Manuel Viera, Doctor en Economía Minera.
Al parecer no hay mucho que celebrar con la ley del Royalty recientemente aprobada por el Congreso, es mejor jugar con un ojo puesto en la teoría de sistemas y el otro en las ciencias del caos y la complejidad. Esto se explica dentro de la metáfora: “La organización dentro del caos y la complejidad”. Esta columna solo pretende llamar la atención para no estrujar más la vaca lechera que es nuestra minería.
¿Por qué digo esto? Por las siguientes señales que nuestro país está dando al inversionista, signos inequívocos de que Chile está perdiendo de manera sistemática la «competitividad minera» y con ello el liderazgo en la región.
La primera señal corresponde a los reiterados cambios en las reglas del juego, como son las reformas tributarias, reformas laborales, aumento de la carga tributaria, reforma del sistema de pensiones, huelgas, eliminación del DL 600 en vez de perfeccionarlo, una nueva constitución para la República que genera no solo incertidumbre, sino temor en lo que podría resultar, ahuyentando a los inversionistas y con ello el desarrollo que Chile necesita para sus obras sociales. La pregunta ¿qué quiere el mundo político con nuestra minería?
La segunda señal tiene que ver con la estabilidad política nacional que genera baja competitividad. En octubre del 2019 ocurrió el Estallido Social, conflictos en la Araucanía, aumento de la delincuencia e inseguridad, entre otros aspectos, que no solo afectan la imagen-país, sino que impactan en el ranking Fraser que mide la atracción de inversiones como país y distrito minero. Chile ya ha bajado 25 puestos por detrás de Perú, Argentina, Colombia y Ecuador. Lo grave es la inercia de no hacer nada al respecto.
La tercera señal tiene relación con las políticas públicas, estas pueden ser favorables o desfavorables en los “natural costs” que interactúan directamente con los “natural competitiviness”. Hay países que tienen un gran distrito minero natural como potencial geológico y minero, pero por la ausencia de políticas públicas hacen que no fluya adecuadamente la inversión en exploración geológica en el país. Hace más de una década que Chile no tiene nuevos proyectos, y el país está estancado hace años sin poder superar los 6 millones de Tpa de cobre fino. Esto es preocupante.
La cuarta señal corresponde a la pérdida del atractivo para invertir como país. Según la encuesta anual Fraser publicada recientemente, Chile cae 29 puestos a partir del 2018, esto en tan solo 4 años.
Debemos recordar que, en el año 2003, Chile lideró el ranking obteniendo el primer puesto y ahora llegamos al puesto 35 entre 84 distritos mineros.
En 2023, San Juan en Argentina, vuelve a liderar el ranking de mejores lugares para invertir en América Latina con su agresiva política pro crecimiento basado en su minería. San Juan resultó ser la provincia que recibió mejor valoración entre otros distritos argentinos y de países latinos y caribeños por parte de los empresarios que participaron en el estudio. Descubrir nuevos yacimientos de cobre o polimetálicos, es una “urgencia país”, lamentablemente estamos atrasados 10 años al menos, por tanto, aquí falta una política pública urgente.
Pero no todo son malas noticias, Chile sigue siendo líder en Latinoamérica, aunque descendió seis puestos en ranking de calidad institucional. Este año, el ICI ubica a Chile en el puesto 30° de 183 países, lo que significó una caída de seis lugares con respecto a la medición del año pasado, además ha sido el mayor retroceso en su historia en el ranking.
Nuestro país cayó tres lugares en el subíndice de “mercado” y seis en el subíndice de “política”, ubicándose en los puestos 28 y 35 respectivamente. En la región, Chile sigue liderando en el subíndice de “mercado”, pero en el segundo quedó tras Uruguay y Costa Rica, mismo lugar que ostenta desde 2017.
La quinta señal tiene que ver con el impacto del royalty a futuro, con cargas máximas entre 45,5% y 46,5% respectivamente, lo cierto que las ecuaciones de estos cálculos no son tan exactas, pues incluso podría superar el 50%. Lo que es claro, es que estoy feliz con el dinero destinado a las comunidades y regiones mineras. Son 3 fondos: el regional para la productividad y el desarrollo por 225 MUS$ otro apoyo para la equidad territorial por 170 MUS$ a favor de las comunidades más pobres y el último fondo a comunas mineras por 55 MUS$.
Pero, seguimos intentando eliminar el impuesto Ad Valoren del 1% sobre las ventas brutas. Hemos dicho que eso atenta contra la inversión de los nuevos proyectos de baja leyes; y quedará mucho mineral en los cerros por estar debajo del concepto de ley de corte.
En régimen se espera recaudar del orden de 1.350 MUS$, eso sí, dependiendo del precio del cobre. Pero, si entre enero a marzo SQM ha generado para el Estado de Chile cerca de 1.000 MUS$ por el litio, no creen que sea tiempo de pensar en aumentar la producción de litio mediante un nuevo acuerdo comercial, incluso con Albemarle. Así gana Chile.
La sexta señal tiene que ver con los rechazos reiterados de nuevos proyectos del sector minero y la excesiva permisología que genera largos y tediosos años de maduración, afortunadamente, se aprobó el proyecto de Anglo American que viene a paliar en parte la cartera de nuevos proyectos, sin considerar la caída en la producción de 5,32 Mtpa el 2022; mientras que, en 2018 llegó a 5,83 millones, es decir, una caída del 9,6%. Todo por falta de nuevos proyectos que permitan aumentar producción y no de reponer las reservas ya consumidas.
Hacemos un llamado a las autoridades, al mundo político, a los empresarios a deponer actitudes personales y poner el futuro del país como el sueño de hacer un país justo, equitativo, inclusivo, seguro, confiable y sobre todo sustentable, teniendo como motor el crecimiento y desarrollo humano.
“Ya es tiempo de respetar a la minería y que no sea solo un juego de políticos, sino más bien, un juego socio-eco-empresarial, porque jugamos en las ligas mayores”
martes 30 de mayo del 2023
Las señales que nuestro país está dando al inversionista, signos inequívocos de que Chile está perdiendo de manera sistemática la «competitividad minera» y con ello el liderazgo en la región.
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