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Denise Mahías, CEO Club de Innovación.

Aún no sabemos las consecuencias que tendrá el Año de la Innovación. Quizás lo podamos medir en 10 años más. Pero sí tenemos algunas certezas. Primero, la convicción de que instalar en la agenda pública la importancia crucial que reviste la innovación “como fuente de crecimiento sustentable” y como vía para modificar nuestro paradigma económico basado en los recursos naturales, permeó al menos en parte de la sociedad.

La invitación a los chilenos a imaginar el futuro, eligiendo el cambio como ruta, generando espacios para la creatividad y las nuevas ideas rindió sus frutos a través de la exitosa participación que se logró en los 4 concursos que se organizaron y en la Gira Imagina Chile que recorrió el país llevando este mensaje a más de 60 mil personas. Se trató de premiar a aquellos que respondieran al desafío de mirar el mundo de una manera distinta. Esto que puede sonar poético tiene una profundidad tremenda. Es este “mindset” el que necesitamos para innovar y el que nos falta a todo nivel, pues tampoco se promueve en la educación de los futuros innovadores.

Ojalá la experiencia de estos esfuerzos haya penetrado a distintos niveles y veamos efectos a futuro. Por cierto, vale la pena destacar que ya veníamos con el impulso del año anterior, cuando se promovió fuertemente el Emprendimiento con la intención manifiesta de convertir al país -en el mediano, largo plazo- en un Polo de Innovación y Emprendimiento para así poder alcanzar un crecimiento económico a la altura de los países desarrollados. Cabe precisar, asimismo, que estas excelentes iniciativas se construyeron sobre la base de estructuras institucionales que ya venían funcionando, impulsadas por políticas de gobiernos anteriores, como los programas de Gestión de Innovación y fomento al emprendimiento a través de incubadoras y redes de inversionistas, entre otras. Es cierto, que perdimos la política de fomento a clusters, pero ganamos con el impulso de nuevas iniciativas que han fortalecido el Ecosistema Nacional de Innovación y Emprendimiento, entre ellas el Programa Start-Up Chile, la Agenda Impulso Competitivo, el Programa de Atracción de Centros de Excelencia Internacional y la nueva Ley I+D. A la cual se sumaron este año la ley de Empresas en un día y la ley de Quiebras que favorece el reemprendimiento.

En este escenario vale la pena revisar qué sucedió en el mundo privado y a qué nivel se involucró. Desde nuestra experiencia en el Club de Innovación hemos observado que en las grandes corporaciones ya no hay cuestionamiento respecto a la trascendencia de la innovación.

Sin embargo, la sistematización de la innovación no es la realidad predominante. Si bien cuando las empresas nacen lo hacen por su capacidad de crear una solución valorada por un mercado (innovación), lamentablemente, una vez que esta valoración se confirma, las empresas sistematizan su capacidad de repetir la misma solución, no su capacidad de innovar. Se entrampan en el “Business as Usual” obsesionándose en las mejoras incrementales, que con suerte prometen algún grado de crecimiento sin mayores riesgos. La aversión al fallo, los costos económicos y culturales asociados a innovar, las metas de corto plazo y estructuras organizacionales rígidas, construidas para perfeccionar procesos conocidos, se convierten en la fuerza de gravedad que impide el despegue de las innovaciones disruptivas.

En el Club de Innovación tenemos varias excepciones. Contamos con cerca de 50 empresas que trabajan con una metodología colaborativa que les permite intercambiar experiencia y sus mejores prácticas. Trabajamos en la transferencia del conocimiento necesario para que éstas lleguen a sistematizar la innovación y se conecten con nuevas oportunidades para acelerar la generación de innovaciones.

Ad portas del término de este año, tenemos la firme convicción que las condiciones están dadas y que las empresas disponen cada vez más del conocimiento y los recursos necesarios. Lo que queda es hacer conciencia de la responsabilidad que tienen entre manos y hacer el trabajo necesario para que esto ocurra. El nuevo Gobierno que asuma, en tanto, tiene el desafío de continuar la senda de lo que se ha impulsado hasta ahora, corregir y perfeccionar, permitiendo la continuidad de las prácticas que necesitamos para que este impulso tome fuerza y no tenga vuelta atrás.

Columna de Denise Mahias, Columnista de Innovación. Tenemos la firme convicción que las condiciones están dadas y que las empresas disponen cada vez más del conocimiento y los recursos necesarios para innovar.

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