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Argentina

El gobierno argentino quería asegurar el autoabastecimiento energético, pero no se ha logrado porque no hay mayores cambios en la política de energía, advierten analistas.

Lunes 18 de Febrero de 2013.- Cuando Argentina nacionalizó la petrolera YPF, en abril del año pasado, argumentó que la española Repsol -en ese momento su controladora- privilegiaba el pago de dividendos por sobre la inversión y que era necesario “recuperar” la empresa para revertir el hecho de que, en una década, el país había pasado de exportador a importador neto de energía.

Han transcurrido 10 meses y Daniel Montamat, consultor, ex secretario de Energía y ex presidente de YPF, tiene una respuesta directa a la pregunta de si la administración de Cristina Fernández logró su objetivo. “No. El gobierno nacionalizó buscando el autoabastecimiento, pero no sólo no lo ha conseguido, sino que la producción de petróleo y gas ha seguido cayendo”, asegura.

Según cifras de la Secretaría de Energía argentina, la producción nacional de petróleo en 2012 fue un 4,3% inferior a la de 2011. La de gas, un insumo que cubre casi 50% de las necesidades energéticas argentinas y se usa en hogares, industrias y en generación de electricidad, cayó 3,1% en el año. YPF, en tanto, registró una caída de 2,6% en su volumen de gas y un alza de 2,3% en la de petróleo, aunque este último incremento se explica por una menor base de comparación, ya que una huelga paralizó por casi tres meses la producción de la petrolera en Santa Cruz en 2011.

Argentina hoy importa casi el 20% del gas que consume y tuvo que financiar importaciones de combustibles y lubricantes por US$ 9.266 millones en 2012, sólo 2% menos que el año previo, según datos del Indec. En un país con escasez de dólares, tener un déficit comercial energético es un problema.

Camino complejo

Al tomar el mando de YPF en mayo, Miguel Galuccio, presidente y CEO, se enfocó en frenar la caída productiva y el alza en las importaciones. En agosto hizo una evaluación positiva de su gestión y presentó el Plan de los Cien Días, que contempla inversiones por US$ 37.200 millones en 2012-2017 para elevar 32% la producción de petróleo y gas, y 37% la de combustibles, con foco en el desarrollo de yacimientos no convencionales.

Montamat y otros analistas consideran que la gestión de la empresa se está haciendo de manera profesional y destacan la experiencia de Galuccio en la industria petrolera global.

El ingeniero en petróleo enfrenta desafíos importantes. Primero, YPF necesita financiarse. Ser una empresa estatal de un país que tiene prácticamente cerradas las puertas internacionales no lo facilita. Y para los montos que requiere, el mercado doméstico le queda chico.

Por lo pronto, firmó acuerdos con Chevron y Panamerican (propiedad de BP y de Bridas, una sociedad de los hermanos argentinos Bulgheroni y la china CNOOC), que financiarán planes de exploración, a cambio de participación en el desarrollo de Vaca Muerta, un enorme yacimiento no convencional (shale oil y shale gas) en Neuquén. Todo esto ha sido bien evaluado por el mercado bursátil: el precio de la acción de YPF ha subido desde noviembre, cuando comenzaron a sonar los rumores de alianza con Chevron.

Sin embargo, Montamat advierte que el proceso de expropiación no ha terminado y que ni siquiera se está negociando el pago a Repsol. “Muchos no se quieren asociar porque Repsol los lleva a juicio”, comenta. Así les pasó a Chevron y a Bridas, que ya fueron demandados.

A juicio del consultor, es posible aumentar la producción e incluso volver a exportar, ya que las reservas no han desaparecido y los descubrimientos de recursos no convencionales tienen un tremendo potencial. Pero llegar a esa meta requiere “un cambio estructural en la política energética, basado en tres pilares: estrategia de largo plazo, precios y certidumbre para los inversionistas”, enfatiza Montamat.

Este marco es más necesario porque es difícil que YPF pueda conseguir por sí sola la meta del autoabastecimiento energético. La firma representa no más de un tercio de la producción argentina de hidrocarburos y los otros dos tercios corresponden a, al menos, una docena de compañías privadas.

Los precios de la energía se congelaron en 2002 para ayudar a la economía a recuperarse de la profunda recesión en que cayó tras la crisis financiera de 2001. Ese objetivo se cumplió hace tiempo, pero los precios no se han sincerado. En el último tiempo el gobierno dio algunas señales en esa dirección. Esta semana se publicó en el Boletín Oficial una resolución que ofrece a las empresas un precio de US$ 7,5 por millón de BTU para la producción de gas por encima de un cierto piso, muy superior al promedio de US$ 2,6 por millón de BTU pagado hoy.

A cambio, las compañías comprometen planes de inversión. Montamat lo valora como señal, pero lo considera insuficiente. Hasta ahora, sólo YPF y Panamerican han dicho que participarán en el programa, anunciado a fines de noviembre.

LTOL

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