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Mauricio Osses, Académico USM

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La reforma tributaria se ha convertido en tema país, y uno de los sectores que ha salido a la palestra con las propuestas, es el mercado automotriz. ¿Por qué? El gobierno busca establecer un impuesto para todos los vehículos nuevos que utilicen diésel o gasolina. Sin embargo, el problema radica en que este gravamen afectará fuertemente al diésel, dado que su costo será más alto. De hecho, según cálculos de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (ANAC), el impuesto contemplado en la reforma para los vehículos diésel presenta diferencias de hasta $628.000 con los autos gasolineros, tomando como ejemplo un vehículo nuevo cuyo precio fluctúa entre 8 y 16 millones.
 
Para comprender este panorama y sus futuros desafíos, este proyecto busca desincentivar la venta de vehículos de altas emisiones en el segmento de autos livianos y medianos de pasajeros.
 
Pero esta es una tarea difícil considerando que en Chile el 20% de este segmento utiliza diésel, siendo el país latinoamericano con mayor penetración de esta tecnología. Gracias a su mayor eficiencia y menor costo por litro, este tipo de combustible se ha convertido en una opción económica para los chilenos a la hora de decidir qué automóvil comprar.
 
Muchas personas adoptaron a los autos diésel porque, si bien su adquisición es un poco más cara al momento de comprar el vehículo, a la larga se compensa: el combustible es más barato y el motor más eficiente que los autos gasolineros.
 
Pero, a pesar de todos los aspectos positivos, el diésel es un combustible que genera mayor contaminación que la gasolina, dado que emite mayor cantidad de material particulado y óxidos de nitrógeno. Sin embargo, hay que hacer una diferencia, pues los antiguos vehículos con este tipo de combustible son mucho más contaminantes que los que actualmente están entrando al mercado.
 
Hace catorce años comenzó el ingreso de vehículos livianos y medianos diésel al país, los cuales eran más contaminantes que las opciones modernas EURO 5 o EURO 6. Hoy se intenta revertir esa situación, pero a los vehículos antiguos que ya están en el mercado no se les aplicará esta impuesto.
 
Fomentando un transporte limpio
 
Esta no es una ley del que contamina paga, sino que se trata de que los nuevos paguen. Y para Osses esta visión deja dos factores que perjudican fuertemente el nivel del aire fuera de la discusión: los antiguos vehículos diésel y el transporte de carga pesada como buses y camiones. En ambos casos, no se aplicará gravamen.
 
En esta medida los dardos están apuntando hacia un único foco. Si se quiere un transporte más limpio para Chile es importante llevar a cabo dos planteamientos. El primero es desincentivar el uso del diésel para todo tipo de vehículos: nuevos, antiguos y de gran carga. Lo segundo, fomentar el uso de nuevas tecnologías limpias, reemplazando los vehículos contaminantes por otros que sean a gas, eléctricos o híbridos.
 
En este punto el modelo europeo estableció varias medidas para lograr los planteamientos descritos anteriormente. Algunos de ellos son aplicar desde el inicio un impuesto para los vehículos diésel, definir límites para las flotas, relacionadas con la cantidad de emisiones de CO2, así como también un porcentaje de uso de vehículos que utilizan energías convencionales y también limpias. Además de eso, los gobiernos europeos otorgan un subsidio a quienes adquieren vehículos con nuevas tecnologías, de modo que se incentive el uso de energías más limpias para transportarse en las grandes ciudades.

Mauricio Osses, académico de Ingeniería Mecánica de la Universidad Santa María

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