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Chile

El nuevo informe de la OCDE sostiene que las perspectivas de crecimiento favorable ofrecen a Chile una oportunidad para abordar sus bajos niveles de productividad comparados con los de otras economías desarrolladas, mejorar el acceso al empleo de calida y tomar medidas para reducir su desigualdad.

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Miércoles 28 de Febrero de 2018.- La última edición del Estudio Económico de Chile elaborado por la OCDE indica que la buena gestión macroeconómica ha dotado a Chile de una sólida base económica, y las medidas aplicadas por el gobierno saliente para lograr un crecimiento más inclusivo van en la dirección correcta.

El informe OCDE consigna que el nuevo gobierno necesitará consolidar estos esfuerzos con una mayor batería de reformas con el fin de estimular el crecimiento de la productividad, la diversificación de la economía, la mejora de las competencias de los adultos y lograr que más gente trabaje en empleos formales permanentes que generen valor real.

“Chile también se beneficiaría de un incremento del apoyo público a la investigación y el desarrollo, así como de intensificar las inversiones en infraestructuras, lo que a su vez dinamizaría la innovación y la competitividad” añade el informe.

En tanto, el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría sostuvo durante la presentación del estudio en Santiago que “Chile goza de una buena salud económica, pero el triple desafío que representa cómo aumentar la productividad, mejorar la competitividad global y reducir la desigualdad sigue presente”.

Asimismo, afirmó que “la actual reactivación económica mundial proporciona una gran oportunidad para intensificar las reformas estructurales con el fin de que Chile pueda alcanzar su pleno potencial económico y compartir los frutos de forma más equitativa.”

La OCDE ha pronosticado que el crecimiento del PIB en Chile alcanzará el 2.9% en 2018 y en 2019, en medio de sólidas condiciones económicas mundiales y un alza de los precios del cobre. Sin embargo, la baja productividad sigue suponiendo un lastre para las condiciones de vida de los chilenos.

Aunque pueda considerarse alta en el contexto de otros países de América Latina, en Chile la producción por trabajador está estancada en la mitad del promedio de la OCDE, con demasiados trabajadores empleados en actividades que generan poco valor añadido por hora de trabajo.

Además, la brecha de desigualdad de ingresos en Chile es un 65% más amplia que en el promedio de la OCDE, con uno de los ratios más altos entre los ingresos promedio del 10% más rico de su población y la del 10% más pobre. Casi un tercio de los trabajadores chilenos tienen puestos de trabajo informales o temporales, y una encuesta de competencias de adultos elaborada por la OCDE muestra que uno de cada dos chilenos tiene un bajo nivel de competencias lectoras. La presión que estos factores ejercen sobre el sistema de pensiones y las condiciones de vida aumentará con el rápido envejecimiento de la población chilena.

El Estudio recomienda adoptar más medidas para reducir las barreras de entrada y la complejidad regulatoria con el fin de ayudar a las empresas jóvenes a innovar, crecer y competir. Esto también contribuiría a abrir un mercado de exportación que en la actualidad está dominado por un puñado de conglomerados de empresas.

En cuanto a las recientes reformas educativas para mejorar la enseñanza y las competencias, estas pueden servir de base para mejorar y ampliar la formación técnico profesional y los programas de aprendices, incluida una mejor focalización de los programas de capacitación hacia quienes más lo necesitan. Chile debería ofrecer una solución a la alta proporción de contratos temporales y de empleos informales existente, así como ampliar el acceso al seguro de desempleo.

Seguir con una agenda social ambicioso también es primordial. Además, sostiene el informe, es importante incrementar los esfuerzos para mejorar la redistribución a través de impuestos y transferencias. El aumento de los impuestos sobre las propiedades  y de los impuestos ambientales, o la reducción de las bandas sobre las que se grava la tasa del impuesto a la renta de los individuos podrían financiar un mayor gasto social, y sustentar las subvenciones al empleo formal y el seguro de salud.  El aumento de las contribuciones al sistema de pensiones y la ampliación de la edad de jubilación, especialmente en el caso de las mujeres, podrían aumentar el PIB per cápita en el medio plazo y ayudar a incrementar la actual baja tasa de reemplazo de las pensiones.

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