Cobre cuida la salud de 33 mineros atrapados y expuestos a situaciones extremas

Actualmente se les está enviando vestimentas con el metal rojo a los 33 mineros atrapados en la Mina San José, con la finalidad de mantenerlos libres de infecciones y hongos. Esto gracias a las propiedades bactericidas del cobre.

7 de Septiembre de 2010.- Desde que fueron encontrados el pasado domingo 22 de agosto, los 33 mineros atrapados a más de 700 metros de profundidad en la mina San José cerca de la ciudad norteña de Copiapó, que extrae oro y cobre, innumerables han sido las acciones tomadas por el gobierno para mantenerlos en las mejores condiciones posibles mientras duren las faenas de rescate.

Preservar su estado de salud se convirtió en la tarea primordial para las autoridades. Es por ello que, tras establecer los procesos de rehidratación y alimentación pertinentes al caso, una de las primeras medidas tomadas fue enviarles vestimentas con cobre (poleras y calcetines) con la finalidad de mantenerlos lo más ajenos posible a contraer infecciones de diverso tipo. Esto debido al ambiente extremo y hostil en el que se encuentran, y del cual no existe fecha clara de cuando podrán ser rescatados. Para hacer un cuadro general de las condiciones en las que estos hombres se encuentran, se trata de una cavidad a la que no llega luz natural, a más de 700 metros bajo tierra, con 35º de temperatura constante y mucha humedad. Todas características que juntas convierten este espacio en una verdadera incubadora de bacterias y hongos.

En estas condiciones adquirir infecciones, hongos en los pies, enfermedades cutáneas, entre otras, no sería extraño, y considerando que los 33 mineros pueden estar hasta 4 meses viviendo en ese ambiente, es indispensable con los mecanismos existentes resguardar lo más posible su buen estado de salud. Es así como el cobre se hizo presente, en una de sus aplicaciones más recientes y efectivas...sus propiedades bactericidas, siendo la primera vez que se está usando el metal rojo en la protección a la salud de un grupo de hombres expuestos a situaciones extremas.

El cobre está presente prácticamente en todos los quehaceres de nuestra vida diaria: cañerías de agua, gas, duchas, teléfonos celulares, incluso en nuestras vestimentas. Pero no se trata sólo de una moda o tendencia el incorporar el metal rojo en ciertas prendas de vestir, sino que existe una justificación mucho más relevante en su aplicación al guardarropa: sus propiedades bactericidas.

En el año 2008 la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), aprobó las propiedades bactericidas del cobre, autorizando 275 aleaciones capaces de conseguir iguales efectos, incluso —según las últimas investigaciones— bastante más potentes que el acero inoxidable. A partir del trabajo realizado por la EPA, en Chile la International Copper Association (ICA), siguiendo los parámetros de medición y metodología utilizada por la agencia norteamericana, replicó el estudio en el Hospital de Calama.

Los resultados fueron concretos en todas aquellas superficies en las que se aplicó el cobre (barandas y manillas de camas, mesa del paciente, porta­sueros, descansa brazos de silla de visitas y el lápiz que usan las enfermeras), la reducción de la población bacteriana se redujo entre un 82% y 92%.

Esta gran noticia vino a abrir un nuevo nicho en el cual el cobre podría potenciar sus usos y aplicaciones, más allá de la gran, mediana y pequeña minería. Es así como se han desarrollado desde manillas, mesas, llaves, almohadones y hasta calcetines con cobre.

Respecto a la función del cobre en la preservación del estado de salud de los mineros, Hernán Sierralta Director de Comunicaciones la International Copper Association Latinoamérica (ICA), asevera que "Sin dudas el cobre gracias a sus propiedades bactericidas contribuirá de manera importante a preservar la salud física de los mineros atrapados, así como también ocupa y ocupará un lugar importante en la eliminación de bacterias en hospitales y lugares públicos".

Lo anterior debido a que se está proponiendo y estudiando la viabilidad de que el cobre tenga presencia real y concreta en hospitales (principalmente salas UCI y UTI), servicios de transporte públicos (barandas de micros, pasamanos de escaleras de metro, entre otros puntos), todos lugares de alto tráfico, para reducir contagios en cadena.

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