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Chile

El sinólogo chileno del Departamento de Economía de Esade es optimista en cuanto al futuro de China. Para Soto, se viene "más prosperidad, más indicadores de contaminación, mayor desarrollo de una conciencia ciudadana y el desarrollo de una sociedad civil".

Lunes 23 de Septiembre de 2013.- China está en un período de cambios. No sólo se está desacelerando sino que se está adaptando a un mundo más próspero y más desarrollado. Para el sinólogo chileno Augusto Soto, académico del departamento de economía de ESADE y director del proyecto Dialogue with China Project, muchas incógnitas siguen sin resolverse. Pero él es optimista.

¿Se podría decir que China se está estabilizando?

-La desaceleración china ha sido una predicción cíclica por parte de economistas y analistas de todo el mundo desde hace tres décadas. Es inevitable que una economía disminuya su crecimiento algún día. Para el caso de China ese momento ha llegado. La gran pregunta de la década es si concluirá creciendo más cerca del 7% o del 7,5%.

Pero, ¿ya pasó lo peor?

-El primer ministro chino, Li Keqiang, con los nuevos indicadores en la mano, acaba de declarar en el Foro celebrado en la ciudad de Dalian que los fundamentos de la economía son sólidos. Si bien es imposible una predicción para un país de las características de China, la tendencia apunta a que están dadas las condiciones para que la economía se duplique en 2020 hasta superar los US$16 billones (millones de millones), lo que permitiría un ingreso per cápita de casi US$13.000 por habitante.

¿Qué se viene para China?

-Más prosperidad, más indicadores de contaminación ambiental, mayor desarrollo de una conciencia ciudadana respecto de la problemática nacional y probablemente el desarrollo de una sociedad civil. A nivel internacional, China no se ha visto involucrado en conflictos comerciales irresolubles ni menos en conflictos bélicos, como le ha ocurrido a las demás potencias mundiales en las últimas décadas e incluso siglos.

¿En qué influye la nueva visión del gobierno?

-El país goza de una excelente salud económico-financiera, cuenta con las mayores reservas de divisas del mundo y financia a la economía estadounidense con su compra de bonos del Tesoro. El país compite consigo mismo y la administración encabezada por Hu Jintao ahora se ha prolongado en la de Xi Jinping.

¿Le está funcionando al gobierno enfocarse en la demanda doméstica en vez de en la inversión?

-Hace un par de meses los indicadores de demanda doméstica eran relativamente magros y dejaban entrever un aumento aún menor, con ingresos domésticos experimentando una baja desde un 9,7% en relación con la primera mitad de 2012 y con una disminución hasta un 6,5% en la primera mitad de este año. Igualmente el incremento de salarios estaba bajando. Pero es muy pronto para hacer afirmaciones taxativas.

Al mismo tiempo los nuevos líderes han dejado clara su resignación a un menor crecimiento…

-Crecer menos no es un problema per se, pero lo puede llegar a ser si ese crecimiento se acercara a un 6%.

¿Cómo ha cambiado la urbanización y cómo está ayudando esto a levantar a China a una mayor potencia mundial?

-China está protagonizando un cambio extraordinario al pasar más gente de su condición campesina a urbana que en cualquier otra macrozona geográfica en la historia de la humanidad en el lapso de pocas décadas. Es cierto que las potencias de rango mundial de las últimas décadas son urbanas, pero en el caso chino esta transformación tiene que hacerse con un cuidado especial. No en vano el gobierno se ha propuesto alcanzar los 900 millones de habitantes urbanos de aquí al 2025. Significan 250 millones más que hoy. Si consideramos que a inicios de la década de los ochenta, la proporción de población rural era de 80% y hoy de 47%, se aprecia el sentido del cambio.

¿En qué afecta la situación de China a Latinoamérica?

-Más preocupante que el estado de la economía china en la coyuntura preocupa la dependencia de varios países latinoamericanos, especialmente los sudamericanos, de las materias primas en sus exportaciones a China. Entre otros motivos porque en el largo plazo China se puede convertir también en un competidor en su capacidad de refino de algunos de estos productos e incluso en su producción.

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