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Chile

La hidroelectricidad representa un tercio de la energía de Chile, mientras el combustible fósil cerca de dos tercios, según el ministro de Energía, Rodrigo Álvarez.

5 de Octubre de 2011.- Rico en la materia prima para producir energía limpia, pero pobre en combustibles fósiles, los crecientes problemas energéticos de Chile parecerían fáciles de resolver. El principal productor de cobre del mundo debe duplicar el suministro energético en una década para mantener el crecimiento. La necesidad de mejorar la transmisión eléctrica también quedó en evidencia con el gran apagón de fines de septiembre, que afectó a cerca del 60% de la población.

Pero, aumentar el suministro eléctrico requerirá de relaciones públicas, una cuidadosa diplomacia y una billetera llena. A pesar de que Bolivia y Perú, vecinos de Chile, tienen abundante gas y la ventaja de la cercanía, las tensiones fronterizas que datan de una guerra decimonónica significan que ambas opciones están descartadas.

Argentina, al otro lado de los Andes, solía ser el único proveedor de gas natural de Chile, pero la situación cambió en 2007­08, cuando el gobierno decidió redirigir el gas para satisfacer la demanda interna. La energía nuclear tampoco es una opción tras el desastre de Japón.

Las opciones restantes son el gas natural licuado (GNL) y el carbón, más centrales hidroeléctricas o fuentes renovables como la geotermia, el viento, las olas y el sol. Ninguna más aprovechable que la energía de los ríos del sur. La hidroelectricidad representa un tercio de la energía de Chile, mientras el combustible fósil cerca de dos tercios, según el ministro de Energía, Rodrigo Álvarez. El gobierno de Sebastián Piñera respalda a las eléctricas Colbún y Endesa para construir cinco centrales por más de US$ 3.200 millones en dos hermosos ríos en la Patagonia.

Se estima que el proyecto de HidroAysén producirá 2.750 MW en 2025 y aumentará en un cuarto la capacidad de la principal red eléctrica que usa el 90% de la población.

Unas 30.000 personas salieron a la calle a mediados de mayo luego que el proyecto lograra aprobación ambiental. Ahora el proyecto está en suspenso, pero Daniel Fernández, vicepresidente ejecutivo de HidroAysén, espera que “a fin de año sea aprobado. Está claro que este proyecto es necesario”. Pero aún así, habrá una batalla por los 1.927 km de torres de alta tensión para trasladar la energía desde las centrales.

HidroAysén destaca que las torres miden un tercio que las turbinas eólicas, pero los ecologistas están en campaña para mostrar cómo se verán en medio del hermoso paisaje, incluidas las Torres del Paine. Ambas partes tienen razón.

En tanto, 20 termoeléctricas, que usan la más contaminante de todas las fuentes enérgéticas fueron aprobadas sin oposición. “Sin HidroAysén las luces no se apagarán en Chile, pero sucederá lo de siempre, se construirán centrales térmicas. Chile seguirá dependiendo de energía cara y contaminante del exterior”, dice Fernández, que califica de “aberración” que dos tercios de la energía se produzca a partir de gas, carbón o diesel “en un país que prácticamente no tiene gas ni carbón”.

Chile construyó dos plantas de GNL, pero paga un alto costo porque el gas hace un largo viaje hasta Chile. Eso deja la alternativa de la energía renovable. El gobierno se comprometió a generar el 10% de la electricidad del país a partir de fuentes “verdes” en 2024.

“Queremos estudiar metas más ambiciosas”, dice Álvarez. Pero, aparte de proyectos hídricos más pequeños, considerados renovables si generan menos de 20MW, otras fuentes renovables son embrionarias y costosas.

Y Chile necesita 8,000 MW extra hasta 2020. “Enfrentamos inmensos desafíos”, dice el ministro (DF).

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