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Chile

11 de Abril de 2011.- Mario Brescia, uno de los mayores empresarios de Perú y dueño de la cementera Melón, dice sentirse "cómodo" haciendo negocios en Chile. Ahora va por la minería del cobre y junto a SK planea crecer a nivel regional.

En los últimos dos años, desde que compró en US$ 555 millones el control de la cementera Melón en Chile, el empresario peruano Mario Brescia (80) vuela prácticamente todos los meses a Santiago. Su relación con el país, sin embargo, se remonta a los años en que, siendo estudiante de Agronomía, visitó el sur invitado por una universidad. "Tuve la suerte de venir y conocer Concepción y Valdivia, en tren. Desde el lago Todos los Santos pasé a Bariloche y en la Universidad de La Plata nos recibió Eva Perón, quien nos regaló una foto suya, autografiada", recuerda ahora.

Con el tiempo, él y su hermano Pedro (88) levantaron uno de los mayores grupos económicos de Perú, el que incluye Tasa, una de las pesqueras más grandes del mundo, y Minsur, una minera de estaño que ranquea tercera a nivel internacional. La apuesta más ambiciosa de ambos es transformarse en jugadores regionales "en todos los negocios en que estamos", afirma. Eso explica su presencia en Colombia, donde producen soldaduras, o en Brasil, donde están desarrollando una mina de estaño, neobio y titanio. A este mapa ­"que no incluye Venezuela, desgraciadamente", acota­ se incorporó Chile en junio de 2009, como punto de partida de una apuesta mayor, que considera, por un lado, la internacionalización de Melón y el ingreso al negocio de explotación de cobre, según anuncia en esta entrevista, concedida junto al gerente general de la compañía, Jorge Eugenín.

Brescia dice sentirse "cómodo" haciendo negocios en Chile. "Compramos pensando que somos parte de una misma zona. Hemos sido muy bien recibidos desde el primer momento por las autoridades de gobierno, los políticos y la clase empresarial. Y nos sentimos como en nuestra tierra", afirma. Pero de asuntos políticos no habla, como tampoco de la situación interna de su país, hoy en medio de la elección presidencial más estrecha en mucho tiempo.

Si Chile es, a su juicio, una extensión natural de sus negocios, ¿por qué no había invertido antes aquí?
Hace unos años miramos en la minería, pero como ocurre en este sector, los proyectos son menos que las minas. Y después se presentó la oportunidad de comprar los activos de Lafarge en Chile. Nos interesó porque es una industria donde no hay muchos bienes disponibles.

¿Es el comienzo de algo mayor?
Al adquirir Melón y hacer una revisión de sus propiedades y pertenencias, nos encontramos en Copiapó con una zona con potencial minero, no de caliza, sino de cobre. Por eso decidimos hacer los estudios de evaluación de prospecto. Esperamos que resulte.

¿Acaban de partir?
Estamos en la etapa de prospección y estudios químicos y geofísicos, en que nos hemos apoyado con nuestro equipo de gente peruana y también con empresas chilenas conocedoras. El único problema es que ellas tienen mucho trabajo acá y hay que esperar a que nos den un espacio. Pero como algunas están en Perú y son amigas y clientas nuestras, eso nos ha facilitado las cosas.

A primera vista, ¿qué envergadura tiene ese yacimiento?
Es mediano. Ojalá pudiera ser mayor.

¿Y cuándo cree que podría estar en explotación?
Queremos que sea en el menor tiempo posible, para aprovechar los buenos precios del cobre.

¿Este será el inicio de un negocio minero de más envergadura?
Sí, claro. Nos puede animar a seguir buscando o estar disponibles para participar en algún proyecto al que nos inviten a participar. Para nosotros, el sector minero es relevante y Chile tiene un gran potencial.

¿Han mirado opciones?
Estamos dispuestos. Por ahora, nadie nos ha tocado las puertas.

Si crecen en minería, ¿será a través de Melón o del grupo?
Depende. Si es un monto importante y escapa de la capacidad de Melón, podríamos invitar a otras empresas de nuestro grupo o a la Bolsa.

¿Les interesa sólo ser productores de cobre en Chile?
No sólo de cobre. En Perú, por ejemplo, tenemos una mina polimetálica que tiene cobre, plomo, plata y zinc. No es propiamente cuprífera, pero seguimos explorando y estamos ad portas de iniciar un proyecto de oro en la zona limítrofe con Chile. El problema es que hay escasez de agua. Afortunadamente, hay técnicas de desalinización, pero eso requiere de una gran cantidad de energía, que es cara. Y además, creo que por algunos años la energía atómica, que podría abaratar esos costos, no estará en la agenda.

Siguiendo la lógica de tener negocios regionales, ¿es una opción para el grupo invertir en la pesca en el sur?
Entiendo que Angelini acaba de concretar una fusión muy importante en el norte y le deseamos mucho éxito, desde luego. Siempre estamos dispuestos a analizar una oportunidad, pero no se nos ha presentado nada.

¿Y en el caso acuícola?
Vimos con interés la acuicultura en el sur, cuando estaba en un momento de crisis, que felizmente ya pasó. Como en todo negocio, se requiere de un tiempo para poder desarrollarse de nuevo y creo que está por buen camino.

CEMENTO A NIVEL REGIONAL
Melón no es el único nexo de los Brescia con Chile. Junto al grupo Sigdo Koppers, dueño de Enaex, son socios en un proyecto petroquímico de amoniaco y nitrato de amonio en Perú, que será abastecido con gas natural de Camisea. La iniciativa significa inversiones por unos US$ 650 millones.

"Quisiéramos comenzar con las obras civiles este año, una vez que tengamos el estudio de impacto medioambiental aprobado", comenta. A futuro, explica, podría haber más iniciativas conjuntas.

¿Una opción es ir con el grupo Sigdo Koppers a Brasil?
Ellos son nuestros amigos, nos merecen mucha confianza y respeto, tanto por su capacidad técnica como por su parte moral, que es lo que más nos importa. Ambos tenemos conceptos de las buenas prácticas corporativas, coincidimos en eso, así es que no creo que haya inconveniente en seguir desarrollando negocios conjuntos.

¿Y lo han evaluado?
Cualquier oportunidad que se presente, lo ideal sería hacerlo juntos. Hoy, los proyectos requieren de una escala, sobre todo cuando queremos ser jugadores regionales en los negocios en los que estamos.

¿Lo mismo se aplica al cemento?
Claro. Chile fue el primer paso para entrar al negocio cementero, con miras a crecer en la región.
Eso había quedado frenado con la crisis.
En la industria cementera chilena existe una sobrecapacidad instalada. El año pasado fue un año de bajas ventas y, coyunturalmente, el peso ha sufrido una sobrevaloración frente al dólar. China, por su parte, tiene un exceso de producción y enfrenta problemas medioambientales, de manera que tiene que mejorar sus plantas o cerrarlas.

¿Y eso abre oportunidades para otros operadoras?
Este negocio de la importación de cemento desde China es coyuntural. La catástrofe de Japón significará un mayor consumo de cemento, que deberá ser absorbida.

¿Están dadas las condiciones para que retomen su proyecto de internacionalización?
Nosotros estamos dispuestos a la internacionalización desde el primer momento. La política de la compañía es de largo plazo, no somos cortoplacistas. Como en todo negocio, creemos que hay años de vacas gordas y de vacas flacas.

¿Y cuándo estará internacionalizada la empresa?
"En cuanto se presente la oportunidad", afirma Brescia. Y Jorge Eugenín añade: "No es que hayamos puesto en el congelador el plan de internacionalización. Obviamente, en este tiempo estuvimos enfocados en este buque madre que es Cementos Melón, pero, paralelamente, hemos seguido investigando las potencialidades del negocio.

¿No han tenido oportunidades hasta ahora?
"No hemos encontrado activos que realmente valgan la pena, o no hay disposición a vender", responde el ejecutivo. ¿Sus mercados naturales? "En la subregión andina se está dando un círculo virtuoso de prosperidad, que efectivamente nosotros queremos aprovechar, y desde ese punto de vista Perú, Colombia y Ecuador, son mercados naturales", comenta (La Tercera).

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