Chile
Por Daniela Céspedes, cofounder Xplora Minerals y secretaria general de la Cámara Minera de Chile.

El Ministerio de Minería no es una repartición más del Estado. Es la institución encargada de articular, regular y proyectar un sector que ha sido históricamente el motor económico de Chile. La minería sostiene el empleo en amplias zonas del territorio, es la principal fuente de divisas y aporta ingresos fiscales fundamentales para el funcionamiento del país.
Fusionar no es sinónimo de fortalecer. Cuando una cartera altamente técnica, compleja y estratégica como Minería se integra a un “mega ministerio”, existe un riesgo evidente: perder prioridad política, capacidad de gestión y visión de largo plazo. Energía y Economía son ámbitos relevantes, sin duda, pero operan con urgencias, ritmos y lógicas distintas. La minería no puede transformarse en un subtema dentro de una agenda sobrecargada.
Hoy el desafío país no es reducir la institucionalidad minera, sino exactamente lo contrario: impulsar más y mejores proyectos, agilizar permisos con responsabilidad, atraer inversión y resguardar la competitividad de Chile frente a otros países mineros. El mundo demanda cobre, litio y minerales críticos para la transición energética. ¿Estamos preparados para enfrentar ese escenario con una institucionalidad debilitada o dispersa?
Desde las regiones productoras sabemos que la minería no se gestiona desde la abstracción, sino desde el territorio, las faenas, la relación con las comunidades y la toma de decisiones técnicas informadas. Por eso preocupa constatar —una vez más— la falta de comprensión sobre el peso real de esta industria para el desarrollo del país.
La pregunta es simple y necesaria. ¿Queremos una minería liderada con foco, especialización y estrategia país? ¿O una minería diluida, compitiendo por atención dentro de un ministerio híbrido?
Chile necesita una institucionalidad que potencie su principal ventaja comparativa, no que la diluya. Porque seamos claros: la economía chilena no se sostiene solo con buenas intenciones ni con discursos sobre diversificación. Y no, los salmones no van a salvar al país.
La minería sí puede seguir haciéndolo.
Pero solo si se le da el lugar que corresponde.
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