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Brasil

Martes 26 de Febrero de 2013.- El vecino país concluyó su primer módulo de enriquecimiento uranífero. De ese modo, se encuentra muy cerca de ser autosuficiente en la gestión del combustible nuclear que alimenta las plantas Angra I y II. Además de esas dos usinas atómicas, Brasil está construyendo Angra III, que se finalizará en 2015.

El gigante del Mercosur concluyó el primero de los cuatro módulos que tendrá la unidad de enriquecimiento de uranio que está construyendo en la Fábrica de Combustible Nuclear (FCN) del municipio de Resende, en Río de Janeiro. El módulo cuenta con cuatro conjuntos de unidades centrífugas orientadas a transformar el mineral de uranio en combustible.

El emprendimiento está a cargo de Industrias Nucleares de Brasil (INB), firma estatal que depende del Ministerio de Ciencia y Tecnología brasileño. Según el presidente de INB, Alfredo Tranjan Filho, la iniciativa representa un paso importante en pos de lograr que Brasil domine todo el ciclo del combustible nuclear y sea autosuficiente en el área. “Este avance nos posibilitará iniciar la producción de uranio enriquecido a nivel comercial, algo que hasta ahora sólo veníamos realizando a baja escala”, expresó el directivo en el acto de presentación del módulo.

A su criterio, la innovación en el sector constituye un valor estratégico para el futuro brasileño. “Así lo entiende también el Gobierno de Dilma Rousseff, que nos está apoyando para que prontamente estemos en condiciones de abastecer un 100% de la demanda de nuestras plantas nucleoeléctricas”, agregó Tranjan Filho.

Las unidades centrífugas para el enriquecimiento de uranio fueron desarrolladas por investigadores de la Marina de Guerra. Procesarán parte del uranio demandado por Angra I y II, las dos usinas generadoras de energía atómica con las que hasta el momento cuenta Brasil.

Cuando los cuatro módulos en cuestión sean concluidos y los 10 conjuntos de centrífugas estén en operación, el vecino país tendrá una capacidad suficiente como para atender el 100% de la demanda de combustible nuclear de Angra I y el 20% de Angra II. Vale destacar que para 2015 se sumará Angra III, central que por estos días se encuentra en plena etapa de construcción.

Atravesado por el río Paraiba do Sul, que da nombre a la región donde se sitúa –el Valle de Paraiba–, el municipio carioca de Resende no sólo alberga la FCN, sino también grandes fábricas automotrices como Volkswagen o Peugeot. Con una extensión de más de 1.100 kilómetros cuadrados (km²), posee una población de alrededor de 120.000 habitantes.

¿Y por casa?

De acuerdo con Ricardo Alonso, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor adjunto de la Universidad Nacional de Salta (UNAS), ya es hora de que la Argentina apunte, tal como intenta Brasil, a cerrar completamente su ciclo del uranio, desde el yacimiento minero hasta la producción de energía, pasando por su procesamiento en las plantas nucleares y el aprovechamiento de todos los derivados, incluyendo los isótopos radiactivos de aplicación medicinal.

“La Argentina debe estar orgullosa de su rol pionero en la industria atómica a escala global, de su desarrollo estatal y del crecimiento de empresas privadas como Invap, que se ubica entre las mejores del mundo en la construcción de reactores para radioisótopos”, remarca el experto en diálogo con este medio.

A fin de autoabastecerse de combustible nuclear, asegura que el país tiene identificadas más de 5.000 manifestaciones radiactivas naturales, y se calcula que hay más de 15.000 toneladas (Tn) de reservas uraníferas disponibles. “No obstante, hoy no producimos ni un solo kilogramo de uranio propio, lo cual es inconcebible para una nación que tiene un plan atómico en marcha desde 1950”, señala.

Según sus palabras, la Argentina importa la totalidad del uranio que consume desde Kazajstán, ex miembro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). “Y si bien el uranio todavía se consigue sin mayores problemas en el mercado internacional, la fluctuación de su precio podría generar serios problemas en el futuro”, advierte.

En ese sentido, recuerda que en 2000 la libra se cotizaba en apenas u$s 10. “Durante 2005 el precio comenzó a crecer aceleradamente hasta alcanzar los u$s 140 en 2007. Luego se produjo otro bajón, debido a la retracción de la demanda energética, y desde hace un tiempo fluctúa entre los u$s 40 y los u$s 50 por libra”, puntualiza.

A su criterio, será clave volver la mirada hacia los yacimientos uraníferos en manos del Estado nacional, a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). “A pesar de lo que algunos digan en su contra, la energía nuclear es barata, segura y no contaminante. Produce fundamentalmente vapor de agua, no genera gases de efecto invernadero, sus residuos son perfectamente tratables y sus plantas gozan de altos estándares internacionales de seguridad”, enumera.

Abierto o cerrado

De tomar la decisión de dominar todo el ciclo del uranio como combustible nucleoeléctrico (lo que abarca desde la extracción del mineral en las minas hasta el manejo de los productos residuales generados en los reactores, pasando por el enriquecimiento previo a su incorporación en las centrales nucleares), la Argentina debería optar por un modelo abierto o cerrado.

En el segundo caso, el uranio usado puede recuperarse para obtener plutonio, capaz de reutilizarse como fuente de energía. En el ciclo abierto, en tanto, al material irradiado se lo considera un residuo radioactivo, por lo que se procede a su almacenamiento definitivo.

Por otro lado, los residuos generados pueden clasificarse según su grado de actividad. Los de baja y media son resultado de las labores mineras, la fabricación del combustible y las instalaciones nucleares. Asimismo, el sector médico también genera algunos residuos radioactivos de estas categorías.

Los de alta actividad, por su parte, son producto del combustible empleado en los reactores y del reprocesamiento de éstos. Aunque poseen un menor volumen, son los de mayor toxicidad y emiten radioactividad por más tiempo, como es el caso del plutonio-239.

Vale destacar que por estos días no hay en funcionamiento ningún almacén para este tipo de residuos en todo el planeta. De manera preventiva, se los dispone en piscinas de refrigeración dentro de las propias centrales nucleares.

Petroquimica.com

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