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Argentina

Costarán más de US$ 800 millones y servirán para reducir en 10% la importación de combustibles, que complican el superávit comercial.

3 de Octubre de 2011.- Con la preocupación de conservar en un eventual tercer mandato “K” la salud de la balanza comercial, golpeada cada vez más por la importación de energía, el gobierno hará este lunes dos anuncios de los que más le gustan. Se trata de la construcción de dos nuevas refinerías de petróleo, que en conjunto sumarán del orden de 10% a la oferta de combustibles del país y permitirán reducir en la misma medida las compras en el exterior.

El escenario será la provincia de Neuquén, pulmón energético del país y gobernada por Jorge Sapag, que pertenece al Movimiento Popular Neuquino pero tiene una aceitadísima sintonía con la presidenta Cristina Fernández.

La jefa del Estado, por teleconferencia, será la maestra de ceremonias de los nuevos anuncios. Uno de los proyectos corresponde a la empresa Petrolera Argentina (en ese momento la compañía inaugurará una inversión de US$ 135 millones para ampliar la producción de combustibles), mientras el otro será liderado por Medanito. Ambas petroleras son de capitales locales y apuestan a que la producción de petróleo doméstica, que tuvo un franco descenso durante el kirchnerismo, crezca en los próximos años de la mano del desarrollo de recursos no convencionales de ese hidrocarburo.

Tanto fuentes privadas como públicas mostraron hermetismo con respecto a los anuncios. “Lo quiere dar a conocer la Presidenta”, se excusaron. El Cronista pudo saber, sin embargo, que el proyecto de Petrolera Argentina demandará una inversión cercana a los US$ 420 millones para procesar hasta 90.000 metros cúbicos mensuales, mientras el de Medanito costará entre US$ 350 millones y ?US$ 400 millones, según el dibujo final del proyecto y procesará unos 75.000 m3. Este último, además, tiene una característica adicional: se trata del primer proyecto de refinería greenfield (iniciativa que parte desde cero) en décadas.

Sucede que el abastecimiento de naftas y gasoil fue un dolor de cabeza crónico para el gobierno de Cristina, en especial durante los últimos dos años. Por un lado, la oferta no siguió a la demanda y ocasiona faltantes eventuales que se traducen en colas de autos atestados en las estaciones de servicio y el quiebre de stock de las bocas de expendio.

Esa situación, además, tuvo su correlato en las cuentas públicas. Para cubrir el consumo local, se importa cada vez más nafta ­algo que hasta este año era infrecuente­ y gasoil, no sólo para autos sino también para centrales eléctricas, que se traducen en un éxodo de dólares.

Un ejemplo: la balanza comercial se redujo en agosto, según el Indec, un 38,5%, pero las importaciones de energía tuvieron un salto del 180%. Así, en los primeros ocho meses el déficit comercial energético trepó a US$ 2.800 millones, lo que contrasta con los US$ 1.000 millones de igual período de 2010 (El Cronista).

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