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USA

El frenesí por el esquisto ayudó a impulsar el valor total de los acuerdos de petróleo y gas en este país por sobre los US$ 292 mil millones durante los últimos dos años.

18 de Octubre de 2011.- La técnica cada vez más popular de fracturar rocas esquistosas para obtener petróleo y gas natural está reconfigurando el negocio de la energía, alentando cambios en un sector conocido por lo lento y pesado.

La tendencia ha desatado un frenesí de acuerdos multimillonarios, incluyendo la compra realizada ayer por US$ 4.400 millones de Brigham Exploration Co. por parte de la noruega Statoil ASA. También ha producido enormes ganancias para aquellas en el medio, incluida Halliburton Co., que reportó un récord de US$ 6.500 millones en ingresos trimestrales.

Los descubrimientos de reservas de esquisto le han dado un vigor renovado a la producción de petróleo y gas que hace sólo un lustro se consideraba ampliamente en decadencia. Hoy, hay una superabundancia de gas natural barato, y la producción interna de petróleo en EE.UU. está aumentando por primera vez en décadas. El desarrollo de proyectos de esquisto se extiende a países, como Polonia y Argentina.

El auge ha creado ya a media decena de nuevos multimillonarios, comparable a los ricos que ha arrojado Internet. "Sin dudas hay que registrar el descubrimiento y la explotación de recursos tanto de petróleo como de gas de esquistos como grandes creadores de riqueza en la historia estadounidense", afirmó Ralph¬ Eads, vicepresidente del directorio del banco de inversión Jefferies & Co., que ha asesorado acuerdos de esquisto por más de US$ 75.000 millones durante los últimos tres años. "Parece ser el equivalente económico de cualquiera de las grandes innovaciones tecnológicas".

La fuerza de los hallazgos

Los descubrimientos han funcionado como una fuerza tan perturbadora en la industria energética que las empresas que navegaron este cambio con éxito ahora están en ascenso, mientras que muchas de las que no lo hicieron están desapareciendo. El frenesí por el esquisto ayudó a impulsar el valor total de los acuerdos de petróleo y gas en EE.UU. por encima de US$ 292.000 millones durante los dos últimos años, según el proveedor de datos financieros Dealogic.

El domingo, Kinder Morgan Inc. informó que iba a comprar su rival El Paso Corp. en un acuerdo de US$ 21.100 millones. Fue una gran apuesta por parte del gigante de los gasoductos Kinder Morgan de que la superabundancia de gas de esquisto no será corta y que será necesario invertir miles de millones de dólares en sistemas de distribución.

La compra de Statoil es la iniciativa más reciente por parte de una petrolera internacional para obtener propiedades de esquisto en EE.UU.: los activos de producción de petróleo de Brigham en Dakota del Norte en el campo Bakken Shale. Empresas extranjeras, así como gigantes petroleros como Exxon Mobil Corp., han abierto sus billeteras para comprar compañías con en EE.UU. que invirtieron temprano en producción de esquisto.

En tanto, empresas que fueron pioneras en la explotación de recursos de esquisto, como Chesa¬peake Energy Corp., han logrado capitalizar su experiencia y lograr que otros paguen por su perforación. Desde 2008, Chesapeake¬ ha vendido participaciones en cinco campos de esquisto por casi US$ 12.800 millones.

La explotación de esquisto es un proceso mucho más intensivo y costoso que la perforación subterránea tradicional. Empresas de servicios para campos petroleros, como Halliburton, Baker Hughes Inc. y Schlumberger Ltd., han tenido problemas para hacer frente a la demanda mientras obtienen suculentas ganancias.

El lunes, Halliburton reportó ingresos y facturación operativa récord, gracias a la creciente demanda de sus servicios de fracturación hidráulica. Cabe aclarar que la energía de esquisto ­ y el uso extendido de fracturación hidráulica­ ha causado alarma. Reguladores de EE.UU. investigan lo que dicen las empresas sobre el gas que han descubierto para determinar si están engañando a los inversionistas. Mientras, los ecologistas, preocupados por el impacto del proceso en acuíferos y la calidad del aire, han pedido más supervisión (Emol).

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