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Chile

14 de Enero de 2011.- Nadie describió las desventajas de la riqueza de commodities en forma tan concisa como Juan Pablo Pérez Alfonzo, el ministro de Petróleo venezolano en los "70 y uno de los fundadores de la OPEP. "El crudo nos llevará a la ruina. Es el excremento del diablo", dijo. Medio siglo más tarde, América Latina está encontrando sentido a esas palabras. El petróleo puede convertirse en una maldición. Pero lo mismo ocurre con otras materias primas abundantes en la región. Aparentemente el continente está prosperando. El auge de los commodities ­impulsado por Asia­ multiplicó por trece el comercio de la región con China desde 2000. Pero esta abundancia tiene dos caras: junto con el alza de los precios de las materias primas vinieron fuertes efectos económicos, en especial en las monedas. "Es un riesgo serio" que los bancos centrales deben manejar, señaló Augusto de la Torre, economista regional del Banco Mundial.

Hasta ahora, la región asegura que el vaciamiento de su sector industrial se debe mayormente a las políticas monetarias extremadamente laxas que tiene Estados Unidos. Pero el avance de los precios de los commodities influyen en igual medida. Neil Shearing, de la consultora Capital Economics, opina que el efecto a largo plazo de las materias primas sobre las monedas latinoamericanas es más importante que la emisión monetaria.

La tendencia subraya un fuerte cambio en los términos comerciales del continente. Después de casi un siglo de declive, el precio relativo de las materias primas subió constantemente en la última década en comparación con los productos manufacturados. "La región está particularmente inquieta por las anteriores experiencias de auges y caídas", señaló Ric Deverell, economista experto en commodities de Credit Suisse en Londres.

Los gobiernos intentan mitigar el problema con medidas como los controles de capitales. Pero esos son sólo paliativos temporales. A largo plazo, hay otras medidas. Primero, elevar el ahorro del gobierno. Eso reduce la inundación de capital que ingresa al país y puede usarse para armar un colchón cuando termine el auge. Segundo, invertir la ganancia extraordinaria para aumentar la productividad de largo plazo, como la educación. América Latina todavía se ubica muy por atrás, pero la calidad educativa mejoró en los últimos tiempos, en especial en Brasil.

La buena noticia es que la región tendría más tiempo para dar el salto. Esta bonanza duraría más que las anteriores porque proviene del aumento sostenido de la demanda asiática (DF).

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