Internacional
China produce el 90% de los elementos químicos llamados tierras raras, vitales en las nuevas tecnologías medioambientales y electrónicas.
20 de Enero de 2010.- Se les conoce entre los expertos con el apodo de "nuevo petróleo", aunque fueron descubiertos a finales del siglo XVIII por un científico sueco. Son 15 metales magnéticos, como el cerio, el lantano o el itrio, que han pasado de suscitar curiosidad por su fuerza de atracción a ser elementos imprescindibles para las nuevas tecnologías medioambientales y para la electrónica. La demanda de los elementos químicos llamados tierras raras (REE, por sus siglas en inglés) está creciendo en todo el mundo, debido al aumento vertiginoso de tecnologías que los utilizan, como las pantallas planas, la fibra óptica, los coches híbridos o los aparatos de rayos X. De hecho, en 1955, la producción mundial de estos metales fue de 5.000 toneladas. En 1990 se fabricaron 40.000 toneladas; en el último año la producción se ha triplicado, con 120.000 toneladas.
"Son elementos que tienen propiedades inusuales", explica Steve Harmer, del Instituto de Mineralogía y Metalurgia de Londres. "No se trata, en todo caso, de un nuevo descubrimiento porque hace mucho tiempo que se conocen, pero ahora son esenciales para las tecnologías de bajo consumo y para el desarrollo de la electrónica", añade el experto.
La utilización de estos materiales va desde una pequeña pieza menor que una aspirina que se coloca en el disco duro de un ordenador, hasta los 15 kilos de lantano que exige una batería de un vehículo híbrido como el modelo Prius de la marca japonesa Toyota, del cual se fabricarán un millón de unidades este año recién estrenado. Estos metales magnéticos se utilizan también para la fabricación de algunos tipos de gafas, encendedores, lentes de cámaras fotográficas, fósforos, televisiones en color, vidrio coloreado, sistemas catalíticos o dispositivos de armamento y defensa.
Se trata, en fin, de un nuevo tipo de metales estratégicos, cuyo uso comienza a ser un gran negocio. Según cálculos de expertos citados recientemente por The New York Times, el negocio de la minería de estos materiales movió el pasado año 1.300 millones de dólares (unos 910 millones de euros). Y sus precios no paran de subir. Los del disprosio, por ejemplo, se han multiplicado por siete desde 2003, y los del terbio se cuadriplicaron entre 2003 y 2008.
Japón busca en Vietnam
El problema, para los grandes fabricantes occidentales y japoneses, es que China tiene un 43% de las reservas naturales de estos preciados materiales y produce un 95% del consumo mundial. Las compañías, por tanto, han salido en busca de estos imanes ante los avisos de China de restringir la producción y exportación. Para evitar la dependencia de China, la automovilística Toyota, por ejemplo, ha adquirido una mina en Vietnam de la que únicamente ella puede extraer los metales magnéticos para las baterías de sus coches.
El poderío chino sobre la producción de metales magnéticos ha alarmado ya a algunos medios de comunicación británicos y ha provocado una respuesta del Gobierno. Según publicaba recientemente el diario The Independent, en los últimos siete años, China ha reducido en un 40% la cantidad de elementos raros disponible para la exportación, en un intento, según los expertos, de controlar su producción y los precios. El Ministerio de Industria británico ha reconocido que a Occidente le preocupa la dependencia que se está creando de China para el uso de estos productos. "Estamos pendientes de la situación con lo que respecta a las normas de la Organización Mundial del Comercio", dice el Ministerio en un comunicado.
Según explica Harmer, la dependencia de China y los anuncios de recortar la exportación pueden suponer un problema grave para Occidente. Harmer cree, incluso, que los países occidentales deberían empezar a reciclar estos metales "para que puedan ser utilizados de nuevo", y reducir así esa dependencia del gigante asiático.
Ian Higgings, de la empresa Less Common Metals, evalúa el tema bajo una óptica distinta. El experto cree que China va muy por delante porque empezó a invertir en esta industria hace 40 o 50 años y empezó a producir de forma masiva a finales de los noventa. "El Gobierno chino potenció la competitividad entre las tres zonas geográficas productoras", explica, "lo cual abarató la producción. Ahora, nadie puede competir con ellos". Higgings advierte de que algunos de estos metales, como los utilizados para las turbinas eólicas, pueden ser sustituidos, pero otros, como el de las baterías de los coches híbridos, no tienen, de momento, sustituto alternativo. Less Common Metals trabaja desde hace más de veinte años con REE, comprándolos en China y mezclándolos con otro tipo de metales para hacer nuevos productos.
Las minas más importantes de estos minerales son las de Baotou, en Mongolia. "Es verdad que el consumo ha aumentado enormemente en los últimos años y, por ello, lo más importante para la industria ahora es buscar alternativas a la masiva producción china", explica Ian Higgings.
Las compañías occidentales, andan, por tanto, en busca de nuevas oportunidades de explotación de los REE. En Australia se han localizado dos grandes depósitos, y las empresas están comenzando a buscar nuevas reservas en California, Suráfrica, Canadá, Groenlandia y Suecia. La idea es liberarse del yugo de los chinos que, según reconocen los expertos, se merecen al menos un reconocimiento por su excelente visión de negocio. Según recuerda Harmer, "en 1999, los investigadores chinos apodaron a los REE rare industry vitamins "vitaminas inusuales de la industria" porque ya los consideraron elementos vitales" (Publico.es).
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