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Chile

Los ingresos de los pirquineros pueden alcanzar el millón de pesos.

28 de Febrero de 2011.- Los desérticos parajes del norte son testigos del diario vivir de cientos de personas que trabajan en la pequeña minería del cobre.

Alejados de ciudades e incluso de las carreteras, viejos y jóvenes buscan mineral en vetas (cuevas formadas a punta de pólvora y sostenidas sólo con maderos), o en oscuros y fríos piques, que bordean los 30 metros de profundidad.

Con el alto precio del cobre ­que ya sobrepasa los US$ 4 la libra­ y jornadas de lunes a sábado, de 9 a 18 horas, los ingresos de los pirquineros varían entre los $300 mil y el millón de pesos.

Hoy es posible encontrar camionetas, motos e incluso televisión satelital en las alturas de los cerros en donde están las faenas. Sin embargo, los mineros, en especial los más viejos, se toman con calma el boom del cobre y no hacen proyectos a largo plazo. Ellos saben muy bien que la minería tiene de dulce y de agraz. Estas son sus historias.

Pese al rigor, mejora su pensión

En los 54 años que lleva trabajando en minería, Hernán Palma (66) ha sufrido en carne propia los riesgos de la actividad minera. Mientras recorre las instalaciones de la Mina Oriente (Ojanco Nuevo, III Región), este minero recuerda los accidentes que han dejado huella en su cuerpo.

El año 77 Palma realizaba una perforación en un pique y cayó 15 metros. Quedó inconsciente. Al abrir los ojos no notó heridas en su cuerpo, pero el golpe hizo que se desarrollara un tumor cancerígeno en su abdomen.

Años más tarde un nuevo accidente aquejó a Palma. Mientras trabaja en otro pique, cayó 4 metros. Esta vez sí notó al instante las consecuencias de la caída y se dañó la columna, sufriendo la pérdida de un riñón.

Sin embargo, Palma reconoce que, gracias a la minería, ha podido surgir. En jornadas de lunes a viernes, está ganando entre $600 mil y $800 mil al mes y en el campamento, que está en una de las laderas más altas del cerro, tienen instalada una antena de televisión satelital.

Palma tiene pensión de invalidez, pero no le alcanza para vivir bien. "A mis 66 años no debería estar en la minería, ¿pero en qué más voy a trabajar a esta edad?", remata el minero.

Las motos de los jóvenes del cerro Tamaya

Entre las piedras de cobre amontonadas en las laderas del cerro Tamaya (25 Km. al norte de Ovalle, IV Región) trabajan codo a codo mineros que tienen entre 18 y 80 años. Así, Jhonny Villalobos (18) está desde septiembre trabajando en compañía de su padre. ¿Qué le puede atraer de la minería a un joven? "La plata", comenta entre risas.

En noviembre Villalobos se compró una moto, la que hace poco tuvo que mandar a arreglar. No tiene claro qué hará con lo que está ganando, pero está viendo la posibilidad de comprarse un auto o una moto mejor. Dice que le gustaría irse a trabajar a una mina grande más al norte, pero no está en sus planes seguir estudiando.

El minero Max Carvajal (27) también comenzó muy joven a trabajar en la minería, luego de terminar el Servicio Militar. Parte de sus mayores ingresos los ha aprovechado para comprarse una moto, en la que sube todos los días al cerro.

Ambos jóvenes reconocen que están en muy buena la situación con el alto precio del cobre. Mientras Carvajal gana cerca de $300 mil, Villalobos alcanza ingresos de $500 mil. "Si sube el cobre, uno gana más platita", dice el primero (Emol).

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