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Alejandra Flores, Geofísica-Jefa de Carrera de Geología UST 

El 6 de abril del 2009, un sismo 6.7 en escala de Richter, azotó la zona central de Italia, y en particular la ciudad de L’Aquila, dejando 309 fallecido y la ciudad destruida.

Tres años después, un grupo de seis científicos, que integraban la Comisión de Pronóstico y Prevención de Grandes Riesgos, son condenados a seis años de cárcel por suministrar declaraciones ‘imprecisas e incompletas’, siendo acusados de no alertar a la población sobre un sismo inminente.

Al respecto, dentro de la comunidad científica no se ha establecido un método aceptado, que sea capaz de predecir un sismo - fecha, magnitud y ubicación del evento. Por ello, asignar cargos criminales a un grupo de científicos, sienta un precedente para que la comunidad científica no esté disponible para entregar argumentos, con respaldo científico, para ser compartidos con la comunidad.

Este hecho puede traducirse en que el intercambio libre de ideas se verá limitado y, cada científico potenciará discutir entre cuatro paredes sus opiniones con base científica que, no necesariamente frente a hechos naturales de esta magnitud, son totalmente representativas.

Esta situación nos hace preguntarnos sobre qué pasará con la publicación de artículos científicos en las áreas del conocimiento en que aún existen sólo modelos predictivos. El que se hable de un ‘modelo’, implica que sólo trata de un esquema teórico, generalmente matemático, de un sistema o de una realidad compleja, que se elabora para facilitar su comprensión y el estudio de su comportamiento. Bajo esta definición podemos ver que los modelos predictivos que se han desarrollado no pretenden dar certeza de la ocurrencia o no de un evento.

La sismología es una rama de la geofísica, y al igual que la meteorología, crean modelos que intentan ayudar a comprender los mecanismos que rigen la dinámica de la Tierra. Los terremotos, hasta ahora, son impredecibles, y esperar que la sismología nos entregue con certeza la ocurrencia de un sismo futuro, es algo aún imposible, más aun, considerando el escaso financiamiento que reciben los institutos sismológicos para poder desarrollar sus investigaciones.

El peligro sísmico de una zona se refiere a la probabilidad de ocurrencia de un evento de ciertas características en una ventana temporal, mientras que el riesgo sísmico relaciona dicha probabilidad con las acciones que se toman por parte de las autoridades para enfrentar el peligro, como es el caso de los planes reguladores en zonas costeras. Son estas últimas las que pueden ser cuestionadas. Sin embargo, en este caso particular los jueces han evaluado el conocimiento científico como una verdad, exigiéndole la certeza sobre la ocurrencia o no de un evento hasta ahora impredecible.

¿Es sensato pensar que un meteorólogo termine preso porque dijo que no llovería pero finalmente si sucedió, creando una situación inesperada para la población?

Finalmente, quisiera reconocer que me tranquilizan los comentarios sobre la sentencia de los jueces italianos. Las críticas aparecen de forma espontánea, de parte de ciudadanos que no necesariamente pertenecen a la comunidad científica. Al parecer, nuestra población tiene un entendimiento del tema mayor que los magistrados del caso.

Alejandra Flores Arabach, Geofísica Jefa de Carrera de Geología Universidad Santo Tomás.

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