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Argentina

23 de Marzo de 2012.- La riqueza mineral de la Argentina es asombrosa. No sólo se ubica en el sexto lugar mundial entre los países con mayores recursos mineros, además se estima que su superficie con potencial es de alrededor de 750,000 km2, de los cuales falta explorar y explotar el 75%.

Bajo el actual contexto internacional, las perspectivas de crecimiento se centran en la demanda asiática y en la caída de los stocks, donde la crisis europea y estadounidense ha posibilitado la conversión de China en una gigantesca plataforma transnacional de producción industrial. Las proyecciones de la Secretaría de Minería para 2015 son extremadamente positivas, con $ 38.500 millones en inversiones; $ 28.000 millones en exportaciones; $ 87.250 empleos directos; $ 316.000 empleos indirectos, y $ 36.200 millones en producción.

El capital mundial ha reaccionado colocando a la Argentina como un país privilegiado y elegido por más de 23 naciones para el desarrollo de sus inversiones en materia de prospección y explotación minera, ampliando la posibilidad de que nuestro país se vea beneficiado con parte de los u$s 50.000 millones que se destinarán a gastos de exploración en los próximos diez años en todo el mundo. Los resultados comienzan a notarse en nuestro país: mientras que en 1990 operaban sólo siete empresas mineras tradicionales, hoy son 55 y, mientras que en esa misma década ninguna empresa minera figuraba entre las 20 principales exportadoras del país, en el primer semestre de 2011 había cinco firmas (Argentina Gold, Alumbrera, Vanguardia, Santa Cruz y Tritrón).

En los próximos años entrarán en producción nuevos yacimientos de gran escala (Pascua Lama, Río Colorado y Pachón) y se incorporarán más de diez proyectos que permitirán incrementar la importancia relativa del sector, la oferta exportable y la cobertura geográfica (sumando provincias como Mendoza, Chubut, Salta, Jujuy y La Rioja).

 Sin embargo, para que la Argentina aproveche al máximo sus ventajas comparativas y posicione al sector en el nivel que le corresponde de acuerdo a su potencial, el gran reto consiste en plantear la forma de insertarlo en una estrategia justa e inclusiva que posibilite no sólo el crecimiento sino también el desarrollo económico del país, sin dejar de lado los aspectos ambientales inherentes a la propia actividad. Por eso debemos dar respuesta a estas preguntas: ¿Cómo manejar la abundancia de recursos promoviendo al mismo tiempo la diversificación industrial? ¿Cómo fomentar la participación y control estatal evitando a la vez el surgimiento de burocracias ineficientes? ¿Cómo promover la industria asegurando el cuidado del medio ambiente?

 El éxito del sector minero de Australia es revelador. Ese país comparte con la Argentina características económicas y geográficas, como abundancia de recursos naturales, patrones demográficos y hasta gobiernos defensores de los trabajadores.

El modelo minero australiano se basa en una visión holística de cada proyecto. Genera articulación e interrelación entre los sectores de la economía y un amplio conjunto de agentes: Estado, universidades, proveedores de Insumos, comunidad, etc. y define incentivos para cada uno de los involucrados en las etapas del proyecto con el fin de maximizar sus beneficios sociales sin descuidar la rentabilidad del mismo.

Bajo este esquema, desde que se detecta la posibilidad de establecer un yacimiento minero hay un desembarco de una multitud de inversiones extranjeras que se vuelcan directamente a las instalaciones del proyecto, pero también a obras de infraestructura, desarrollo de transporte, educación y establecimiento de nuevos asentamientos geográficos. Como consecuencia, la fuerza laboral termina adquiriendo nuevo dinamismo, posibilitando no sólo el incremento del trabajo sino también el acceso a un empleo mejor remunerado.

De este modo Australia, que hoy ocupa el segundo lugar en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, ha logrado reconciliar el cuidado irrestricto del medioambiente con la extracción de minerales. Australia es hoy quizás el país más desarrollado del mundo por su nivel económico, pero también por la calidad de vida de sus habitantes, la expectativa de vida y los servicios sociales. Su economía es tripartita: minería, agricultura e industria son tres pilares de una estrategia de desarrollo que ha sido increíblemente exitosa. Es importante destacar que el 51% de las exportaciones de Australia son minerales y la empresa minera más grande del mundo es australiana (BHP).

Es cierto que existen casos donde la exportación mineral ha llevado a una agobiante dependencia en las fluctuaciones de los precios internacionales pero hay ejemplos de la factibilidad de aplicar una estrategia que equilibre las necesidades del capital privado y la justicia social de redistribuir los beneficios entre los dueños originales de los recursos (El Cronista) .

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