidado con la recirculación de los sistemas de aire acondicionado. Se han visto casos de «supercontagios», en Hong Kong y Estados Unidos, en sitios como restaurantes o edificios que recirculan el aire. En este sentido, el uso de filtros HEPA o MERV13 o superior pueden ayudar, al igual que los mantenimientos periódicos. Como medida preventiva, se recomienda también el uso de radiación ultravioleta o ionización bipolar para la desinfección de espacios.
Es importante recalcar que todas estas alternativas deben ser supervisadas por especialistas. Existen riesgos como las sobrecargas que puede generar el uso de filtros en los motores de los sistemas de aire acondicionado si el diseño no es adecuado.
¡Ocupémonos de cuidar lo que respiramos el 90% del tiempo!
Sebastián Febres – gerente general SERPRAM, empresa SUEZ
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