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Colombia

Colombia se está convirtiendo en un país minero. Los efectos macroeconómicos son muy importantes, particularmente en los frentes fiscal y de balanza exportadora, pero no pueden llevarnos a desconocer dos tipos de impactos no deseados.

18 de Julio de 2012.- Un logro indiscutible del sector cafetero ha sido el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes en las regiones de producción. El nivel educativo, las carreteras terciarias, los acueductos veredales y la interconexión eléctrica han sido, por muchos años, mejores que los del resto del país y ello se ha traducido en una mayor calidad de vida. Hoy el eje cafetero sigue mostrando mejores resultados en las mediciones de pobreza como el NBI y en algunas de bienestar como el ICV, que el resto del país.

Colombia se está convirtiendo en un país minero. Los efectos macroeconómicos son muy importantes, particularmente en los frentes fiscal y de balanza exportadora, pero no pueden llevarnos a desconocer dos tipos de impactos no deseados.

Por un lado, las consecuencias ambientales de la explotación, las cuales suceden a pesar de las innovaciones tecnológicas y por el otro, la baja vinculación de los habitantes de estas zonas a los beneficios económicos y sociales de la actividad minera, por su bajo nivel de formación.

El Fondo Nacional del Café tuvo un impacto positivo no solo en asistencia técnica y estabilización de precios, lo cual no es necesario en la minería, sino en el mejoramiento de las condiciones sociales en las regiones cafeteras. Por ello, propongo el establecimiento de un fondo parafiscal en la minería.

Este fondo tendría como propósito mejorar las condiciones sociales y de la calidad de vida de los habitantes de las zonas de producción. En el caso de la minería no debería incluir ninguna acción de asistencia técnica ni de estabilización de precios, típicas de los parafiscales del sector agropecuario.

Se alimentaría con un porcentaje del valor de la producción de todos los minerales. Se incluiría en la misma bolsa a los petroleros con los de las demás actividades mineras, con lo cual se generaría un efecto redistributivo en los distintos tipos de producción. Esto también generaría un efecto de transparencia, pues al tener en un solo lugar los aportes provenientes de todos los tipos de minería se podría comparar el volumen de retribución que hacen al país.

Este fondo no sustituiría ni los recursos de las regalías ni las actividades de responsabilidad social hoy realizadas por las empresas, sino que serviría como un mecanismo “no fiscal” para facilitar las actividades del sector.

Su consejo directivo podría estar compuesto por el sector público, el ministro de Minas, el director de Prosperidad Social, un delegado de gobernadores y municipios productores y compartirán las decisiones y manejo del fondo con los representantes de los gremios mineros del país.

Hoy, uno de los grandes obstáculos para la producción minera es el deterioro social en las regiones productoras. Normalmente, se excluyen los habitantes locales, y con ello, se están generando bombas de tiempo que pueden convertir a la industria en un actor económico deslegitimado y hasta odiado.

Un fondo parafiscal de la minería, similar a los fondos parafiscales existentes en la agricultura, puede ser un camino para generar una mayor vinculación de las regiones mineras a los beneficios económicos que la industria le genera al país y de paso desactivar uno de los palos que le están surgiendo a la locomotora minera.

El Universal Colombia
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