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Chile

Pedro Cortez comenzó a estudiar mantención de electricidad en un centro de formación técnica de Copiapó. Hasta hace algunos días sus compañeros desconocían que era uno de los 33. Hoy vende una moto que le regalaron para poder seguir financiando su ca

1 de Agosto de 2011.- Atarcede en Copiapó. Cae la temperatura, el comercio comienza a bajar las cortinas, marcando el término de una nueva jornada laboral y la mayoría de los trabajadores de la ciudad camina raudo a tomar algún colectivo o microbús que los lleve a sus hogares. A esa misma hora desde una casa de la población Tiltil bajo, Pedro Cortez (27), uno de los 33 de Atacama, sale de la vivienda en que vive con sus padres y hermanos, la única del pasaje que aún mantiene una desteñida bandera chilena a su ingreso y un desgastado lienzo con la frase: Fuerza mineros. Sobre su espalda lleva consigo una mochila, en sus manos cuadernos y un jockey sobre su cabeza. Su destino: el centro de formación técnica Benjamín Teplizqui de la capital de Atacama donde desde abril pasado estudia la carrera de mantención de electricidad. El minero "31" en emerger de la profundidad del desierto al interior de la cápsula Fénix II debe bajar desde uno de los cerros ubicados en el sector norte de la ciudad y tomar algún bus que lo lleve al otro extremo de Copiapó. Dice estar feliz. Pese a haber entrado un mes tarde a estudiar, hace una semana terminó de rendir todos sus exámenes aprobando todos los ramos del primero de los cuatro semestres que debe rendir.

"Me ha ido súper bien, pasé este semestre que era el primer logro que necesitaba y haber recuperado la confianza que no la tenía. La había perdido", cuenta Cortez.

Y es que si bien el trauma de haber estado casi 70 días a 700 metros de profundidad aún no desaparece. Dice que lo que más le incomoda es cómo en menos de un año el apoyo, solidaridad y preocupación de la gente prácticamente no existe. Por lo mismo y más que por un tema laboral optó por estudiar y sacar una carrera para terminar con los rumores y falsos mitos, que asegura, existen sobre los mineros.

"Si entraba a alguna empresa quería tener algo con que respaldarme, que no dijeran: miren, llegó el minero, entró apitutado por ser uno de los 33. Por eso quise estudiar", asegura el "31" como amistosamente hoy lo llaman sus compañeros.

Cortez, reconocido hincha de Colo Colo, a ratos habla con impotencia al recordar que en las mismas calles ha escuchado comentarios contra él y el resto de los mineros. Dice que la gente, erradamente, cree que están lucrando con una desgracia.

"Todos piensan eso, si no es sólo prejuicio mío. Lo digo porque lo he sentido. Como te discriminan, te dicen que uno es el wueón que tiene plata, lo dice la gente, en la misma tele", cuenta Cortez. El ex trabajador de la mina San José revela que incluso durante estos meses sus compañeros desconocían que el era uno de los mineros atrapados en el yacimiento perteneciente a la minera San Esteban. Fue sólo hace unas semanas, antes de terminar el semestre que uno de sus profesores lo sorprendió. "Ese profesor un día dijo que aquí teníamos una figura pública, poniéndole mucho color y diciendo que había uno de los 33. Mis compañeros no sabían y yo avergonzado tuve que levantar la mano y me preguntaron quién era y tuve que decirles. Ellos no me creían", recuerda entre risas el minero que recuerda que prácticamente tenía "amenazado" a un compañero del liceo que lo ubicaba y que estaba en su mismo curso. "Yo le dije por favor que se quedara callado no más. Era el miedo que tenía a la reacción del resto", agrega. Cortez cuenta que el dinero que recibió del empresario Leonardo Farkas le permitió pagar la mensualidad de $ 115.000 y la matrícula de su carrera.

"Hasta hace dos meses tenía mi plata que me quedaba y ahora estoy debiendo. Por eso tengo en venta una moto pistera que nos regalaron para pagarme mis estudios. 115 mil mensual y una matrícula de 80 mil y ahora quedé cero pesos", cuenta Cortez que por haber ingresado tarde a la carrera no pudo postular a alguna beca.

Se acerca un aniversario más del accidente de la mina San José y el minero "31" reconoce que los recuerdos en estos días se acrecentaron. "Me emociono con facilidad, tengo videos, cuando me ha tocado dar charlas y veo la imagen de mi hija recibiéndome me emociono. Todavía está a flor de piel el sentimiento y yo creo que eso no se va a pasar, pero hay que intentar superarlo" (La Tercera).

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