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Chile

27 de Agosto de 2010.- Son consideradas la alternativa más confiable y estable­además de barata­ para suplir la creciente demanda energética de una economía en pleno desarrollo, cuando todavía la inversión en energías renovables no convencionales está en pañales en Chile.

Las termoeléctricas en su conjunto ­ ya sea en base a carbón, diesel, petróleo y otros derivados­ componen poco más del 60% de nuestra matriz energética. Este porcentaje promete aumentar con todos los proyectos en estudio, tramitación ante el Servicio de Evaluación Ambiental (SEIA), aquellos que ya están aprobados y otros en construcción que han surgido en los últimos tres años, y que en conjunto aportarían más de 10 mil megawatts al sistema, equivalente a un Sistema Interconectado Central nuevo.

Pero nadie quiere una termoeléctrica en su patio trasero. Ejemplo más que suficiente es el masivo rechazo a la aprobación por la Corema de la III Región de la central a carbón Barrancones de la GDF Suez.

Ciertamente su construcción habría ayudado a suplir una necesidad energética urgente en un país que pretende crecer a una tasa anual de 6%, como comprometió el presidente Sebastián Piñera. A ese ritmo de crecimiento, la demanda energética aumentaría según analistas a un ritmo anual de 8% durante los próximos diez años. Pero si estas centrales generan tanta oposición y si las energías renovables por sí solas no son suficientes para suplir toda la demanda, cuando el gobierno busca duplicar hacia 2020 la matriz energética, la pregunta entonces es ¿cómo?

Las opiniones están divididas sobre si invertir en una termoeléctrica ahora es un buen negocio o no para suplir esa futura necesidad. En el mercado explican que el costo aproximado de implantación de una termoeléctrica a carbón hoy es de cerca de
US$ 2.000 por MW y US$ 490 por MW si es a diésel. Esto, frente a una hidro que va entre los US$ 1.000 y US$ 2.000 si es embalse o de pasada.

El anuncio ayer del presidente Sebastián Piñera cambió el escenario: ¿Qué pasará con las próximas centrales que entren a tramitación o las que están por ser calificadas, como Castilla de la brasileña MPX Energía o Pirquenes de S.W. Business, de Paul Fontaine y Rodrigo Danús?

Al calor del debate

En entrevista antes del anuncio del presidente Piñera y de la decisión final de GDF Suez de no construir Barrancones, el gerente general de la multinacional en Chile, Juan Clavería, aseguró que el grupo no tiene "intenciones de hacer proyectos termoeléctricos en un escenario de rechazo horizontal. El grupo no tiene ninguna intención de imponer sus proyectos en Chile. Por el contrario, queremos ofrecerles distintas alternativas de proyectos para que el país decida", insistió.

La postura de la multinacional franco­belga en cuanto al negocio de las termoeléctricas apuntaba a la practicidad y la eficiencia. "Las centrales térmicas son un buen complemento para el desarrollo energético de un país. En este sentido, GDF Suez tiene una variedad de inversiones en distintos países que compiten unas con otras, entre eólicas, carboneras, hídricas, etc. Pero en el grupo total, el carbón sólo representa un 10% de nuestra matriz. Ahora bien, la gran ventaja de la construcción de una central a carbón es su rápido período de construcción. Demora en promedio cuatro años. Comparado con una central hidroeléctrica, que puede demorar ocho años", precisó.

Para la generadora Colbún, dueña de las centrales a gas natural y diesel Nehuenco I, II y III en la V Región, entre otras, el negocio es visto como un complemento, "siempre eficiente, a nuestra vocación hídrica", explica el gerente corporativo de la empresa, Carlos Abogabir. "Una matriz energética como la chilena tiene que cumplir con tres requisitos: la eficiencia, la seguridad en el suministro y sustentabilidad". Pero el agua es un recurso inseguro, especialmente momentos de sequía, advierte. "La crisis de gas argentino a principios de la década hizo que buscáramos como sistema una alternativa en las termoeléctricas, porque aportan esa seguridad", sostiene.

En el mercado apuestan porque de asegurarse el acceso al gas natural en Chile y su distribución, debiera caer la cantidad de termoeléctricas en base a carbón. Sin embargo, detractores aseguran que se busca justificar con esto carbonizar la matriz energética con una tasa de extracción de combustibles fósiles que no es paralela a la generación renovable.

Pero hasta entonces, el carbón es uno de los recursos energéticos más competitivos, en especial si donde se emplazará el proyecto no hay mayor opción. Así lo ven en MPX Chile, empresa de capitales brasileños cuya termoeléctrica en base a petróleo Castilla está tercera en la lista de tramitación del SEIA. Fuentes de la empresa explican que donde se ubicará Castilla, la Tercera Región, no hay otras formas de generación a precios competitivos, paralelo a un déficit energético importante y a la vez una necesidad de suministro de varios proyectos mineros en carpeta. que una planta solar no podría suplir. Y por eso en MPX afirman que el costo social de un racionamiento de energía es mucho más grande.

Regulando la temperatura

Hoy no existen una normativa específica para las termoeléctricas. Hasta ahora, se le aplica la misma vara a las centrales térmicas en cuanto a aspectos técnicos y ambientales que hidroeléctricas y ERNC ante el comité de expertos que citan las Coremas cada vez que ingresa un proyecto a tramitación, explica la gerente general de la consultora Energética, María Isabel González. "Aparte de eso está la normativa ambiental de la zona donde se emplazará el proyecto en sí", precisa.

Se está tratando de regular a las centrales en parte con un proyecto de regulación de emisiones de carbono, que el Consejo Consultivo de la Conama busca realizar a la brevedad posible, explica uno de los miembros de este comité, el abogado Juan Carlos Urquidi.

"El marco regulatorio socio ambiental de Chile es aún deficiente porque sólo considera el alcance de los impactos de sus fases de construcción y operación, pero no hay un análisis previo respecto de la sustentabilidad de los posibles sitios de emplazamiento. En el caso del proyecto Barrancones no se seleccionaron distintas opciones de sitios de emplazamiento en forma previa y solo se eligió finalmente el más conveniente para la estructura de costos del proyecto y no necesariamente para el medio ambiente", añade Urquidi.

Una potencial norma a las emisiones impondría límites mucho más estrictos de lo que exigen la Unión Europea y el Banco Mundial a países en desarrollo, pero no resuelve aspectos ambientales como cercanía a reservas ecológicas o zonas protegidas. Este punto fue el principal caballito de batalla de los grupos ambientalistas liderados por Fundación Terram, la ONG Oceana y el Movimiento el Movimiento de Defensa del Medioambiente: la distancia de 25 kilómetros entre Barrancones y Punta Choros.

Para el especialista y ex ejecutivo de Gener, Juan Carlos Olmedo, "el país necesita energía térmica. La generación a carbón se está desarrollando en todo el mundo de forma sustentable Es una energía competitiva, que no compite con las ERNC, son complementarias. El ejemplo de Barrancones lo está diciendo: el país debe trabajar pronto su problema energético. Y si se va a normar a las termoeléctricas después de Barrancones, hay que tener presente el diseño tarifario de nuestro sistema. El precio del mercado lo fija el costo medio de la inversión marginal. Si mañana se imponen muchas exigencias a las termoeléctricas a carbón, eso va a significar que el costo medio va a subir" (DF).

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