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Chile

22 de Marzo de 2012.- La tarde del sábado, don Marco Hurtado lloró de impotencia. El pozo con el que regaba la hectárea que aún tiene unas pocas plantaciones de olivos y paltos estaba seco. Algo que nunca pensó que pasaría tan rápido en el sector de Piedra Colgada, a unos 20 kilómetros de Copiapó. Ya nada quedaba del agua que, hasta el viernes, estaba a 20 metros de profundidad. "Ya no vamos a poder plantar más", dice con pena don Marco junto a su señora, Dominga, que ahora no saben cómo enfrentar una de las señales más dramáticas que golpea a Copiapó. Ellos habitan en el sector 5 de la cuenca, donde supuestamente queda la mayor disponibilidad de agua subterránea y donde la empresa Aguas Chañar debió trasladarse para asegurar el consumo humano. 

Lejos están los años en que el río Copiapó bajaba torrentoso por el lugar y era el centro de paseos y picnics de los copiapinos. "Todos venían a bañarse y ahora está seco, seco. Es realmente terrible", cuenta Marco Hurtado mientras recorre el lugar donde hace 10 años se bañaba con sus hijos. Hoy la tierra está resquebrajada, es una señal inequívoca de la muerte de la cuenca. 

La crisis hídrica llegó a tal punto que los cortes de agua se suceden desde hace meses para la población, que sigue sufriendo los embates de la sequía. De hecho, la semana pasada se extendió el decreto de escasez hídrica para asegurar el agua a la población. El gobierno se ha mostrado inquieto por la situación y la visita de la superintendenta de Servicios Sanitarios que llegó a fiscalizar a Aguas Chañar y a anunciar que el agua no faltaría, intentó descomprimir la situación. Aún así, hay preocupación entre las autoridades de que escale un conflicto. La situación ha derivado en protestas en barrios, para mejorar el servicio, las que se repetirán hoy (ver nota secundaria). La mayoría de los vecinos culpa a las grandes mineras de la crisis, alegando que habría influido la sobreexplotación de derechos de agua.

Sin hortalizas
Los agricultores sufren los embates de la escasez de agua. Angelo Ghiglino era uno de los principales productores de hortalizas de la ciudad. Era. Ahora de las 50 hectáreas que plantaba, se ha reducido a 18 y debe traer verduras desde otras regiones para abastecer a los supermercados. "La producción ya no alcanza para el consumo de Copiapó", dice tajantemente. Sus cuatro pozos ya se secaron y ahora subsiste con unos derechos superficiales del río que llega en canales. "Cuando llega", dice. 

Para el consumo humano las situaciones más críticas se viven en sectores altos de la ciudad y en lugares como Paipote. En la casa de Fresia Flores, en la población Manuel Rodríguez de Copiapó, viven 14 personas y han debido lidiar con cortes de hasta tres días. "Este año ha sido dramático, es un drama ducharse, ir al baño. Hay que estar juntando agua cuando pasa el camión aljibe", dice acongojada y agrega: "Si esto sigue nos vamos a tener que ir a paro, a huelga o algo así". 

En la villa Llanos de Llantay, de Paipote, se acostumbraron a hacer una vida nocturna: sacar agua, lavar e incluso ducharse en las noches, cuando había más presión de agua. Después los cortes vinieron de noche y así la situación se vive día tras día. En Villa La Estación, la sequedad se siente en las calles. Los vecinos dicen que las garrapatas abundan y que hay que arreglárselas con agua de día, ya que a partir de las 20 horas casi no hay. "Hay que mandar a los niños a ducharse a otras casas, y uno tiene que estar pagando agua cuando no hay agua", reclama Raúl Estay (LTOL).

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