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Chile

A la fecha, su capacidad instalada debería ser de al menos 850 MW más que lo que tiene hoy. Pero dos de sus proyectos emblemáticos, Santa María y San Pedro, están atrasados varios años. Y qué decir de Hidroaysén.

04 de Junio de 2012.- ¿Un gran negocio? Para los Matte, al lado de las millonarias ganancias que han logrado en La Papelera, su principal activo, la generadora que inicialmente sólo contaba entre sus activos a dos embalses en la zona central, ha dado más dolores de cabeza que satisfacciones.

Múltiples son las razones que explican lo anterior. La última de ellas, la semana pasada, cuando decidieron “tirar la toalla” respecto del proyecto Hidroaysén. La falta de una política energética clara -que el gobierno dice que sí existe, pero que hasta ahora sólo se ha materializado en un proyecto de ley y cientos de buenas intenciones-, les hizo pensar que bajo el actual esquema es imposible seguir. Y sugirieron incluso que están dispuestos a abandonar la titánica iniciativa.

Además de Hidroaysén, la cartera de proyectos de Colbún suma dos iniciativas emblemáticas. Sí, emblemáticas, pero más bien por la demora que han tenido para entrar al sistema eléctrico chileno. Se trata de San Pedro y Santa María, dos obras totalmente distintas (la primera es hidroeléctrica y la segunda, a carbón), que pese a haber sido aprobadas hace un lustro aún no despachan con regularidad. 

EL CASO SAN PEDRO
San Pedro es, por lejos, el más atrasado. La unidad, que lleva el nombre del receptor de sus rezos en meses de sequía -Colbún depende mucho de la pluviometría, dada su vocación hídrica- inició su construcción ajustado a calendario, pero a poco de avanzar sus ingenieros se dieron cuenta de que había un error grave: la roca en la que se levantaba la presa no era lo suficientemente firme como para soportar la estructura, lo que obligó a paralizar todo, iniciar nuevos estudios y esperar.

Recién a fines de este año estarán listos los análisis, los que perfectamente podrían indicar que la zona no es apta para construir una central hidroeléctrica y echar por tierra el trabajo. Y US$100 millones, que es lo que se ha gastado a la fecha.

Lo de la carbonera es aún más complejo. Santa María podría estar inyectando electricidad desde hace dos años, pero recién está en etapa de pruebas y se espera que esté inyectando los 700 MW de potencia nominal que tiene la iniciativa hacia fines de este año.

La empresa ha dicho que la culpa es de los contratistas de la etapa de construcción, los que han tenido dificultades para responder en tiempo. A esas dificultades se les sumó una adicional: el arbitraje que les puso la eléctrica por no cumplir con los contratos. Y los cobros de las boletas de garantía.

El propio subsecretario de Energía, Sergio del Campo, puso el caso de Santa María como un ejemplo de que las generadoras también contribuyen a la demora de la puesta en marcha de las centrales y al encarecimiento de la energía, porque 700 MW a carbón implican la salida de varias diesel (caras e ineficientes) del sistema.

LAS CIFRAS DEL AÑO PASADO
En términos financieros, 2011 no fue un mal año para la empresa, que vio aumentar sus ventas, pero no al nivel del incremento de los costos. Sus ingresos ordinarios subieron 30,12%, pero sus costos aumentaron un 67,55% por la mayor generación térmica y las mayores compras de energía requeridas para abastecer los compromisos.

Así, su resultado operacional llegó a los US$126 millones, es decir, un 91,32% menor que el del año anterior. Claro efecto de la sequía, dada la vocación hídrica.

En el mismo período, su Ebitda cayó 38,16%, alcanzando niveles del año 2005. El impacto en las utilidades fue significativo: los resultados de la empresa bajaron 95,37% llegando a U$5,2 millones, versus US$112 millones un año antes.

La buena noticia es que su deuda se ha reducido, bajando en la relación deuda/patrimonio en 5,1% respecto de 2010. Sin embargo, su deuda financiera de corto plazo aumentó en 58,88%, lo que exigirá a la empresa a hacer frente este año -que sí debería ser lluvioso- a varios compromisos. La deuda financiera es el 69% del total de los pasivos que la sociedad adeuda a los bancos y comprometiendo un 43% del patrimonio con estas entidades financieras.

El desafío de liderar la compañía está hoy en manos de Bernardo Larraín Matte, que asumió la presidencia de la empresa este mes, dejando el puesto de gerente general a Ignacio Cruz. Pero en el directorio cuenta con sus tíos Eliodoro y Bernardo Matte, además de Juan Hurtado. También con Eduardo Navarro, que fue elegido con los votos del grupo Angelini, que maneja casi el 10% de la eléctrica a través de AntarChile.

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