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Chile

Comenzarán con una planta experimental que estaría operativa antes de fin de año, pero esperan, en una segunda etapa, alcanzar volúmenes para comercializar el producto, que podría ser vendido a refinerías como ENAP y también a la industria alimentari

16 de Agosto de 2011.- Un revolucionario proceso para obtener combustibles renovables y proteínas a través de microorganismos es el que trae a Chile un grupo de empresarios liderado por los hermanos De Cárcer, y que comenzará a operar en su etapa experimental antes de fin de año. Esto, luego que la sociedad conformada, AIQ, adquiriera una licencia a la norteamericana PetroAlgae para desarrollar esta idea en el país.
En ese contexto, de visita por Chile, el vicepresidente ejecutivo de PetroAlgae –compañía que nace en 2006, en el Estado de Florida, Estados Unidos–, Harold Gubnitsky, define a la firma como “una solución o un sistema que hemos desarrollado que permite, por un lado, crear combustible renovable y, por el otro, generar proteínas. Todo esto, a través de procesos sustentables, tanto en lo económico como con el medio ambiente”.
Esto, explica, a través del desarrollo de un sistema basado en microorganismos que crecen, gracias a los procesos aplicados, de forma muy rápida. Estos microorganismos no están genéticamente modificados, sino que son los encontrados localmente y son cultivados en piscinas, denominados biorreactores. Una vez listos, éstos se procesan y se obtienen dos productos: comida y combustible.

Producción de Alimento

El primero, señala Gubnitsky, es la obtención de una proteína que tiene cualidades similares o quizás superiores a la harina de pescado. Producto que, inicialmente, estaría destinado a servir como alimento de animales, lo que sería de interés de la industria de los cerdos, salmón o camarón, entre otros.
Sin embargo, agrega que en estos momentos se encuentra en revisión por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus singlas en inglés), para ser certificado como una proteína susceptible al consumo humano. “Existe una alta demanda por proteínas y un déficit en su producción y dicho producto sería fantástico para suplir esto”, dice.

Energía Limpia

El otro producto es el denominado “biocrude” del que, una vez ya extraída la proteína, se obtiene un “petróleo joven”, el que tras ser refinado permite obtener combustible. “El tratamiento de éste es exactamente igual que el realizado al crudo regular, obteniéndose la misma línea de productos, se generan combustibles reales a través de fuentes renovables. Además, químicamente el producto es idéntico al crudo regular”, señala Gubnitsky.
Para ello, PetroAlgae se asoció con la compañía Foster Wheeler, una de las empresas de ingeniería más importantes a nivel global en el ámbito petrolero, para afinar el proceso de convertir estos microorganismos en combustibles. Así, llegaron a dos opciones: vender el “biocrude” a refinerías para que lo conviertan en combustible o, también, establecer en el mismo desarrollo del proyecto una planta procesadora, gracias a los conocimientos entregados con la firma Criterion, asociada con PetroAlgae.

Los Proyectos en Chile

Por todo esto, Andrés de Cárcer, uno de los hombres tras la llegada de esta tecnología al país, cuenta que luego de visitar las instalaciones de PetroAlgae en Estados Unidos “nos interesó la idea y estamos empezando a desarrollarla en Chile, haciendo nuestra primera planta piloto en Lampa, y esperamos tenerla lista entre octubre y noviembre de este año”.
Para este desarrollo se importa una serie de productos desde el exterior, sin embargo, De Cárcer manifiesta que la pretensión es que al plazo de un año se pueden lograr producciones que hagan comercial la iniciativa. “Lo que queremos es, después de esto, ampliarnos y llegar a una cantidad importante de hectáreas, de forma tal que esto sea comerciable”, detalla.
Sobre potenciales clientes, revela que, por un lado, se podría abastecer a la industria alimentaria en el país –en especial el sector acuícola, cerdos y aves–, mientras que por otro no es descartable vender el producto a ENAP para que pueda refinarlo y convertirlo en combustibles líquidos.
Este modelo ya funciona en países como Surinam, Ecuador, Indonesia, India o China y, señalan, destaca por ser sustentable tanto económicamente como con el medio ambiente (Estrategia).

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