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María Isabel González, Energética

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Los beneficios de la integración energética entre países vecinos son evidentes: Maximiza la utilización de la infraestructura disponible, reduce los requerimientos de reservas e inversiones, aprovecha las sinergias, entre otras; que se traducen en mejoras de la competitividad regional.

Así lo han entendido los gobiernos democráticos chilenos que han hecho esfuerzos significativos por alcanzar mayores niveles de integración con los países vecinos. Tuve la oportunidad de trabajar activamente por la suscripción de los protocolos de integración gasífera y eléctrica con Argentina, materializados durante el gobierno del Presidente Frei, y también fui testigo de los innumerables esfuerzos de integración regional del gobierno del presidente Aylwin tanto con Bolivia como con Argentina y con Perú.

Sin embargo, como recordamos, nos correspondió vivir periodos duros como consecuencia de los cortes de gas desde Argentina, debido a la falta de inversiones que conllevaron escasez de producción y deterioro de las reservas. Afortunadamente, dejamos atrás ese episodio con la construcción de dos plantas de recepción y regasificación de gas natural licuado (GNL), que es gas natural que ha sido enfriado para licuarlo, logrando reducir su volumen en más de 600 veces, y que nos permite importar gas desde cualquier procedencia. Estos terminales, ubicados en Quintero y Mejillones, permiten abastecer de gas natural a generadoras eléctricas, refinerías de petróleo, industrias y consumos residenciales de varias regiones.

En la actualidad, después de aquel largo periodo de desencantos, se abren expectativas insospechadas para retomar el camino de la integración. Es más, Chile, gracias a estos terminales, podría transformarse en un distribuidor regional del gas natural en los próximos años, aprovechando la infraestructura de gasoductos existentes.  Así, ya hay acuerdos con Argentina para envíos  a contar del invierno, a los que podrían sumarse Uruguay y Paraguay.

Pero eso no es todo, el inicio de las exportaciones de electricidad al país vecino, a través de la línea de trasmisión ubicada entre Salta y Antofagasta que conecta el Sistema Interconectado del Norte Grande con el Sistema Interconectado Argentino marca un hito histórico para Chile, quien, aprovechando su extraordinaria radiación solar en el norte, se podría transformar en un exportador de energía renovable. Cabe recordar que esta línea fue concebida y construida para importar energía desde Argentina al norte de Chile. Es importante también señalar que, de acuerdo al decreto de autoriza la exportación de electricidad a Argentina, los envíos no pueden comprometer el abastecimiento interno, más aún, no deben aumentar los costos de abastecimiento a los clientes del Sistema Interconectado Central. Lo anterior se traduce en la práctica a que solo se puede exportar la energía de las unidades que no son despachadas para el abastecimiento de la demanda local.

Cabe preguntarse cuáles son los beneficios para Chile de esta renaciente integración. En primer lugar la exportación de electricidad permite el desarrollo de la generación fotovoltaica en la zona norte de Chile, lo que conlleva aumentar el dinamismo de esas regiones a través de inversiones, aumento de las necesidades de mano de obra, diversificación productiva etc.  

En el caso de la exportación de gas es beneficioso usar tanto infraestructura como recursos que de otra forma estarían ociosos o se perderían.

Con todo, la integración prospera, luego de un largo periodo de estancamiento y podrían estar dadas las condiciones para avanzar en acuerdos de largo plazo entre Chile y Argentina de forma de impulsar nuevas inversiones en nuestro país con sus consecuentes beneficios económicos.

María Isabel González, Gerente General de Energética S.A.

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